El cambio del sector es notable. En la avenida Ciudad de Cali, con calle 11, al occidente de Bogotá, llama la atención ver un espacio cultural amplio, con construcciones modernas y con una infraestructura ecosostenible: la sede de la Institución de Educación Superior Uniagustiniana, que empezó a construirse en 2008. Hoy el campus ofrece 15 programas de pregrado y siete de posgrado para cerca de 7.000 estudiantes. Muchos de ellos viven en localidades aledañas y en la periferia de Bogotá, esta es la única oferta de educación superior de calidad que encuentran en el sector, con programas diurnos y nocturnos que les permiten trabajar mientras avanzan en sus carreras. “Todos se merecen unas instalaciones como estas, sin pagar precios elevados por su educación”, dice fray Albeiro Arenas, prior provincial de la Orden de los Agustinos Recoletos. La inclusión, sumada a la innovación, ha sido siempre su meta. Desde el principio, por ejemplo, la Uniagustiniana les apostó a espacios accesibles para personas con movilidad reducida. Al ir creciendo se construyó un segundo edificio con un elemento adicional: un sistema de energía fotovoltaica que logró implementar un concepto sostenible que, hasta entonces, poco se había visto en la arquitectura educativa del país. Esta apuesta se hizo más visible con el tercer edificio, que se inaugurará antes de finalizar 2019, con 517 paneles solares que podrían alimentar 775 computadores sin apagarse durante todo un año. Aquí habrá espacios para el bienestar de los estudiantes y zonas de descanso que se suman al gimnasio y las canchas deportivas. “El desarrollo de la zona es bastante fuerte, lo que implica que vamos a tener más demanda –sostiene fray Albeiro Arenas–. Por eso se ha invertido en tecnología, seguridad y laboratorios, para acoplarnos a las necesidades de los estudiantes”. El futuro está abierto para la Uniagustiniana: además de trabajar en la acreditación de alta calidad cuenta con diferentes planes para seguir mejorando el urbanismo del occidente de Bogotá.