No todo es triste en la historia del sistema ferroviario colombiano. En el país hay una industria muy importante, la minera, que ha sabido aprovechar las bondades de este medio de transporte y lo ha salvado del olvido. El sector carbonífero del norte es, prácticamente, el único que transporta mercancía por vía férrea. Entre Cesar y Magdalena se concentra la mayor producción del mineral, y fue allí donde la compañía Drummond revolucionó la historia. Hace 23 años restauró los antiguos rieles, prendió las locomotoras y empezó a dinamizar la economía nacional. En 2017 sus 12 trenes transportaron 32 millones de toneladas de carbón térmico y esto lo convirtió en el mayor exportador en Colombia. Los resultados son el reflejo de una labor continua de modernización. El transporte es uno de los componentes que más se ha actualizado en la empresa con el paso de los años. Durante mayo y julio de 1995 Drummond movilizó su carga en tractomulas. Por esa época los conductores recogían el carbón en la mina Pribbenow, ubicada en El Paso (Cesar), y la llevaban hasta el puerto de Drummond en Ciénaga (Magdalena). El trayecto era pesado, en cada curva ponían en riesgo su integridad y la utilidad no era la esperada. Lea también: ¿Cómo se forman los maquinistas del tren de Drummond? Para proteger la vida de sus colaboradores y lograr la productividad necesaria, la empresa apagó las tractomulas y desde finales de 1995 hasta 1999 su transición al tren fue definitiva. En ese último año nació la empresa Ferrocarriles del Norte de Colombia (Fenoco) a la que el Estado le entregó en concesión la vía férrea del Atlántico –que va desde Chiriguaná hasta Santa Marta–, para que la terminara de reconstruir y se encargara de su operación. El cambio fue abismal. Hoy Drummond cuenta con 12 trenes, cada uno compuesto por tres locomotoras y 150 vagones que diariamente transportan 100.000 toneladas de mineral. Un solo vagón del tren de Drummond equivale a una tractomula y media. Es decir, las ‘mulas’ necesitarían ocho días o más para transportar lo que los trenes movilizan en un solo día. Pero no solo se trata de utilidad, como cuenta Carlos Palacio, superintendente asistente de operaciones del tren de Drummond, desde la gran mina Pribbenow: “La industria del carbón necesita del tren porque brinda seguridad, y esta es indispensable porque al minimizar los riesgos, al hacerlo bien, se protege la vida y se garantiza la productividad”. Esa es la filosofía de trabajo de la binacional con sedes en Estados Unidos y Colombia. Cada eslabón de su cadena productiva se rige bajo las normas de operación más estrictas del país y del mundo carbonífero. Los más de 9.000 trabajadores (entre directos y contratistas) las conocen a la perfección. La mayoría de ellos son cesarenses y magdalenenses, llevan entre 10 o 15 años en la empresa y viven en un constante proceso de aprendizaje y actualización. En el departamento de transporte de la compañía, la innovación y seguridad son las premisas del estilo de trabajo. Allí, cerca de 1.000 personas se encargan de la operación del tren. Para ellas, en la buena organización está el futuro, por eso tienen un protocolo definido. Su labor, que nunca para (solo tres días al año), exige de un cuidado permanente en todo el sistema, desde los rieles que les corresponden (62 kilómetros en mina, 200 kilómetros en la vía nacional y 15 kilómetros en el puerto) pasando por las locomotoras, los vagones y hasta el sistema de operación del tren. Para los rieles, Manuel Pertuz, operario de mantenimiento de vía férrea, utiliza dos imponentes máquinas que corrigen los hundimientos del corredor. Lo hace a diario, sobre todo en la mina, donde hay más vía y movimientos continuos. “Aquí nos enseñaron a manejar esta maquinaria. Es tecnología austriaca, muy sofisticada y precisa”, explica Manuel, quien lleva 13 años en la compañía y antes de trabajar en Drummond realizó los mantenimientos moviendo las piedras de la carrilera a fuerza de brazo y pala. En el taller de trenes ubicado en el puerto, tampoco cesa la actividad. Es un lugar gigante, con herramientas únicas en Colombia, como el simulador de locomotora y el torno para las ruedas del tren. Allí se hace mantenimiento preventivo y correctivo a las locomotoras y góndolas, como se les conoce a los vagones en el sector industrial. “Nosotros desarmamos y volvemos a armar las locomotoras, pero ya con dispositivos de última tecnología. Todo con talento local, trabajo y pasión”, cuenta Juan Carlos Fuentes, superintendente de mantenimiento, mientras los mecánicos especializados revisan un trío de locomotoras que acaban de finalizar su recorrido que, en promedio, tarda cuatro horas y media. ¡Ahí viene el tren! Sin duda, la mayor innovación del departamento de transporte de Drummond ha estado en el sistema de operación férrea. Anteriormente la imagen era la de un maquinista que se asomaba por la ventana de la locomotora para tomar una hoja con instrucciones que alguien sostenía al margen de los rieles. “Ahí viene el tren”, decían. Años después se incorporó la comunicación portátil a través del radio y se empezó a hablar de niveles de seguridad en las operaciones. Con ese sistema de control basado en comunicaciones de radio, denominado dark territory, la compañía operó hasta febrero de 2015, cuando en asocio con las empresas que comparten la vía y a través de Fenoco, implementaron el sofisticado sistema de control de trenes Incremental Train Control System (ITCS, por su sigla en inglés). Un desarrollo tecnológico de última generación que solo tienen China, Estados Unidos, Australia y Colombia. “Actualmente, el ITCS es el más alto nivel de seguridad. Permite tener control integral de los trenes a través de un ‘software’. De esa manera se disminuye el error humano”, dice Gabriel Aguas, director de control de tráfico férreo de Fenoco. Además, agrega que con el Incremental Train Control System no son necesarios los semáforos o señales en la vía, todo esto aparece en tiempo real desde el computador de la locomotora, el cual está conectado con el centro de control de Fenoco, a través de la red de fibra óptica con la que cuenta el corredor férreo. “Si un tren excede la velocidad, tratan de sobrepasar un punto no previsto, se detienen donde no deben, intentan moverse por una ruta no autorizada o no siguen las instrucciones que aparecen en el computador a bordo, el sistema toma el control y detiene todos los trenes alrededor de manera segura para evitar accidentes”, explica Javier Gómez, superintendente de operaciones del ferrocarril de Drummond. Por eso, en junio de 2018, el Consejo Colombiano de Seguridad le otorgó al departamento de transporte de Drummond la medalla al mérito Cruz Esmeralda en la categoría de excelencia en la gestión de seguridad. Es el máximo galardón que reciben las empresas que cumplen con los mejores estándares en el país.