Desde junio de 2017 el Consorcio hispanocolombiano Ibines Férreo adelanta las tareas de operación y administración de los corredores ferroviarios Bogotá-Belencito, que une a la capital del país con Boyacá; y La Dorada-Chiriguaná, que conecta el centro del país (Bogotá, Ibagué y Manizales) con la costa Caribe. Después de más de 20 años de inactividad, hoy sus 839 kilómetros llevan carga a diario. Aunque prender los motores de nuevo no fue fácil, los resultados actuales son visibles. Empresas como Argos y Gerdau-Diaco usan sus servicios. La primera moviliza más de 200 toneladas de cemento ensacado en cada trayecto desde Sogamoso, Boyacá, hasta el centro de Bogotá. Mientras que Gerdau-Diaco movilizó más de 1.000 toneladas desde Barranquilla hasta Tocancipá, combinando el medio fluvial por el río Magdalena y el férreo, de Gamarra a La Dorada, además de unos tramos por carretera. Le puede interesar: La ministra de Transporte quiere prender la verdadera locomotora “Como administradores nos encargamos de la integralidad de los corredores para asegurar su adecuada operación. Así garantizamos un óptimo y seguro traslado de mercancías y de pasajeros. Siempre estamos pendientes de los puntos críticos y de emergencia, así como de la vigilancia y el control de tráfico”, explica Francisco Utrilla, representante legal de Ibines. La compañía se ha propuesto consolidar al tren como una pieza clave para el desarrollo económico de Colombia. Por eso, una de las iniciativas que está liderando es la campaña #SúbeteAlTren, que presentó el 8 de mayo de este año. El objetivo del consorcio es que los colombianos vuelvan a confiar en el ferrocarril como medio de transporte y conozcan los beneficios tanto económicos como ambientales que este representa.