La amenaza de una enfermedad, además de estar en los titulares de todo el mundo, también ocupa gran parte de nuestro pensamiento. El miedo a contraer el virus o de lo que pueda suceder en el futuro está latente. El bombardeo de información podría afectar nuestra salud mental y el temor al contagio nuestras interacciones sociales. Wilson López, profesor titular en la Pontificia Universidad Javeriana, responde algunas preguntas al respecto. SEMANA: ¿Cómo el consumo de información puede tener efectos en las personas? Wilson López: Eso depende mucho del país y de las condiciones económicas del mismo. La situación por el coronavirus genera una incertidumbre muy alta en el mundo y en el país. Lo cierto es que la gente suele usar la información para tratar de ganar control. Puede ser cualquier tipo de información, incluso la internacional. La única forma de percibir que tenemos algo de control sobre el mundo es informándonos. Como ya no podemos movernos, la restricción de movilidad genera que nos queden muy pocos ambientes para tener control sobre el mundo. El uso de la información tiene que ver con bajar la incertidumbre y la incertidumbre está asociada poderosamente a la ansiedad. Nosotros somos una especie que tiende a bajar la ansiedad con la ilusión de control. El tener control nos da más seguridad sobre el mundo y por lo tanto más tranquilidad. La información, paradójicamente, es buscada por las personas para ganar control. Pero como se produce tanta, esta muchas veces no puede ser diferenciada. 

SEMANA: ¿Cómo funciona el miedo en situaciones como esta? W.L.: El miedo no es algo malo. Es inevitable que ante situaciones que se salen de nuestra cotidianidad, nosotros sintamos miedo. Aquí el miedo se produce por dos cosas: la falta de control y la incertidumbre. El miedo es una respuesta que tenemos desde que estábamos en el inicio de la historia de la humanidad. El miedo también tiene un lado positivo: cuando uno tiene miedo, se prepara para encararlo. Sin embargo, ante situaciones como esta, también paraliza. 

SEMANA: ¿Cómo lo que está sucediendo podría afectar nuestras actitudes sociales? W.L.: Como dijo Bill Gates en una columna reciente, el problema es que vamos a tener que asegurarnos que la vacuna se la ponga hasta el más pobre del mundo. Con una sola persona que vuelva a contraerlo y toque cualquier cosa, otra vez tendríamos un problema grave. Antes de que se tenga la vacuna, la gente va a tener que salir con la cara cubierta y con guantes. Eso va a afectar las relaciones fuertemente, sean familiares, de pareja o de amigos. La epidemia de sida estaba ligada a una acción concreta, que era tener sexo. También se podía adquirir con una transfusión de sangre o si la pareja de uno estaba con alguien más. Aquí el problema es que solo con toser o con tocar objetos que tengan el virus, ya se puede contraer el virus. La gente va a tener mucha prevención en todo. 

Nosotros construimos confianza a partir de la mirada con el otro y en el mundo latino en el que estamos también lo hacemos a partir del acercamiento. Por la pandemia, el contacto físico va a estar lesionado mientras no haya vacuna. Uno de los cambios que vendrán serán en términos de distanciamiento social. SEMANA: ¿El miedo a la pandemia también puede afectar nuestros juicios morales? W.L.: Sí. Claro que sí. No estamos partidos en pedazos, somos una unidad de psicología, biología y sociedad, y los juicios morales son un elemento que combina emociones, razones y sesgos en la forma como pensamos el mundo. Un ejemplo es lo que sucede con los médicos. Están discriminando a los médicos y al personal de salud. En lugar de ser solidarios, hay grupos de personas que los quieren rechazar, cuando el futuro del mundo está en sus manos. Es una cosa paradójica, pero ante situaciones como estas, la gente no sabe cómo actuar. Nosotros suponemos que debemos ser los más razonables y estratégicos. Sin embargo, cuando se está ante estas situaciones, la desesperación lleva a hacer y decir cosas que a veces son las menos positivas. En Estados Unidos, por ejemplo, el juicio moral dijo: ‘pongamos la economía por encima de todo‘. También puede haber una afectación positiva. Por ejemplo, cuando somos altruistas y  colaboradores. Cuando decimos que tenemos que dar lo mejor como sociedad. Yo creo que lo hemos hecho bien. 

SEMANA: ¿Qué viene ahora? W.L.: Mucho de lo que viene ahora es qué puede hacer la psicología para recuperarnos después, cuando la gente comience a salir. Yo creo que está bien lo que se ha intentado hacer, como proteger el empleo. Si no se estuvieran tomando medidas como esta, tendríamos una ola de cosas desafortunadas que ojalá no pasen. Un factor importante aquí también son los medios y la forma como aborden la información, porque estos generan presión social y además construyen narrativas del mundo y unas formas de verlo. También será de gran importancia cómo el Gobierno y los grupos de interés comuniquen la información. Si no hay confianza, es muy difícil poner a una sociedad en marcha.