La alcaldesa Claudia López, entre otras, tomó la medida de limitar el número de botellas de bebidas alcohólicas que la gente puede comprar en el supermercado. Esta decisión, al menos en Bogotá, obedece en parte a una directriz que emitió la Organización Mundial de la Salud (OMS) para disminuir el número de casos de violencia intrafamiliar, que en el encierro podrían dispararse bajo el efecto del alcohol. A pesar de esto, los indicadores muestran que las personas no están dispuestas a pasar la cuarentena a palo seco.
Según Google, las búsquedas de domicilios de vino incrementaron 2.250 por ciento en el último mes, y las de licores, 250 por ciento. Además, la encuesta de consumo de sustancias psicoactivas legales e ilegales, hecha en Bogotá entre el 31 de marzo y el 3 de abril con más de 1.200 individuos, mostró que el 91 por ciento de los participantes considera que dichas sustancias, entre ellas el alcohol, le ayudan a sobrellevar la pandemia. “La segunda más usada es el alcohol”, señala Julián Quintero, miembro de la Corporación Acción Técnica Social y uno de los líderes del trabajo.
Antonio González, un empresario de 50 años, acompaña ahora sus cenas con dos copas de vino. “Lo hago para lidiar con la tensión económica que ha traído esta pandemia”. Esta conducta está muy arraigada en la cultura. Desde épocas pretéritas, según Elaine Hindal, CEO de Drinkaware, los humanos consumen alcohol para calmar sensaciones negativas. “Ya antes de la pandemia, el 58 por ciento de las personas tomaba para lidiar con situaciones estresantes de la vida, ya fuera un trabajo exigente, la falta de empleo o un desamor”, dice.
¿Licor en casa? Lo que piensa Duque
Ahora lo hacen con más razón. En medio del encierro, la gente no cuenta con mecanismos de apoyo como la familia, los amigos o el trabajo. “Eso hace que echen mano de lo que tengan en casa para manejar esas emociones negativas, incluido el alcohol”, señala Sari Eitches, una experta en el tema. En efecto, tomar una copa extra ayuda con el estrés y el aburrimiento. No obstante, los especialistas aseguran que hacerlo sin control puede llevar a la persona a descender por una pendiente resbaladiza.
De acuerdo con Hindal, la dosis recomendada de alcohol a la semana está entre seis y siete copas. Otros dicen que lo normal es un trago diario para las mujeres y dos para los hombres; aunque esto no significa que deban hacerlo todos los días. Para Quintero, por ejemplo, lo normal depende de qué tanto alcohol tolere el organismo y de las conductas que tenga bajo su influencia. De hecho, considera que el alcohol ayuda a anestesiar la dura realidad que vive el mundo hoy, y también a que afloren sentimientos reprimidos. Tomarse una copa o dos no es grave. “El problema es el abuso, y cómo afecta en la convivencia y la funcionalidad de la persona”, asegura Quintero.
Entre los comportamientos que deben hacer sonar las alarmas está empezar a tomar más temprano de lo usual sin darse cuenta. También hacerlo en situaciones que comúnmente no requerirían de trago, como durante el tiempo de trabajo. Es cierto que hubo un cambio abrupto con el teletrabajo, “pero es un error creer que puede tomar solo porque no está en la oficina”, dice Brian Wind, de JourneyPure.
Otras señales son perder la noción de las responsabilidades, tomar malas decisiones o sentir que no puede parar. Si tiene demasiado malestar físico por tomar en exceso, debe pedir ayuda. Para Quintero, beber solo es un síntoma grave, que puede ser más frecuente ahora debido a que muchas personas pasan el encierro en soledad.
Automedicarse con un trago de ginebra o de ron puede resultar peor que la enfermedad, dicen los expertos. En el corto plazo, el licor ayuda a calmar las sensaciones malas e incluso a conciliar el sueño. Pero luego, en medio de la noche, el efecto del alcohol interfiere con el movimiento rápido de los ojos que produce el sueño profundo, la etapa que ayuda a descansar más la mente y el cuerpo. De esta manera, puede que el individuo se levante horas después y no vuelva a quedarse dormido. Eso afecta el desempeño al día siguiente. Sumado a lo anterior, el alcohol es un depresivo, y por lo tanto quienes lo toman sin moderación podrían tener un aumento de pensamientos negativos. Beber por estrés, además, contribuye a mayor ansiedad, depresión y a una baja en el ánimo.
Entre las muchas noticias falsas, circuló la idea de que beber licores con alto grado de alcohol, como el vodka y la ginebra, entre otros, servía para matar el virus de la covid-19. La OMS lo ha negado. Por el contrario, advierte que el alcohol está relacionado con una serie de enfermedades no transmisibles y con problemas de salud mental, y se le atribuyen 3 millones de muertes al año en el mundo. Aun más, tomar mucho podría poner al ser humano en una situación de vulnerabilidad frente al coronavirus, pues el alcohol compromete el sistema inmune. Por eso, los especialistas recomiendan minimizar este consumo durante la pandemia.
Además, ante una señal de abuso, es fundamental controlar la dosis. “Diga: no puedo pasar más de esta cantidad y fíjese metas en lo laboral”, aconseja Quintero. En segundo lugar, es necesario buscar otras actividades, así como compañía. “Coger el teléfono y llamar a alguien no solo evita tomar la copa, sino que funciona como un tónico para el aburrimiento, la soledad y la angustia”, dice Stelle Lee, una experta en la materia. Ella afirma que el opuesto de la adicción al alcohol no es estar sobrio sino conectado. Si nada de esto funciona, hay que buscar ayuda profesional.
Cabe recordar que beber abarca un espectro de consecuencias: una persona puede hacerlo dentro de los límites, pero también llegar al extremo de la dependencia. Mientras más temprano entienda dónde está, mejor.
La guía de la moderación
Los expertos explican algunos trucos para no tomar más de lo debido:
1. Por cada copa, un vaso de agua: esto ayudará a recibir menos alcohol y darle un respiro al organismo para metabolizarlo.
2. Sirva poco: el vino y algunos licores como la ginebra saben mejor en una copa grande porque acentúa los aromas. Pero no hay que llenarla; solo bastan 125 mililitros.
3. Hágalo lentamente: desde escoger el trago hasta llevarlo a su boca debe ser un ritual. Por eso no se apresure; tome tiempo para abrir la botella, servirla y tomarla. Procure disfrutar cada sorbo en lugar de tomarlo fondo blanco.
4. Acompañe la copa: así se trate de vino u otra bebida, lo ideal es tomar con el estómago lleno o en medio de una comida. No se trata de emborracharse.