La pandemia le dio un vuelco a mi vida. Primero, me obligó a separarme de la gente que quiero. Antes vivía con mis hermanos, mi mamá y mi esposa, pero por el virus me tocó irme a vivir un tiempo fuera de la casa, alejarme de ellos y aislarme con unos compañeros. Finalmente, terminó pasando lo que más temía: hace una semana salí positivo para la covid-19 y contagie a mi hermana y a mi esposa. Hoy los tres estamos totalmente aislados esperando a ver cómo evoluciona el cuadro de nuestra enfermedad. Yo sentí síntomas como la falta de olfato y gusto, pero gracias a Dios no estoy grave y al ser enfermero del hospital he tenido una atención de primera.
Estar metido de la unidad de cuidados intensivos es otra cosa. Uno está rodeado de muchos riesgos y las sensaciones son varias. Por un lado, está la desesperación de pasar de ocho a doce horas con los trajes puestos, sudando, sin poder comer ni orinar. Las recomendaciones de las clínicas son ir al baño y comer antes de empezar el turno, porque ya adentro no hay tiempo que perder y el riesgo de infección es alto. Además realizar estas actividades con el traje, el uniforme, las gafas y el tapabocas puesto es muy complicado.
Nunca me imaginé que tuviese que vivir una situacion así, tan dificil. Ya varios nos hemos contagiado al punto de que el personal ha tenido que doblarse en turnos para suplir a quienes están aislados. Ver a familiares, amigos y compañeros en esta situación tan peligrosa también es triste. Cuando uno empieza a estudiar enfermería si le informan de los riesgos, de la peste negra, de todo lo que podría pasar, pero uno nunca piensa que le va a tocar. Pocos saben lo que es estar metido en una clínica en estos momentos. Es duro ver cómo muchos pacientes se despiertan y están perdidos. Normalmente están en un estado de sedación, pero los pocos que despiertan entran en delirio. Esto pasa porque durante la sedación están en un periodo extremo de relajación y olvidan el espacio y el tiempo. Pero cuando despiertan no saben donde están, empiezan a recordar momentos del pasado, ven cosas fuera de la realidad. Como enfermeros nuestra tarea es intentar ubicarlos, decirles que estamos en tal fecha, a tal hora. Pero a veces no es fácil.
Hace unas semanas tuve el caso de una mujer que cuando despertó no tenía idea de donde estaba. Tuvimos que hacer varias videollamada con sus hijas, eso la calmó pero cuando estábamos revisando a otros pacientes vimos que intentaba levantarse de la cama para irse. Estaba débil, pero aún así insistía en que había quedado de encontrarse con sus hijas en el centro comercial y que tenía que salir. No entendía que estaba en una UCI. Luego de varias llamadas lo pudo entender, pero su reacción fue desgarrarse en llanto. No quería estar ahí sola. Todo eso es muy dramático, sobre todo el momento en el que tenemos que decirle al paciente que no puede irse. Dicen que extrañan su vida de antes y nosotros también, pero nuestra misión es seguir trabajando.