Las autoridades de Uganda imputaron cargos a cinco personas por inyectar agua, en lugar de la vacuna contra el coronavirus, a más de 800 personas en el país, a las que aseguraron que se le estaba inoculando el fármaco desarrollado por la Universidad de Oxford y AstraZeneca.

De acuerdo con la información, entre los capturados se encuentra Francis Baguma, un estudiante de la Universidad de Makerere que supuestamente se hizo pasar por un médico. Los otros acusados son dos estudiantes universitarias, una enfermera y una matrona y propietaria de un centro médico en Busukuma.

Las vacunas falsas, a veces mezcladas con agua, se administraron entre mayo y junio, en plena ola de infecciones por coronavirus en el país, con una media de 1.700 nuevos casos diarios.

Los estafadores tenían como objetivo a las personas dispuestas a pagar por sus vacunas, cuando en Uganda escaseaban las dosis, dijo Warren Naamara, supervisor de servicios sanitarios en la presidencia.

“Personas sin escrúpulos, con la intención de ganar dinero, engañaron al público con falsas vacunas contra el covid-19”, dijo Naamara a la AFP.

“Dos trabajadores sanitarios fueron detenidos y un médico está prófugo”, explicó.

Los análisis demostraron que las jeringas no contenían ningún producto peligroso y que “solo había agua en algunos de ellos”, dijo el responsable.

Los estafadores cobraban un equivalente de entre 25 y 120 dólares por inyección.

Los acusados, que rechararon los cargos, fueron imputados por negligencia, conspiración para cometer un fraude y posesión ilegal de propiedades gubernamentales. Asimismo, el tribunal ha ordenado que todos ellos permanezcan en prisión, salvo una de las acusadas, que está embarazada.

La Fiscalía sostiene que todos ellos participaron en un entramado para inyectar agua a los empleados de varias empresas, organizaciones y corporaciones, en el marco de la campaña de vacunación en el país africano, según informó el diario ugandés ‘Daily Monitor’.

Asimismo, señaló que, con sus actos, estas personas habrían puesto en peligro la salud pública y habrían colaborado con una propagación de la enfermedad, antes de acusarles de fraude por intentar sacar beneficio económico de la venta de vacunas, que se inoculan de forma gratuita en el país.

Los arrestos tuvieron lugar después de que personas no identificadas informaran a la Unidad Anticorrupción del Parlamento sobre los resultados de laboratorio de las dosis, que determinaron que estaban compuestas por agua, tal y como ha recogido el diario ugandés ‘Nile Post’.

Las autoridades ugandesas han confirmado hasta la fecha 94.904 casos y 2.734 muertos por coronavirus, mientras que 87.633 personas se han recuperado de la covid-19, según datos facilitados por los Centros de África para el Control y la Prevención de Enfermedades (África CDC), dependientes de la Unión Africana (UA).

África, corta de vacunas, vive una tercera ola “brutal” del virus

Esta noticia se conoce en momentos en los que África, muy lejos del resto del mundo en la campaña de vacunación, vive una tercera ola “brutal” del coronavirus que aumenta la presión sobre unos hospitales sin apenas medios y ya sometidos a duras pruebas.

El continente ha evitado hasta ahora los escenarios catastróficos observados en Brasil o India. Con casi 5,3 millones de casos y 139.000 decesos, África es el segundo continente menos afectado después de Oceanía, según el recuento de AFP.

Pero la relajación de las medidas de contención, la propagación de variantes más contagiosas como la Delta, ya presente en 14 países, y la llegada del invierno en África austral, donde se concentra un 40% de los casos, hizo resurgir el virus.

“La tercera ola está ganando velocidad, extendiéndose más rápido y golpeando más fuerte”, declaró el pasado jueves la directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en África, Matshidiso Moeti, advirtiendo que la ola “amenaza con ser la peor hasta ahora”.

Es una ola “extremadamente brutal” y “muy devastadora”, dijo John Nkengasong, director del centro africano para el control y la prevención de enfermedades.

Ahmed Afif, el vicepresidente de las Islas Seychelles, recibe una de las primeras dosis de la vacuna contra la covid-19.RASSIN VANNIER / AFP | Foto: AFP

El sistema “no está aguantando”

En Sudáfrica, el país oficialmente más castigado con un 35% de las infecciones, los médicos se enfrentan a una llegada continua sin precedentes de enfermos.

“Lo que vemos actualmente es diferente a la primera o la segunda ola”, asegura la responsable de la Asociación Sudafricana de Médicos, Angelique Coetzee.

Esta vez, “el sistema hospitalario no está aguantando”, advirtió.

En países cercanos como Zambia y Namibia, la curva de contagios de covid también crece exponencialmente. El ministro zambiano de Sanidad habló recientemente de una saturación de las morgues.

Su homóloga de Uganda, Jane Ruth Acheng, dijo a la AFP que hay numerosos jóvenes en los hospitales, “lo que es distinto a la segunda ola”.

Como en Sudáfrica, este país en el centro del continente intenta aumentar los cuidados a domicilio en los casos menos graves, pero se ve dificultado por la escasez de reservas de oxígeno.

La tercera ola está llegando a países hasta ahora relativamente resguardados de la pandemia, como Liberia o Sierra Leona, en el oeste de África.

“La situación es más alarmante que hace un año”, declaró el presidente de Liberia, el exfutbolista George Weah, quien alertó de hospitales llenos de enfermos con dificultades respiratorias.

Y ante esta situación, las restricciones vuelven. Uganda se confinó de nuevo y países como Kenia y Namibia jugaron la carta del toque de queda nocturno.

Contra reloj

Al mismo tiempo, la entrega de vacunas en el continente está prácticamente paralizada. Según la OMS, menos del 1% de su población está completamente vacunada.

La reciente promesa de los países desarrollados de enviar 1.000 millones de dosis a los países más pobres ha sido criticada por la poca precisión sobre cómo se llevará a cabo.

Según la OMS, África necesita urgentemente millones de vacunas.

“Es una carrera contra reloj, la pandemia va por delante nuestro. En África, no vamos camino de ganarle la batalla al virus”, dijo John Nkengasong.

El repunte de casos en India, principal proveedor de vacunas de AstraZeneca, retrasó las entregas a través del dispositivo de solidaridad Covax de la OMS. Además, la campaña se ve lastrada por las dudas y los fallos del sistema.

Así, países dotados de vacunas no las pudieron administrar antes de que caducaran. Malaui destruyó en mayo casi 20.000 dosis y República Democrática del Congo o Sudán del Sur devolvieron más de dos millones.

Sudáfrica, que vacunó a 2,2 millones de sus 59 millones de habitantes, tuvo que destruir dos millones de inyecciones por un error de fabricación.

En este momento, 18 países africanos agotaron casi todas las unidades enviadas por la OMS.

El mes pasado, en la capital de Zimbabue, Harare, cientos de personas se manifestaron cuando se acabaron las existencias en el principal centro de vacunación.

Ante esta escasez, “muchos tienen la sensación de esperar la muerte”, denuncia Deprose Muchena, de la oenegé Amnistía Internacional, en un comunicado.

Con información Europa Press y AFP