El número de casos de coronavirus alcanzó este martes un máximo en siete meses en China, tras detectarse un foco de contagios en un centro de tests, mientras la variante delta pone a prueba los esfuerzos del gobierno de Pekín en controlar la epidemia.
La prensa estatal ha descrito el actual brote como el más grave desde que el virus surgiera a fines de 2019 en la ciudad de Wuhan, en el centro del país.
Las autoridades consiguieron luego reducir el número de contaminaciones a casi cero, lo que permitió la reanudación de la actividad económica, aunque con algunas restricciones, pero ahora los casos vuelven a aumentar.
Este martes las autoridades sanitarias chinas registraron 143 nuevas infecciones de coronavirus, de las cuales 108 fueron transmitidas localmente.
Decenas de casos se produjeron en un centro de tests de covid-19 en la ciudad de Yangzhu (este). Las autoridades han lanzado alertas para evitar una mal manejo en los test de covid-19 que pueda facilitar la expansión del virus.
Otro brote se produjo entre trabajadores de la limpieza del aeropuerto de Nanjing, que luego se ha extendido a otras partes del país.
Las cifras del martes son las más altas desde enero, cuando el país registró 144 nuevos casos, de los cuales 126 se debieron a contaminaciones domésticas.
No obstante las autoridades han dado un mensaje de confianza y consideran que los nuevos brotes son controlables.
“Hemos contenido exitosamente la epidemia en Guangzhu, y la que se produce en Nanjing está siendo gradualmente controlada” afirmó la agencia oficial Xinhua, citando al especialista en enfermedades infecciosas, Zhang Wenhong.
El mundo sigue en alerta
La ciudad australiana de Sídney, cuyos habitantes respetan un confinamiento desde hace siete semanas, registró este martes el número de contagios más elevado desde mediados de junio, pese a sus intentos de frenar el avance de la pandemia, informaron las autoridades locales.
El estado de Nueva Gales del Sur registró 356 casos, un récord desde que la región comenzó a contabilizar nuevos contagios debido a la variante delta del coronavirus a mediados de junio.
Sídney es la ciudad más grande del país, con más de cinco millones de habitantes. El foco de contagios que provocó su confinamiento ha provocado hasta ahora 32 muertes y se han registrado un total de 5.805 casos, según cifras oficiales.
“Nuestra estrategia es acercarnos al máximo a cero (casos), pero desgraciadamente estamos viendo que las cifras aumentan en estos días”, dijo la primera ministra del estado, Gladys Berejiklian.
La ciudad de Byron Bay, en la costa, ha sido la última del estado en decidir confinar a su población.
Mientras tanto, en Melbourne, la segunda ciudad del país, cinco millones de habitantes están confinados por sexta vez desde el inicio de la pandemia después de que se registrara un foco de contagios la semana pasada.
Durante 18 meses la estrategia australiana de lucha contra el virus, basada en una férrea campaña de pruebas de diagnóstico, confinamientos y cierre de fronteras, dio frutos. Pero la variante delta, mucho más contagiosa, parece alejar al país de su objetivo “cero covid” y los australianos están hastiados de los sucesivos confinamientos.
Solamente una 20% de los ciudadanos del país ha recibido hasta ahora las dos dosis de la vacuna contra el coronavirus debido a problemas de suministro y a una desconfianza importante de la población frente a los fármacos.
El primer ministro, Scott Morrison, reconoció que el país libra “una difícil batalla” contra la variante delta y deseó que “todo el mundo pueda reunirse alrededor de la mesa por Navidad”.
En total, el país, de 25 millones de habitantes, ha registrado hasta ahora unos 37.000 casos de covid-19 y 940 muertes.
*Con AFP