El día de ayer, importantes medios como Forbes y otros canales de televisión locales en Estados Unidos reportaron un aumento de casos en ese país y en Inglaterra debido a “la variante descubierta en Colombia”. La nota de Forbes señaló que, según Public Health England (PHE), la agencia de salud pública de ese país, una variante descubierta en Colombia estaba creciendo en el Reino Unido y, lo peor, mostraba señales de evadir la respuesta inmune generada por infección natural o por vacunación. Se trata de la cepa B.1.621 y, según el reporte de Forbes, “hay evidencia preliminar de laboratorio” que ante ella “la vacunación y la infección previa serían menos efectivas en prevenir la infección”.
Según el medio, hay 37 casos confirmados de B.1.621 en Inglaterra, que también ha sido identificada en 28 países, entre los que se cuentan Curazao, España, EE. UU., México, Alemania y Países Bajos. En Colombia, la variante representa el 52,7 % de los casos, según datos oficiales.
Sin embargo, pese a las afirmaciones del PHE, ni las autoridades de salud internacionales ni las colombianas han sido reportadas ni tienen conocimiento de que esta hoy evada esos mecanismos de inmunidad. Por ahora, todo es especulación de la agencia del Reino Unido, según los expertos. Si no es así, instaron a PHE a someter las pruebas a la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La OMS por ahora solo ha elevado a la categoría de variantes de interés a alfa, beta, gamma y delta. Hay que recordar que, a todas ellas, en su momento, el Reino Unido les ha atribuido que evaden la inmunidad, pero luego esto siempre se ha descartado. La OMS, que vigila los linajes, aún no la ha considerado ni siquiera variante de interés.
En Estados Unidos también circularon versiones alarmantes sobre esta variante. Una de las declaraciones más controversiales fue la de Carlos Migoya, director general de Jackson Health, quien reveló a Local 10 News que ahora el 10 % de los pacientes positivos a la covid, cuyos resultados se están secuenciando en el laboratorio de patología de la Universidad de Miami, tiene la cepa originaria de Colombia, la B.1.621.
“Y esto es algo realmente impactante que se está extendiendo bastante en Colombia”, le dijo Migoya a Local 10 News. “Y no lo han visto en ningún otro lugar fuera de Colombia. Pues bien, ¿adivina qué? En la última semana, el 10 % de nuestros pacientes tenía la variante colombiana. ¿Por qué? Por los viajes entre Colombia y Miami”, afirmó.
Esta versión fue replicada en medios colombianos y estadounidenses, como el NYPost. En Alemania fue transmitida por Kurier.at.
Al respecto hay que decir que la variante sí fue descubierta en Colombia, pero simultáneamente científicos de los CDC, el organismo de control de las enfermedades en Estados Unidos, también la hallaron. No obstante, fue el INS la primera de las dos agencias en reportarla a la plataforma Pangolín, que es el sistema de clasificación de los linajes del SARS-CoV-2.
“Es un algoritmo propuesto por virólogos de reconocimiento mundial diseñado para la asignación “filogenética de los distintos linajes detectados en la pandemia y sirve para unificar y universalizar un nombre exclusivo”, dice Carlos Franco, investigador del grupo genómico de microorganismos emergentes del INS.
La identificación fue en abril. Desde que inició la pandemia el INS inició la vigilancia genómica intensiva del SARS COV-2. En ese esfuerzo identificaron la que hoy se conoce como variante B.1.621 y de inmediato el Gobierno solicitó a los administradores de la plataforma Pangolín, la codificación y asignación de un nombre para la variante.
Pero decir que es de origen colombiano sería un error, puesto que no existe hasta el momento un origen determinado para esta variante y se necesitarían más estudios evolutivos para confirmar su “nacionalidad” u “origen”, algo que Colombia viene realizando desde que se identificó esta variante.
Desde entonces, la variante ha sido llamativa porque presenta tres mutaciones de interés en la proteína S del virus, que se conoce como proteína Spike, lo que implica que la variante merece un especial seguimiento y observación porque su presencia a futuro puede asociarse a alta transmisibilidad y afectación de la inmunidad natural o artificial a través de vacunación, entre otras, según Franco del INS.
No obstante, aclara el funcionario, “estamos hablando de condiciones que siguen siendo hipotéticas en el mundo de la ciencia. Por ahora, no se ha comprobado que ninguna de estas variantes del virus sean resistentes a las vacunas. Es decir, y como lo ha explicado la OMS, todas las vacunas existentes funcionan contra las variantes identificadas y las medidas individuales de protección también nos permiten combatirlas y por supuesto disminuir su propagación”.
Una variante pasa de ser de preocupación a variante de alta consecuencia (VOHC) cuando presenta “falla diagnóstica (no se identifica con las pruebas convencionales) y una reducción significativa en la efectividad de las vacunas y de las terapias aprobadas, así como en la severidad de la enfermedad”, señala Marcela Mercado, directora de investigación en salud publica del INS.
Por lo tanto, la información que circula sobre esta variante carece de contexto y de fundamento. Lo triste es que solo ayuda a aumentar más la xenofobia, a pesar de los esfuerzos de la OMS por desestigmatizar a los países llamando a las variantes por nombre de letras griegas. Al asociarlas al país, podrían generar discriminación frente a los nacionales que viven en otros lugares del mundo, tal y como sucedió con la variante delta, que en un comienzo era llamada “de la India”, y como ha sucedido con alfa, de origen británico, y gamma, de origen brasileño, descubierta por japoneses.
Ya en junio la Organización Panamericana de la Salud había emitido un comunicado sobre la supuesta variante colombiana debido a que en Europa circuló la versión de que en Madrid dicha variante era la responsable del aumento de casos en la comunidad. En el comunicado, el ente, que forma parte de la OMS, señaló que “no existía una variante colombiana del virus”, sino que esta había “sido identificada en el país”. Por el contrario, destacó que Colombia al participar en la vigilancia investigación y el desarrollo de proyectos relacionados con los virus respiratorios, mostraba su excelente capacidad técnica en cuanto a vigilancia genómica.
En conclusión, mientras no haya estudios científicos que puedan validarse por pares, sería irresponsable decir que esta variante evade las vacunas. Hasta ahora ninguna cepa de las de interés ha demostrado tener esa habilidad, aunque algunas de ellas sí son mucho más contagiosas que la original, conocida como Wuhan-1. Y no está de más recordar que las variantes no son oriundas de los países que las descubren, a menos que se demuestre con investigaciones que detecten su evolución genética, algo que ya está investigando el INS.
Y aun así, después de determinado su origen, la denominación correcta deberá ser su nombre científico o la letra griega que le asigne la OMS. Por lo pronto, la variante B.1.621 continua en observación y estudio.