Desde que el Ministerio de Salud anunció que la segunda dosis de la vacuna contra el coronavirus de Pfizer y BioNTech, para las etapas 4 y 5 del Plan Nacional de Vacunación, se aplicará tres meses más tarde de la primera, los cuestionamientos no han cesado. No obstante, de acuerdo con los investigadores de un grupo de la Universidad de los Andes, podría dar buenos resultados.
Colev, proyecto de investigación sobre covid-19, planteó un modelo matemático que mostraría los beneficios de no aplicar la segunda dosis a las tres semanas, como se había hecho hasta el momento.
Juan Manuel Cordovez, profesor asociado del Departamento de Ingeniería Biomédica de la institución educativa, explicó que su modelo se basó en el análisis de la postergación del segundo pinchazo en el grupo poblacional de 20 a 40 años en Colombia.
El modelo matemático “consiste en una estructura clásica”, poniendo a las personas en diferentes momentos de la infección, y considera compartimentos dedicados a quienes han sido vacunadas, ya sea con una o dos dosis, así como las probabilidades diferenciales que existen de infección, hospitalización y muerte.
“Con ayuda de este modelo nos pudimos dar cuenta que extender la segunda dosis en una ventana de tiempo dentro de 21 y 90 días, tiene un efecto robusto y persistente en la disminución de las hospitalizaciones y muertes, como resultado de la extensión en la cobertura de la población en general”, explicó el académico. Además, aseguró que el efecto también se ve aún si el biológico se aplica por fuera del grupo etario mencionado.
Cordovez aclaró que los resultados son acertados, siempre y cuando las segundas dosis sean utilizadas para suplementar la tasa de vacunación general. Es decir, para incrementar las dosis por encima de las que ya se estaban aplicando con el esquema original propuesto.
El efecto solo sucede si la velocidad de inmunización se mantiene en los otros grupos de edad, si esas segundas dosis se aplican a más adultos entre 20 y 40, y si aquellos a los que les postergan la segunda dosis completan su esquema después.
A propósito, el ministro de Salud, Fernando Ruiz, señaló que “prolongar la segunda dosis de la vacuna Pfizer tiene claro efecto en reducción de muertes y hospitalizaciones”.
Por el contrario, la Asociación Colombiana de Inmunología, entre otras, fue una de las voces más duras en cuestionar la decisión del Gobierno. Para sus miembros, la evidencia científica al respecto es limitada y poco sólida para tomar semejantes decisiones.
Si bien en un comunicado publicado hace algunas semanas reconocieron la importancia de incrementar la cobertura de vacunación del país, sobre todo por tratarse de las dos últimas etapas más amplias del Plan Nacional de Vacunación, la manera –consideran– no tiene sustento científico sólido y se debe acompañar de estrategias para monitorear el impacto de la decisión.
Hasta ahora no es claro si el Gobierno llevará a cabo un análisis o un estudio para determinar el impacto de distanciar las dosis, de la misma manera en que se hizo con la vacuna de Sinovac. En el segundo caso, la segunda dosis ya no se está aplicando a los 28, sino a los 56 días de haber recibido la primera. En ese entonces, las críticas al ministerio fueron similares.