El pasado martes 4 de enero la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que el crecimiento global de los índices de contagios por la variante ómicron bajaría de manera menos acelerada a nivel mundial a diferencia de como sucedió en Sudáfrica, primer país donde se detectó la cepa más reciente.

“Hay que ser cautos porque Sudáfrica tuvo una situación similar con la variante alfa en 2020″, recordó en rueda de prensa el epidemiólogo Abdi Mahamud, jefe de la oficina de gestión de incidentes de la OMS.

Ante ese panorama en el mundo por ómicron, Eric Topol, fundador y director del Instituto de Ciencia Traslacional Scripps, en La Jolla, Estados Unidos, recopiló en un tuit una serie de estudios recientes que indicarían que esta cepa es menos severa, comparada con otras que han aparecido durante la pandemia.

De acuerdo con las investigaciones citadas por el reconocido científico, ómicron genera una infecciosidad pulmonar reducida, así como la carga viral, la inflamación y la patogenicidad general.

Las siete investigaciones recopiladas por Eric Topol fueron llevadas a cabo en países como Estados Unidos, Reino Unido, Bélgica, Japón y China.

En uno de los estudios citados por Topol se indica que, aunque ómicron ha demostrado ser altamente transmisible y ha superado a la variante delta en varios países, “los primeros informes también han sugerido que Ómicron puede provocar una enfermedad clínica menos grave en los seres humanos”, según un informe firmado por Katherine McMahan y otro grupo de científicos.

“Aquí mostramos que ómicron es menos patógeno que las variantes anteriores del SARS-CoV-2 en los hámsteres dorados sirios. La infección de hámsteres con las cepas de SARS-CoV-2 WA1 / 2020, alpha, beta o delta condujo a una pérdida de peso del 4 al 10 % el día 4 y una pérdida de peso del 10 al 17 % el día 6, como se esperaba. Por el contrario, la infección de hámsteres con dos cepas de desafío de ómicron diferentes no dio como resultado ninguna pérdida de peso detectable (signos clínicos menos severos), incluso con dosis de desafío elevadas”, se indicó en ese informe, citado por Topol.

En otro de los estudios infectaron ratones con una variante pango B, delta u ómicron del SARS-CoV-2 y se comparó su patogénesis relativa.

Tras el análisis, establecieron que “a diferencia de los ratones infectados con los virus variantes pango B y delta, los infectados con la variante ómicron tenían signos clínicos menos severos (pérdida de peso), mostraron recuperación y tenían una carga viral más baja tanto en el tracto respiratorio superior como en el inferior. Esto también se refleja en procesos inflamatorios menos extensos en los pulmones”.

Entre los estudios citados por el prestigioso investigador Eric Topol, otro señaló que “a pesar del desarrollo y despliegue de contramedidas de anticuerpos y vacunas, las variantes de SARS-CoV-2 que se propagan rápidamente con mutaciones en sitios antigénicos clave en la proteína de pico ponen en peligro su eficacia. La reciente aparición de B.1.1.529, la variante ómicron que tiene más de 30 mutaciones en la proteína de la espiga, ha suscitado preocupaciones sobre la falta de la protección de las vacunas y los anticuerpos terapéuticos”.

Vale destacar que el aumento de los casos de ómicron en todo el mundo podría incrementar el riesgo de que aparezcan nuevas variantes más peligrosas, advirtió el martes la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Europa.

No obstante, aunque ómicron se está extendiendo rápidamente por todo el mundo, parece ser mucho menos grave de lo que se temía y ha suscitado esperanzas de que la pandemia de coronavirus pueda superarse.