Durante la pandemia, la gente tiene en cuenta el riesgo de infección que corre al exponerse a otras personas a la hora de decidir cuántos productos de protección sanitaria va a comprar o si va a cenar en el interior de un restaurante o en una cafetería. Al hacer esto, según muestra nuestra investigación, los individuos perciben menos riesgo de infección por covid-19 y adoptan menos comportamientos de protección de la salud cuando su mente hace algún tipo de asociación con sus amigos cercanos, un fenómeno denominado “efecto amigo-escudo”.
Este estudio surge de experiencias personales que ambas hemos tenido. Nos dimos cuenta de que nos sentíamos más o menos vulnerables a la infección por covid-19 en función de las personas con las que estábamos. Es decir, que probablemente nos sentíamos más seguras con los amigos íntimos. Nos fascinó este sesgo aparentemente irracional y quisimos estudiar en qué contexto se manifestaba.
Utilizando un estudio de campo y cuatro experimentos, descubrimos que esto ocurre en una amplia gama de contextos: cuando se piensa en un amigo mientras se leen noticias relacionadas con la covid-19, cuando se percibe a un amigo como la fuente de una infección previa por covid-19 y cuando se observa la presencia de amigos durante una posible exposición a la covid-19 en lugares cerrados.
Basta pensar en un amigo para sentirnos más seguros
En concreto, los individuos que pensaron en un amigo antes de leer noticias relacionadas con la covid-19 decidieron, a continuación, comprar una cantidad sustancialmente menor de artículos de protección sanitaria (mascarillas y desinfectantes para las manos) en comparación con los que pensaron en un conocido. Este comportamiento señala que, en presencia de multitudes, los individuos se relajan más con las medidas de protección de la salud cuando asocian los riesgos de la covid-19 con los amigos.
Del mismo modo, en otro estudio, los participantes que atribuyeron su infección previa por covid-19 a un amigo planeaban gastar menos de la mitad en artículos de protección de la salud que los que asociaban la covid-19 con un conocido o un desconocido.
Además, cuando preguntamos a los individuos que contemplaran una visita próxima a una cafetería interior con un amigo, anticiparon un riesgo de infección significativamente menor e incluso anticiparon que la cafetería estaría menos concurrida (es decir, sería menos arriesgada) que cuando contemplaban una visita con un conocido.
Recogimos nuestros datos entre abril de 2020 y febrero de 2021, el primer año de la pandemia. Como había varias restricciones, tuvimos que realizar nuestros estudios en línea, por lo que nos centramos en las percepciones de riesgo, que suelen ser predictores fiables de los comportamientos. Nuestro efecto amigo-escudo se basa en la sensación de seguridad que se siente con los amigos cercanos, que es un fenómeno universalmente compartido en todas las culturas. Por lo tanto, aunque los experimentos se hayan realizado con individuos de Estados Unidos, creemos que el efecto se replicará en España.
Efecto escudo y orientación política
Es importante destacar que encontramos que el efecto amigo-escudo es más prominente entre las personas que perciben una mayor brecha entre aquellos con los que se sienten cercanos (el llamado grupo interno) y con los que se sienten distantes (grupo externo).
Aunque suponemos que será así tanto en Estados Unidos como en España, no obviamos que en EE.UU. los conservadores tienden a tener unos límites más claros entre el grupo interno y el externo que los liberales. Por esta razón encontramos que los conservadores mostraron un efecto amigo-escudo más fuerte que los liberales. Se necesitan estudios futuros para abordar cómo se relaciona el efecto amigo-escudo con las orientaciones políticas en España.
Limitar los contactos, un arma de doble filo
Limitar las interacciones a los amigos íntimos y a los miembros de la familia ha sido una medida de protección comúnmente recomendada para reducir la transmisión de la covid-19 durante la pandemia. Sin embargo, nuestros hallazgos demuestran que estas burbujas sociales tan estrechas pueden crear involuntariamente otros problemas en la práctica. Sobre todo porque las personas tienden a percibir menores riesgos de infección y a adoptar comportamientos sanitarios menos protectores.
Dicho de otro modo, acostumbrar a las personas a pasar la mayor parte de su tiempo con su círculo social más cercano puede resultar contraproducente e intensificar una falsa sensación de seguridad e invulnerabilidad ante posibles (futuros) riesgos de infección.
Por ese motivo, insistimos en que los responsables de la seguridad deberían hacer un mayor esfuerzo para informar al público sobre los sesgos psicológicos, concretamente sobre el irracional y potencialmente peligroso efecto amigo-escudo. Asimismo, los responsables de las políticas públicas podrían considerar el diseño de campañas sanitarias más específicas para las personas más propensas a un efecto amigo-escudo más fuerte.
Aumentar la conciencia de este fenómeno podría ayudar a las personas a reconocer y contrarrestar proactivamente su tendencia a minimizar el riesgo de infección y a adoptar un comportamiento menos protector de la salud en presencia de amigos durante las pandemias. Después de todo, por muy cariñosos e íntimos que sean, los amigos y la familia no pueden impedir que nos contagiemos.
Este artículo fue publicado originalmente en el Science Media Centre España.
Por:
Eline De Vries
Profesora titular de Marketing en el Departamento de Economía de la Empresa, Universidad Carlos III
Hyunjung Crystal Lee
Profesora visitante de Marketing en el Departamento de Economia de la Empresa, Universidad Carlos III
Artículo publicado en The Conversation