En 2021 se identificó por primera vez la variante ómicron del coronavirus, que apareció después de la delta, pero parecía ser menos letal que su predecesora.

En efecto, los científicos encontraron que esta nueva mutación del SARS-CoV-2 no causaba una infección de mayor gravedad o mayor tasa de mortalidad en los infectados.

No obstante, en su momento se probó también que esta sí poseía características que le permitían ser mucho más transmisible y evadir la respuesta inmunológica del organismo.

Fue así como los gobiernos de todo el mundo y las autoridades sanitarias tuvieron que iniciar una carrera por la aprobación de las dosis de refuerzo de las vacunas, que permitieran frenar el paso de ómicron y sus más de 50 mutaciones.

Ahora, con una gran parte de la población mundial vacunada contra el virus, las medidas no farmacológicas como el uso del tapabocas, lavado de manos y distanciamiento social se han vuelto cosa del pasado, pero no con el resultado que se esperaba.

Expertos afirmaron en su momento que, como la propagación descomunal que hubo en los primeros meses de contagios, así como el rezago de la vacunación en países pobres, aún existía la alta probabilidad de que aparecieran más y peores variantes del SARS-CoV-2.

Las nuevas mutaciones que preocupan a los virólogos y epidemiólogos son tres en concreto: BA.4, BA.5 y la BA.2.75. Estas son las subvariantes de ómicron a las que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha responsabilizado por los recientes aumentos de casos en el mundo.

Las nuevas variante de ómicron no difieren mucho en sus síntomas, siendo la mayoría similares a los de una gripe tradicional. | Foto: Getty Images

Las dos primeras, BA.4 y BA.5, son las que más se han registrado en los sistemas de vigilancia, pues aunque no sean más letales que el SARS-CoV-2 o la misma ómicron, sí tienen altas capacidades para eludir los anticuerpos e infectar el organismo.

Por su parte, la subvariante BA.2.75 –también conocida como centaurus– fue detectada recientemente por las autoridades sanitarias de la India, quienes alertaron que los casos positivos diarios de la enfermedad respiratoria estaban duplicándose y hasta triplicándose con el paso de las semanas.

Esta última ya está presente, según las autoridades, en países como Alemania, Australia, Canadá, Estados Unidos, Japón, Nueva Zelanda y Reino Unido.

La gran capacidad de transmisión que tienen estos sublinajes los han puesto bajo la lupa de las organizaciones de salud de todo el mundo, pues lo que se esperaba era que el ritmo de contagios bajara a medida que el comportamiento de la covid-19 se tornaba más endémico.

Ahora bien, a pesar de que las mutaciones de ómicron no representan una mayor cantidad de muertes por el virus, sí están aumentando con gran velocidad el número de infecciones, así como de hospitalizaciones en poblaciones de riesgo.

Ante este panorama, los científicos han analizado cuáles son los síntomas que provocan estas nuevas variantes.

Lo que se ha encontrado es que estas cepas no tienen gran diferencia con la original de ómicron, y los síntomas que producen en su mayoría son los de la gripe: congestión nasal, tos, dolor de garganta, fatiga, dolor de cabeza, dolores musculares, cansancio y, en algunas ocasiones, diarrea.

No obstante, lejos de ser un alivio esta situación es una alerta para los profesionales de la salud, quienes advierten que el riesgo es que las personas no se protejan como deberían ni consulten al médico por pensar que se trata de gripe común, y esto desemboca en mayor transmisión.

Asimismo, de acuerdo con la OMS, es casi nula la evidencia de una mayor gravedad del contagio por parte de estos sublinajes, por lo que su impacto no es considerablemente alto.

Lo que sí ha considerado como motivo de preocupación el organismo sanitario es la posibilidad de que este aumento en el número de contagios termine en un incremento de hospitalizaciones.

Por esto, los directivos de la OMS, en cabeza del director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, han decidido mantener con la categoría de pandemia la emergencia sanitaria por la covid-19.

De acuerdo con la científica jefa del organismo, Soumya Swaminathan, BA.2.75 es realmente una ramificación de la variante BA.2 de ómicron, detectada en abril pasado. No obstante, todo apuntaría teóricamente a que es la más infecciosa de todas.

La experta aseguró en días pasados que las mutaciones de la subvariante son las que le permiten acceso a las células del organismo humano, lo que podría darle, a su vez, mayor capacidad de contagio y de evasión de la inmunidad que puede generar una infección natural o un biológico.

Para otros científicos, la llamada centaurus no es más que la última de una lista interminable de “subcepas” de la variante ómicron, que podría tener en sí las ventajas que las mutaciones anteriores le han otorgado a la original.

Sin embargo, muchos de los académicos que estudian de cerca el comportamiento del SARS-CoV-2 y todas estas novedades concuerdan en que hace falta tiempo para poder sacar conclusiones sobre la posible letalidad de un sublinaje como este o las BA.4 y BA.5.

El otro factor que reúne a todos los expertos en el tema es la importancia de mantener las medidas de autocuidado que ya se han mencionado para prevenir una nueva ola mundial como la que ya se está dando en los países que relajaron sus restricciones ante una relativa calma a finales de 2021.