Ese es el misterio de la sangre, como explica el cómico británico Tony Hancock en uno de sus sketches más conocidos, El donante de sangre. Este no soporta mirar la aguja que extrae su preciada muestra de “AB negativo, rhesus positivo”, y se desmaya cuando la punta toca su brazo.

El personaje de Hancock padece lo que se conoce como fobia “inyección-sangre-herida”. Entre los trastornos de ansiedad, es una anomalía. En los momentos de ansiedad aguda, es habitual sentir que uno está a punto de desmayarse. Pero esa sensación es una ilusión. El desmayo es el producto de una caída drástica de la presión arterial. En los momentos de ansiedad, el dial se dispara en la otra dirección: la presión arterial aumenta. Eso hace que los desmayos sean imposibles.

Excepto, sin embargo, en los casos de fobia a las inyecciones y a la sangre. En esta fobia, única entre los trastornos de ansiedad, la visión de, por ejemplo, una aguja hipodérmica provocará un aumento inicial de la frecuencia cardíaca y la presión arterial, pero puede ir seguida rápidamente de un descenso precipitado de ambas (lo que se conoce como “respuesta vasovagal”. Cuando esto ocurre, algunas personas caen al suelo.

Si ha experimentado este tipo de situaciones, es totalmente comprensible que quiera evitar que se repita. Pero el programa de vacunación contra la covid-19 significa que casi todo el mundo ha tenido que enfrentarse a la aguja o lo hará pronto. ¿Podría una fobia explicar por qué algunas personas dicen que no se vacunarán?

Era algo que había escuchado sobre los escépticos de las vacunas, y tenía sentido. Un centro de vacunación sería un lugar público en el que sufrir la vergüenza de desmayarse. Sin duda, me lo pensaría dos veces antes de ponerme en la cola si temiera caer al suelo de repente.

Identificar los miedos

Para averiguar el papel que podría desempeñar esta ansiedad en las dudas sobre la vacuna de la covid-19, nos dirigimos a los 15 014 participantes en nuestra tercera Encuesta de Oxford sobre Explicaciones, Actitudes y Narrativas sobre el Coronavirus (OCEANS-III). OCEANS es un proyecto en curso que trabaja para proporcionar respuestas basadas en la evidencia sobre la mejor manera de presentar la información sobre la vacunación y combatir la desconfianza.

Pedimos a los participantes que calificaran sus sentimientos sobre, por ejemplo, recibir una inyección, o ver a otra persona donando sangre, o ver una operación quirúrgica en la televisión. También les preguntamos sobre su disposición a recibir la vacuna covid-19. Los resultados se han publicado en la revista Psychological Medicine.

Los participantes del OCEANS fueron seleccionados para que fueran representativos de la población del Reino Unido en cuanto a edad, sexo, etnia, ingresos y región. Una cuarta parte del grupo dio positivo en la prueba de detección de una posible fobia “inyección-sangre-herida”, lo que demuestra lo común que es esta afección. Sorprendentemente, estas personas eran dos veces más propensas a declarar que tenían dudas sobre la vacuna covid-19, es decir, que pospondrían la vacunación o incluso no se vacunarían nunca.

Por supuesto, lo que hemos encontrado es una asociación; la causalidad está por establecer. Pero dado que la fobia a las agujas es una causa muy plausible en los casos de indecisión, lo que esto sugiere es que si pudiéramos agitar una varita mágica y librar a la gente de su ansiedad a causa las inyecciones, algo más del 10% de los casos de indecisión a la hora de vacunarse también podrían desaparecer.

Las dudas sobre las vacunas tienden a ser un poco más altas entre los más jóvenes y ciertos grupos étnicos minoritarios. Pero no es solo el escepticismo a las vacunas lo que es más común en estos grupos: también es el miedo a las inyecciones. Esto no parece ser una coincidencia. Aunque ciertamente no son el factor principal, el OCEANS-III sugiere que los temores a las inyecciones explican en parte las mayores tasas de rechazo de las vacunas en estos grupos demográficos.

Cómo combatir las fobias

Cuando se trata de controlar la covid-19, cada vacuna cuenta. Así pues, ¿qué se puede hacer para combatir el miedo a las inyecciones? Se han desarrollado tratamientos cognitivo-conductuales rápidos y eficaces; el truco, por supuesto, es hacerlos llegar a quienes los necesitan.

Estos tratamientos funcionan exponiendo gradualmente al paciente a estímulos relacionados con las inyecciones hasta que sus temores disminuyen. Por ejemplo, el tratamiento de una sola sesión desarrollado por Lars-Göran Öst consiste en una progresión gradual que va desde el pinchazo repetido en el dedo con una mini lanceta, pasando por la inserción de la aguja sin inyección, hasta las inyecciones reales con solución salina.

Este tratamiento dura tres horas y produce resultados duraderos para el 80% de las personas. También funciona bien una versión que utiliza la exposición gradual a imágenes y vídeos de agujas e inyecciones y la simple manipulación de una jeringuilla, sin inyecciones reales.

Los desmayos también pueden abordarse. En primer lugar, se enseña a los pacientes a reconocer los primeros signos de un descenso de la tensión arterial. A continuación, aprenden a combatir esta bajada aplicando tensión muscular: cinco ciclos tensando los músculos de los brazos, el pecho y las piernas durante 20 segundos, seguidos de 20-30 segundos de un nivel de tensión normal.

OCEANS-III indica que el aumento del acceso a estos tratamientos contra la fobia, que también pueden ser administrados eficazmente en grupos, probablemente reducirá las dudas sobre las vacunas. Además, es posible que en un futuro no muy lejano podamos vacunarnos sin necesidad de una inyección: una versión en spray nasal de la vacuna de Oxford/AstraZeneca es sólo una de las varias que se están evaluando. El temido pinchazo podría convertirse pronto en cosa del pasado.

El éxito de los programas de vacunación contra la covid-19 depende de su aceptación. Por ello, es muy importante responder a las preocupaciones de los indecisos sobre la vacuna. Para los millones de personas de todo el mundo que tienen miedo a las inyecciones, el esfuerzo consiste en una mañana de terapia contra la fobia o un aerosol nasal: tratamientos básicos que pasan el análisis más básico de costo-beneficio.

Por:

Daniel Freeman

Professor of Clinical Psychology, University of Oxford

Publicado originalmente en The Conversation