El pasado miércoles, ante un comité de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, el director interino del Instituto Nacional de Salud de EE. UU., Lawrence Tabak, realizó una confesión reveladora sobre las primeras pistas de la existencia del coronavirus detectadas a nivel mundial, confirmando que funcionarios de esa institución sanitaria estadounidense habían conocido oportunamente sobre las ‘primeras secuelas genómicas de la covid-19′, no obstante, estas fueron ocultadas por pedido de expertos chinos.

En sus declaraciones, recogidas por el New York Post, el experto también aclaró que, pese a que dicha información no se reveló en virtud de la solicitud de sus pares en China, las evidencias permanecen archivadas.

En ese sentido, el alto funcionario sanitario explicó a un comité especial de la Cámara de Representantes que esos datos sobre la enfermedad, que tuvo como epicentro inicial la ciudad de Wuhan, si bien se ocultaron al público, aún pueden ser consultados y analizados a través de un “sistema de cinta arcaico”.

Luego de lo dicho por el funcionario ante la Cámara, su declaración se toma como una confirmación de una serie de señalamientos que ya se habían hecho públicos a través de algunos medios de comunicación estadounidenses, en los que se añadía que dicha información podría dar luces clave sobre la polémica acerca del origen del virus, determinando si realmente mutó de animales a humanos o si, en efecto, se trató de una construcción en un laboratorio del Instituto de Virología de Wuhan.

Ante la revelación de la “complacencia” de los funcionarios estadounidenses a la solicitud de los científicos chinos, Tabek explicó que “cualquiera que envíe datos al archivo de lectura de secuencias puede solicitar que se eliminen”, y eso era lo que había sucedido, no obstante, la eliminación solamente fue de la vista pública, porque una copia de ello permanece archivada y puede ser consultada por los expertos si se tiene el número del registro.

En un artículo de la revista Vanity Fair, publicado en semanas pasadas y retomado ahora por el New York Post con ocasión de la declaración del directivo del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, se daba cuenta de una denuncia elevada en 2021 por el biólogo evolutivo Jesse Bloom, quien señalaba que los registros de las primeras secuencias de covid-19 habían desaparecido de un repositorio que estaba bajo la administración del gobierno federal.

En su momento, el denunciante recibió una serie de ataques de otros expertos, como el otrora director del NIH (Instituto nacional de Salud), Francis Collins, y el reconocido experto Anthony Fauci, quien ostenta el cargo de director del instituto de enfermedades infecciosas.

De acuerdo con el artículo referido, Bloom había señalado, en el borrador de un artículo científico, que el comportamiento de eliminación de las evidencias de las secuencias, de parte de científicos chinos, era una conducta “suicida”; no obstante, tras conocer dichas aseveraciones, Collins y Fauci lo recriminaron, advirtiendo que en su denuncia se planteaba un aparente encubrimiento y que el uso de la palabra estaba “cargado”.

Dicha conversación entre expertos ocurrió, según las dos citadas publicaciones estadounidenses, en junio de 2021, cuando otro científico, Kristian Andersen, había explicado a Bloom “que el equipo de Wuhan tenía derecho a recuperar información temprana sobre la pandemia”, advirtiendo que los señalamientos emitidos para cuestionarlo no eran éticos, invitando a su vez a que el artículo en que se hacía la denuncia fuera borrado.

Este tema genera una gran polémica, en tanto hasta el momento autoridades de China se han negado a colaborar con una iniciativa mundial para estudiar el origen del virus que se convirtió en pandemia a inicios de 2020 y que ha dejado un halo mortal de más de un millón de personas solo en Estados Unidos, y ha sido la responsable de una crisis social y económica que tiene efectos en todo el mundo.

Hasta el momento, las dos hipótesis que cuentan con mayor credibilidad sobre el origen de la enfermedad, refieren a la mutación de animales a humanos, y a la fabricación en un laboratorio de virología en Wuhan.

El tratamiento de parte de los dos recientes gobiernos de Estados Unidos al tema es disímil, pues mientras Biden ha adoptado una actitud más serena y no ha abogado ante China para que coopere en las investigaciones, el gobierno Trump sí había adoptado una actitud de señalamiento a China, incluso sugiriendo que ese país pagara diez billones de dólares en reparaciones por los daños generados por el virus.

Pese a que la administración Trump, en ese sentido, había impuesto una serie de aranceles a China a modo de presión, el gobierno Biden se encamina a levantarlo, de acuerdo con su portavoz Jen Psaki, en declaraciones a la prensa.

Otro de los puntos que genera polémica es la supuesta participación de funcionarios sanitarios de EE. UU. en la investigación en Wuhan, en calidad de financiadores, que permitió el descubrimiento de una variante de covid aún más infecciosa, según evidencias de laboratorio y pruebas en ‘ratones humanizados’.