El temor a un confinamiento estricto llevó a muchos habitantes de Pekín a hacer compras de emergencia, mientras se formaban grandes filas en el distrito central de la capital para realizar las pruebas masivas ordenadas por las autoridades chinas.
Al mismo tiempo, China intenta contener una ola de contagios en Shanghái, donde la casi totalidad de los 25 millones de habitantes lleva varias semanas de confinamiento. El Ministerio de Salud informó el lunes de 51 nuevas muertes por el coronavirus en la capital económica china, un récord para la ciudad.
Shanghái, hasta el momento, ha tenido dificultades en proveer alimentos frescos a las personas confinadas, mientras los pacientes reportan problemas para acceder a atención médica para otros males.
El principal distrito del centro de Pekín, Chaoyang, que tiene 3,5 millones de personas, ordenó efectuar pruebas masivas a sus habitantes y quienes trabajan en ese sector de la ciudad, donde operan varias empresas multinacionales y embajadas.
Entre tanto, las filas para hacerse la prueba de coronavirus rodearon los centros comerciales y edificios de oficinas. “Si detectan un solo caso, toda esta zona podría ser afectada”, indicó Yao Leiming, un ejecutivo de 25 años, mientras esperaba hacerse la prueba.
Las advertencias de un brote de covid en la ciudad generaron el domingo una corrida a los supermercados de Pekín en busca de productos esenciales. Numerosos productos en las aplicaciones de entrega de compras se agotaron la noche del domingo después de que se anunció la orden de hacer pruebas, pero el lunes volvieron a surtir los mercados.
Zhao, un poblador de Pekín, compró el lunes varias bolsas de provisiones, incluyendo huevos y legumbres después de escuchar la orden de pruebas masivas. El hombre de 31 años dijo que quería estar seguro de que su niño pequeño tuviera suficientes alimentos si la familia recibía la orden de permanecer en casa.
“Los adultos pueden sobrevivir algunos días, pero no es igual para los niños”, comentó Zhao. Mientras que Wang, otra compradora en un supermercado, dijo temer que “las cosas se pongan como en Shanghái. La gente está ansiosa, todo el mundo está acaparando productos y nos da miedo de que las cosas se agoten”, afirmó la mujer de 48 años.
De igual manera, cerca de treinta complejos residenciales de Pekín sufren actualmente una forma de confinamiento, al tiempo que los gimnasios de la capital debieron cancelar clases o cerrar. Pekín, que tiene 22 millones de habitantes, también impuso severos controles de ingreso a la ciudad, incluyendo la presentación de pruebas negativas de covid-19.
Pocos días antes del 1º de mayo, la Alcaldía de esa ciudad ordenó además a las agencias de viaje suspender las excursiones en grupo en la capital. Pero se sabe que la vida sigue siendo normal en Pekín. Los comercios, restaurantes y cines permanecen abiertos.
Pero los mercados se preocupan, pues se ha registrado una caída en las bolsas chinas de Shanghái (-5,13 %), Shenzhen (-6,48 %) y Hong Kong (-3,85 %) se hundieron este lunes.
La capital ha reportado decenas de contagios en la última semana, incluyendo 19 casos nuevos el lunes, tras la advertencia de que el virus había estado circulando durante varios días sin ser detectado.
Sin embargo, las cifras de Pekín son insignificantes comparadas con las de Shanghái, que ha registrado más de medio millón de contagios desde el 1 de marzo y busca contener su peor brote del virus en dos años, siguiendo una política de covid cero que contempla confinamientos estrictos, pruebas masivas y restricciones de viajes.
Las autoridades consideran que esta estrategia ayudó a China a evitar los grandes colapsos sanitarios vistos en otros lugares del mundo durante la crisis del covid, pero al mismo tiempo sus efectos han golpeado con dureza a las empresas y a la población.
El término “duro confinamiento” se volvió tendencia el fin de semana en las redes sociales chinas luego de que se divulgaron imágenes de Shanghái en las que las autoridades cerraban la entrada de edificios con láminas metálicas.
*Con información de AFP