Países Bajos ha eliminado este miércoles las últimas restricciones impuestas para frenar la pandemia de COVID-19, relacionadas con las mascarillas y las pruebas diagnósticas obligatorias.

Así, los usuarios del transporte público ya no tendrán que usar la mascarilla en los trayectos y los test obligatorios para acceder a discotecas o eventos masivos sin asientos se han suprimido.

Los neerlandeses aún deben usar mascarilla en aeropuertos y aviones debido a las restricciones internacionales, pero las aerolíneas del país ya han adelantado que no vigilarán el cumplimiento de esta medida.

La situación de los hospitales en Países Bajos debido es estable. En los últimos siete días, las autoridades sanitarias han constatado, de media, unas 45.000 nuevas infecciones diarias. La tasa de incidencia a siete días es, así, de unos 1.800 casos por 100.000 habitantes.

El Gobierno neerlandés sí ha advertido a la ciudadanía de que continúen cumpliendo con las reglas generales de higiene, como lavarse las manos o ventilar las estancias. Si una persona experimenta síntomas compatibles con la COVID-19, las autoridades han pedido que se someta a una prueba y se aísle en su domicilio si esta arroja un resultado positivo.

En días pasado, el ejecutivo dijo que los bares y restaurantes volverán a los horarios de apertura anteriores a la pandemia, y anunció el fin de la obligación de llevar mascarilla en la mayoría de los lugares públicos así como de las normas de distanciamiento social.

Países Bajos impuso en diciembre algunas de las restricciones más estrictas de Europa tras un pico de casos de la variante ómicron, antes de levantarlas gradualmente.

“El país se está abriendo de nuevo”, dijo el ministro de Sanidad, Ernst Kuipers, en una conferencia de prensa. El 25 de febrero “volveremos al horario normal de cierre”, como antes de la pandemia, subrayó.

“Mantener la distancia y llevar una mascarilla sigue siendo sensato, pero no es una obligación”, añadió.

¿Cómo diferenciar la gripe y el resfriado del covid-19?

Aunque la pandemia por covid-19 ha tomado un ‘respiro’ en las últimas semanas, esto no quiere decir que la crisis sanitaria se haya acabado; de hecho, este momento de la historia, según los expertos, es en el que se debe trabajar arduamente para lograr pasar de una pandemia a una endemia, es decir, una situación en la que el ser humano no acaba con el virus, pero puede vivir con este sin el miedo a que sea mortal.

Además, hay otro tema del cual preocuparse: en este justo instante de la pandemia es mucho más difícil diferenciar entre un contagio por el nuevo coronavirus que uno por gripe “normal”.

De acuerdo con el epidemiólogo y exdirector ejecutivo del Departamento de Salud de Detroit, el doctor Abdul El-Sayed, la actual variante dominante de la covid-19, ómicron, parece no ser tan infecciosa como sus antecesoras, lo que significa que es menos virulenta o dañina para el ser humano.

Esto ha hecho que la covid-19 se confunda con los resfriados comunes, aunque, por el momento, no se pueden ni se deben tratar igual. “El hecho de que el riesgo individual de enfermedad grave sea menor no significa que a nivel social ómicron no suponga un riesgo real”, explicó El-Sayed, en conversación con la cadena estadounidense CNN.

Además, el uso de las vacunas también ha ayudado a que los síntomas del coronavirus sean mucho más leves, lo que complica aún más diferenciar entre ambas enfermedades.

“Lo importante es recordar que una vacuna es como una llamada de atención al sistema inmunitario. Por lo tanto, su capacidad para identificar, atacar y destruir los virus es mucho mayor cada vez que sumamos otro refuerzo de la vacuna (…) Tiene sentido que los síntomas que se experimenten sean más leves si te has vacunado”, indicó el experto.