En medio del plan de vacunación que se viene adelantando en todo el mundo con el fin de que las personas no estén expuestas a las graves consecuencias que trae el contagio de la covid-19, se siguen conociendo casi a diario casos de personas que, tras resultar gravemente afectadas por la enfermedad, han manifestado su arrepentimiento por no haberse vacunado y, por el contrario, haber adoptado una posición de rechazo a los inmunológicos.

Ese es el caso de Brian Lynch, un residente de la ciudad de Blackburn, Inglaterra, que, aunque declaró no ser un antivacuna, si era escéptico a las mismas, motivo por el que quería conocer más datos y resultados científicos a largo plazo antes de recibir el inmunológico.

Sin embargo, el hombre de 46 años, en medio de su espera por esta información, se infectó de coronavirus y perdió la batalla contra la letal enfermedad.

Desde el pasado 7 de julio, Lynch estaba internado en el Royal Blackburn Hospital, lugar donde pasó varias semanas en cuidados intensivos, en las que, por medio de su cuenta de Facebook, relató su situación y prometió a sus amigos que si se recuperaba, recibiría la vacuna.

Empezó señalando que, tras no sentirse bien, decidió hacerse una prueba de PCR, “a pesar de lo que pienso sobre las pruebas y las vacunas covid”, indicó según reseña “Daily Mail”, la cual resultó positiva.

Al igual que él, Gina Lynch, su esposa, también resultó positiva, pero ella pudo recuperarse de la enfermedad en casa gracias a que no presentó síntomas fuertes.

Tras conocer el resultado, Lynch dio a conocer su posición frente a la enfermedad, la cual consideraba que solo afectaba de gravedad a las personas de avanzada edad.

“Hice la prueba de PCR más por el cuidado de mi familia, amigos y clientes. Resultó positiva. Seré honesto, pensé que solo los ancianos eran las personas vulnerables que terminaban hospitalizadas”, añadiendo que se sentía “más asustado que nunca”.

“Bueno, como lo descubrí por las malas, mis niveles de oxígeno bajaron al 52 % y no podía respirar. Es lo más asustado que he estado y sentí como si estuviera siendo asfixiado en mi propio cuerpo. Ahora estoy en cuidados intensivos en Blackburn y he estado conectado a un respirador artificial desde que llegué tratando de fortalecer mis pulmones y recuperar mis niveles de oxígeno”, relató a través de su red social días después, motivo por el que alentó a las personas a que se cuidaran frente a la covid-19.

“A cualquiera que pueda tener pensamientos similares a este, les digo que se cuiden”, añadió Lynch, quien se tomó una selfie donde se le veía en la cama del hospital.

Días más tarde, el 12 de julio, el hombre volvió a reportar cómo iba su estado: “Bueno, he estado despierto desde las 4:45, me desperté con un ataque de tos nuevamente. Solo logré calmarme después de casi una hora. Esta tos de covid realmente es brutal, no puedo esperar a que se disipe. No puedo recuperar el aliento, toma toda tu energía”, escribió.

Como ha pasado con miles de pacientes en el mundo, la situación médica de Lynch fue empeorando, motivo por el que, tras ser inducido a un coma, el pasado 31 de julio el hombre perdió la vida dejando un vacío en su familia y amigos que lo recuerdan con mucho cariño y lamentan su partida.

La muerte de Lynch se produce días después de la muerte de John Eyers, un hombre atleta de 42 años que también falleció a causa de coronavirus tras haber rechazado la vacuna.

Según Jenny McCann, hermana gemela del hombre fallecido, “la única condición de salud preexistente que tenía era la creencia en su propia inmortalidad”, motivo por el que no le prestó la atención correspondiente al coronavirus y se negó a vacunarse.

En la historia relatada por la mujer a través de un hilo publicado en su cuenta de Twitter, McCann indica que su hermano era un hombre atleta que antes de contagiarse estaba escalando montañas y acampando, motivo por el que, para ella, era la persona más sana y en forma que conocía.

Sin embargo, esta sensación de fuerza y vitalidad le jugó una mala pasada al hombre aventurero, que, confiado en su condición, pensó que si llegaba a contagiarse del letal virus solo sufriría algunos síntomas leves.

“La única condición de salud preexistente que tenía era la creencia en su propia inmortalidad. Pensó que si contraía covid-19 estaría bien. Pensó que tendría una enfermedad leve. No quería poner una vacuna en su cuerpo”, escribió la mujer.

Tras contagiarse, Eyers duró cuatro semanas luchando por su vida; sin embargo, la fuerte infección y una insuficiencia orgánica terminaron arrebatándole la vida.

No obstante, antes de ser intubado, el hombre, al parecer arrepentido, le dijo a su médico que “deseaba haber sido vacunado, que deseaba haber escuchado”, informó la hermana de la víctima.

Ante la lamentable pérdida, Jenny McCann dijo que espera que dar a conocer la historia de su hermano ayude a que muchas personas que no han querido vacunarse lo piensen mejor y con ello se salven algunas vidas.