Con frecuencia, a medida que pasan los años, las personas comienzan a mostrar la pérdida de masa muscular, lo que es un proceso gradual y generalmente no causa dolor, por lo que puede pasar desapercibido.

Sin embargo, esto hace que el cuerpo pierda rendimiento, disminuya la fuerza, y es conocido por médicos y expertos como sarcopenia, y se atribuye por muchos al paso de los años.

Es por esto que comenzaron estudios, y se evidenció que algunos pacientes de coronavirus, sobre todo aquellos que tuvieron la enfermedad de manera prolongada, la experimentan.

Datos de la Biblioteca de Medicina de los Estados Unidos dicen que la sarcopenia es un término utilizado para definir la pérdida de masa muscular y fuerza que sucede a medida que las personas avanzan en su edad, y se cree que esto tiene un papel fundamental en la patogénesis de la fragilidad y el deterioro funcional que se produce con la vejez.

El desgaste muscular progresivo sucede con el envejecimiento, y se calcula que la prevalencia de sarcopenia clínicamente significativa está en cerca del 8,8 % de mujeres jóvenes y el 17,5 % de hombres ancianos.

Respecto a su relación con la covid-19, una publicación del Centro Nacional para la Información Biotecnológica dice que: “Dado que el aislamiento social se adopta como la medida más protectora contra la covid-19, el nivel de actividad física y la ingesta de una dieta adecuada han disminuido considerablemente, especialmente entre los adultos mayores, lo que denota una mayor posibilidad de desarrollar sarcopenia”.

“La detección temprana y el manejo adecuado de la sarcopenia y las condiciones de emaciación en adultos mayores y pacientes con coronavirus pueden minimizar la morbilidad y la mortalidad durante la actual crisis de la covid-19. Las pautas actuales recomiendan la evaluación previa de la fuerza muscular mediante medidas simples como la fuerza de agarre para identificar a las personas con debilidad comprobada que luego se examinarían para detectar la pérdida de masa muscular”, agregó.

“Este último se mide mejor mediante resonancia magnética y tomografía computarizada. Sin embargo, debido al elevado costo y riesgo de radiación que conllevan estas técnicas, se prefieren otras técnicas más sencillas y económicas como la DXA y la ecografía”, añadió.

Otros efectos secundarios

De igual manera, los especialistas han detectado pérdida del olfato o anosmia y del gusto o ageusia-conjuntivitis, lesiones cutáneas en forma de urticaria o la pérdida del cabello de una forma rápida y masiva.

Aunque en el momento de la infección uno de los síntomas más regulares son la pérdida del olfato y del gusto, esta situación permanece en muchas personas, meses después de haber superado el contagio.

Pero, adicionalmente, en muchos casos se ha detectado el trastorno denominado parosmia, que es un fenómeno que hace que los olores y sabores se distorsionen, que se comiencen a oler “cosas raras”.

Esas experiencias han quedado registradas en redes sociales donde algunas de las mujeres y hombres que han padecido del coronavirus coinciden sobre los efectos que ha dejado la covid-19.

Allí se han podido leer testimonios como: “el olor es siempre como de cítricos podridos”, “me huele a comida en descomposición y a pañales sucios”, “no soporto abrir la heladera y el café tiene sabor a gasolina”, entre otros, dejando ver esos efectos que han conllevado a que no hayan podido recuperar ni el gusto ni el olfato.

La parosmia se relacionaba, antes de la pandemia, con enfermedades del sistema nervioso o psiquiátricas, pero ahora, la pérdida y distorsión del olfato están relacionadas con otras de 100 posibles razones entre las que incluye el virus, sinusitis, traumatismo craneal, quimioterapia, enfermedad de Parkinson y enfermedad de Alzheimer.

En medio de la lucha contra la pandemia, con planes de vacunación en marcha y el restablecimiento de algunas medidas de restricción y de bioseguridad, los expertos trabajan en la búsqueda de una solución científica a esa situación, ya que muchos de los pacientes sienten que no hay una solución de corto plazo.

De acuerdo con estudios, en 2020 la parosmia fue el principal factor para determinar que una persona había resultado contagiada debido a la pérdida del sentido del olfato y aunque pudieron recuperarla en un momento determinado, volvieron a experimentar esas distorsiones.

Según un estudio publicado en la revista “Chemical Senses”, basado en cuestionarios, se puedo determinar que el 7 % de los pacientes que sufrieron de covid-19 experimentaron distorsión del olfato.

En ese mismo sentido, se adelantó otro análisis basado en una encuesta online en el Reino Unido 6 meses después de la aparición del coronavirus, y se pudo determinar que el 43 % de los pacientes que inicialmente habían informado haber perdido su sentido del olfato reportaron experimentar parosmia.

El artículo que fue publicado en la revista “Rhinology” señaló que el surgimiento de ese fenómeno se produjo en una media de 2,5 meses después de la pérdida de olfato de los pacientes.

Los expertos tienen varias teorías sobre el origen de ese fenómeno, una de las cuales señala que es es el resultado de una inflamación en la hendidura olfatoria, mientras que otra hipótesis indica que es producto de una infección. La tercera teoría señala que el virus afecta las neuronas olfativas en el cerebro y estas dejan de procesar de manera correcta la información relacionada con el olor de las cosas.