Acaba de ser noticia que un grupo de virólogos han sido capaces de aislar y cultivar en el laboratorio por primera vez el virus Lloviu a partir de muestras de sangre de murciélagos vivos obtenidos en cuevas de Hungría. Aunque de momento no sabemos qué papel podría representar este virus en la salud humana, su hallazgo pone de manifiesto la importancia de la vigilancia virológica en animales silvestres, especialmente en los murciélagos.
¿Pero quién es el virus Lloviu? En 2011 se identificó un nuevo virus de la familia de los Filovirus en muestras de murciélagos muertos hallados en la cueva asturiana de Lloviu (de ahí proviene su nombre). A ese mismo grupo de virus pertenecen los peligrosos Ébola y Marburg, de los más letales en primates, incluido el ser humano. El hallazgo era significativo, porque ambos virus son endémicos de África y Filipinas, y esta era la primera vez que se detectaba un Filovirus en muestras naturales en Europa.
Sin embargo, en aquel momento, el virus no consiguió cultivarse ni aislarse en el laboratorio. Solo se detectó su genoma ARN por métodos moleculares. No había ningún dato que sugiriera que podía ser patógeno para el ser humano. De hecho, no todos los Filovirus lo son.
Un virus que circula en murciélagos
Desde 2016 se habían venido detectando genomas del virus Lloviu en otros murciélagos en distintas cuevas europeas, lo que sugería que el virus podría estar circulando en las poblaciones de murciélagos. En concreto, en el murciélago insectívoro Miniopterus schreibersii. En el trabajo publicado ahora, el virus se ha podido aislar, ha sido cultivado en líneas celulares y se ha comprobado que es capaz de infectar y replicarse en células humanas y de mono en el laboratorio. Por lo tanto, podría tener la capacidad de propagarse en otras especies.
Además, los investigadores han comprobado que no existe reacción cruzada de anticuerpos entre el virus Lloviu y el virus del Ébola. Eso implica que, probablemente, las vacunas que han sido desarrolladas contra el ébola no serían útiles para prevenir una potencial infección por Lloviu.
Los murciélagos, un almacén de virus peligrosos
Los murciélagos, cuyo nombre científico es quirópteros (Chiroptera), son un tipo de mamíferos cuyas extremidades superiores se desarrollaron como alas. Se trata de los únicos mamíferos voladores, y pocos saben que existen más de 1.400 especies de murciélagos distintas y que representan aproximadamente 20 % de todas las especies de mamíferos. De hecho, dentro de los mamíferos son, después de los roedores, el grupo más numeroso. Están presentes en todos los continentes, excepto en las regiones polares y en los desiertos más extensos.
Algunas especies de murciélagos son un reservorio o almacén natural para gran número de microbios patógenos. Es más, como se ha demostrado con la pandemia de covid-19, pueden jugar un papel esencial en la transmisión de muchas enfermedades infecciosas.
Hace unos años se analizó el viroma (el conjunto de genomas de los virus) del murciélago gigante Pteropus giganteus (el zorro volador de la India) y encontraron 55 virus distintos. Cincuenta de ellos eran nuevos, de varias familias de virus como Coronavirus, Paramyxovirus, Hantavirus, Astrovirus, Bocavirus, Adenovirus, Herpesvirus y Polyomavirus.
En otros estudios se ha demostrado que los murciégalos son el hospedador natural de muchos virus zoonóticos que causan infecciones, algunas muy graves en humanos. Desde los ya mencionados filovirus Ébola y Marburg, hasta el virus de la rabia. También los coronavirus que causan los síndromes agudos respiratorios como el SARS-CoV1 y CoV2 o el MERS. Sin olvidarnos de Paramyxovirus, como los virus Nipah y Hendra o distintos tipos de Influenza A.
¿Por qué los murciélagos albergan tantos virus sin enfermar?
A pesar de ser un almacén de virus, parece que los murciélagos son inmunes a su infección. ¿Por qué los murciélagos, portadores de tantos virus diferentes algunos tan peligrosos, no se infectan ellos mismos y mueren por la acción de un ataque masivo? ¿Qué tienen de especial los murciélagos para ser inmunes?
Estas preguntas siempre han intrigado a los investigadores. Algunos piensan que no tienen nada de especial, que solo es cuestión de número: hay tantas especies de murciélagos distintas y tantos individuos que no es sorprendente que tengan tantos virus. Algunas colonias de murciélagos, por ejemplo, pueden estar formadas por ¡millones de individuos!
Sin embargo, hay otros investigadores que piensan que los murciélagos sí tienen algo peculiar. Por ejemplo, se ha secuenciado el genoma de un par de especies de murciélagos y se ha encontrado que, a diferencia de otros mamíferos, los genes del sistema de detección y reparación de daños en el ADN están activos de forma constitutiva. Se especula que esto podría estar relacionado con el tipo de vuelo de los murciélagos, que consume mucha energía. Eso requiere un metabolismo muy activo, que genera mucho estrés, lo que a su vez causa un daño en el ADN de las células, rápidamente detectado y reparado. Esos sistemas suelen ser además la diana que utilizan muchos virus, por lo que tenerlos tan activos ha podido hacer a los murciélagos inmunes y capaces de ser portadores de virus sin sufrir ellos las consecuencias.
Otra hipótesis sugiere que el vuelo de los murciélagos genera un metabolismo tan activo que puede producir también un aumento de temperatura similar a la fiebre. La temperatura corporal de los murciélagos durante el vuelo puede llegar a los 40 ºC. En la mayoría de los mamíferos, la fiebre está relacionada con la estimulación y activación del sistema inmune y ayuda a combatir las infecciones. Por tanto, aumentado su temperatura corporal los murciélagos podrían ser capaces de controlar mejor que nadie sus virus.
¿Qué hacemos con los murciélagos?
Ahora que sabemos que los murciélagos fueron el origen más probable del ancestro del coronavirus que nos ha causado la covid-19, y visto el potencial de nuevas infecciones que suponen estos pequeños mamíferos, uno podría pensar que lo mejor sería acabar con todos ellos. Pero, ojo, porque los murciélagos juegan un papel ecológico fundamental y también son beneficiosos para el ser humano.
Existen más de 100 enfermedades distintas en humanos causadas por microorganismos transmitidos por artrópodos (mosquitos, moscas y otros insectos). Es el caso de malaria, fiebre amarilla, dengue, zika, chikungunya, Nilo occidental, encefalitis y otras fiebres hemorrágicas.
A mantener sus poblaciones a raya ayudan los murciélagos insectívoros. Algunos han estimado que este tipo de murciélagos pueden comer hasta 1.200 mosquitos por hora, el equivalente a su peso corporal cada noche. Por ello, los murciélagos actúan como agentes de control biológico, reduciendo o limitando el crecimiento de poblaciones de insectos u otros artrópodos que transmiten enfermedades.
Por otra parte, desempeñan un papel ecológico vital en la dispersión de semillas y como polinizadores. Muchos murciélagos son también frugívoros (se alimentan de frutas), que más tarde excretan en otro lugar, y contribuyen a la dispersión de sus semillas y a la regeneración de los bosques. Además, al alimentarse también de néctar actúan como polinizadores muy activos. El ciclo biológico de muchas plantas tropicales depende completamente de los murciélagos.
Por todo ello, existen acuerdos internacionales para la conservación de los murciélagos y, además, en muchos países europeos están protegidos por ley. En definitiva, la solución no es acabar con todos los murciélagos. Si queremos prevenir nuevas amenazas debemos conocer qué virus u otros patógenos hay a nuestro alrededor, y cómo la alteración de los ecosistemas podría afectar a su biología. La solución pasa por la vigilancia virológica y por insistir en la estrategia Una Salud (One Health) o Salud Global: nuestro bienestar depende directamente de la salud animal y del medioambiente.
Por Ignacio López-Goñi
Catedrático de Microbiología, Universidad de Navarra.
Artículo publicado originalmente en The Conversation.