Después de que en 2020 el virus SARS-CoV-2 se convirtiera en protagonista de una pandemia mundial, el estudio de animales que pudieran actuar como reservorios del virus ha sido constante. Eso ha llevado a estudiar una gran diversidad de murciélagos insectívoros del género Rhinolophus, los llamados murciélagos de herradura.
En ello estaba un grupo de virólogos rusos cuando encontraron y describieron genéticamente dos nuevos virus emparentados con el SARS-CoV-2. Se trata de dos sarbecovirus hallados en las heces y en la boca de murciélagos de herradura mayor (Rhinolophus ferrumequinum) y menor (Rhinolophus hipposideros) del sur de Rusia. Los llamaron Khosta-1 y Khosta-2. Y, desde entonces, no les han quitado ojo.
Últimamente han detectado en ellos algunos rasgos que son motivo de preocupación. En concreto, un equipo de investigadores estadounidenses ha confirmado que el virus Khosta-2, al igual que SARS-CoV-2, tiene preferencia por el receptor ACE2 y puede utilizar la proteína S para infectar células humanas. Son malas noticias.
Murciélagos y coronavirus, una relación ancestral
Los murciélagos son los huéspedes reservorios de tres de los diez grupos de virus de preocupación pandémica: henipavirus (virus Nipah y virus Hendra), filovirus (virus Ébola y virus Marburg) y coronavirus. Los murciélagos de herradura están ampliamente distribuidos en Asia, Europa y África del Norte y son considerados un reservorio natural principal y una fuente de coronavirus zoonóticos.
En las últimas dos décadas, han surgido tres coronavirus con orígenes ancestrales en murciélagos que han causado brotes generalizados en humanos. Entre ellos están incluidos el síndrome respiratorio agudo severo por coronavirus 2 (SARS-CoV-2), responsable de la pandemia de covid-19, y síndrome respiratorio agudo severo (SARS), que causó un brote epidémico en 2002. Ambos virus pertenecen al subgénero Sarbecovirus del género Betacoronavirus de la familia Coronaviridae.
En realidad, los coronavirus son un amplio grupo de virus que pueden infectar a una gran variedad de animales, incluidos por supuesto los humanos. Desde el primer informe del virus de la bronquitis infecciosa (IBV) en 1937, han sido aislados y/o identificados numerosos coronavirus en varias especies animales, así como en humanos.
Los murciélagos son el segundo orden de mamíferos más diverso, con más de 1 400 especies, y albergan una diversidad excepcional de coronavirus con linajes virales antiguos distribuidos en los seis continentes donde habitan los murciélagos. Han sido detectadas más de 4 800 secuencias de coronavirus en murciélagos, lo que representa más del 30 % de todos los virus de murciélago secuenciados, aunque la verdadera diversidad de coronavirus de murciélago es probablemente mucho mayor.
Por qué debe preocuparnos Khosta-2
Las enfermedades emergentes causadas por coronavirus de probable origen en murciélagos son un foco de preocupación porque han perturbado la salud y las economías mundiales en los últimos tiempos. La evidencia sugiere que algunos coronavirus podrían infectar a las personas directamente y que su propagación es más frecuente de lo que se creía anteriormente.
Los dos nuevos coronavirus encontrados en Rusia, que pertenecen al subgénero Sarbecovirus como el SARS-CoV-2, merecen especial atención. Por un lado, diversos análisis han determinado que, aunque Khosta-1 representa un riesgo bajo para los humanos, el virus Khosta-2 tiene ciertos rasgos preocupantes. Entre ellos, ser resistente a los anticuerpos monoclonales, al suero de personas vacunadas contra el SARS-CoV-2 y al suero de personas que habían sido infectadas por la variante ómicron. Además, como ya hemos señalado, al igual que SARS-CoV-2, tiene preferencia por el receptor ACE2 y puede utilizar la proteína S para infectar células humanas.
Al parecer, Khosta-2 carece de algunos de los genes implicados en la patogénesis en humanos. Pero existe el riesgo de recombinación con otros virus cercanos, como el SARS-CoV-2, y de que se convierta en un virus muy peligroso para los humanos. Las enfermedades emergentes causadas por coronavirus de probable origen en murciélagos son un enorme foco de preocupación.
Este hallazgo confirma que los sarbecovirus que circulan en la vida silvestre fuera de Asia también representan una amenaza para la salud mundial y para las campañas de vacunación en curso contra el SARS-CoV-2. Por ello, es necesario desarrollar vacunas universales que protejan contra los coronavirus en general, y no solo contra las variantes conocidas del SARS-CoV-2.
Cada derrame zoonótico de un nuevo coronavirus representa una oportunidad para la adaptación evolutiva y una mayor propagación. Por tanto, los programas de prevención son esenciales. Obtener una vacuna pancoronavirus supone un reto que, de conseguirse, sería uno de los mayores logros relacionados con la salud mundial.
Por: Raúl Rivas González
Catedrático de Microbiología, Universidad de Salamanca
Artículo publicado originalmente en The Conversation