Obsesión. Esa es la razón por la que Bill Gates se convirtió en una de las mayores voces para exponer los avances científicos de la vacuna contra el coronavirus y hacer proyecciones sobre el desarrollo de la pandemia. Su personalidad lo obliga a enfocarse y a saberlo todo sobre un tema. Lo ha demostrado varias veces: en los años setenta, cuando fundó Microsoft, escribió el código del primer producto de la compañía en solo dos meses. Y más tarde, cuando Windows era el sistema operativo más utilizado en el mundo, les recordaba a sus empleados que el código de la primera versión lo había hecho en un par de días.
Desde hace algunos años, cuando decidió dedicarle el 100 por ciento de su tiempo a la Fundación Gates, que dirige junto con su esposa, Melinda French, decidió aprenderlo todo sobre los epidemias y la salud. El principal objetivo de la fundación es trabajar por el acceso a vacunas en países subdesarrollados y por eso se ha rodeado de epidemiólogos y políticos que diseñan las estrategias para el control de enfermedades. Además, es un lector empedernido y puede obtener con solo levantar el teléfono información sobre las políticas públicas de salud o la evolución del desarrollo de vacunas. Su fundación ya donó 1.000 millones de dólares este año para el desarrollo de vacunas –cien de ellos exclusivamente para la que funcionaría contra el coronavirus– pero ahora su reto es lograr que los gobiernos más poderosos del mundo donen 10.000 millones para garantizar su distribución en los países más vulnerables. También le gusta compartir la información que descubre. Por eso se ha atrevido a decir, por ejemplo, que la mayoría de los proyectos de vacuna contra la covid-19 serán exitosos y que la pandemia durará, al menos, un año más en los países ricos y dos en los países más vulnerables. Conozca más de este tema haciendo clic aquí.