En el incendio que destruyó 11 casas en el barrio Siete de Abril en la madrugada del domingo en Barranquilla, un policía dice haber visto en medio de la candela a un niño que gritaba: ‘que se queme, que se queme’, mientras aplaudía bajo los ensordecedores gritos de los vecinos que veían impotentes cómo el fuego consumía sus casas. Los habitantes de las residencias más distantes del epicentro, hacían fuerza para que llegaran pronto las máquinas del cuerpo de bomberos.La escena del niño gritando algunos la consideran creíble porque en esa casa, desde que se mudó Yajaira Martínez hace seis años, había ritos de brujería. El policía que dice haber visto al niño gritando y pidiendo que el fuego quemara la casa, salió del lugar en una especie de conmoción por la impresión que le habría producido la imagen de un menor aplaudiendo y brincando.

El incendio fue provocado, de acuerdo con las versiones de los vecinos, por Yajaira Martínez tras discutir con su hija de 16 años, porque la madre quería que su hija mantuviera relaciones con el conductor de un bus, de 58 años de edad, quien al parecer les daba dinero para el sostenimiento de la familia. Pero la niña tenía otra relación con un muchacho de 25 años, noviazgo o relación que la madre desaprobaba porque ponía en riesgo el ingreso que le proporcionaba el señor de mayor edad.Esa madrugada de lunes -el incendio fue entre las 2:45 a.m. y las 3:15-, Yajaira Martínez había llegado con unos tragos en la cabeza, dice su hermano Jorge Eliécer y se puso a discutir con Anaidis, la hija, quien le abrió la puerta y le dijo que si estaba borracha ella se iba. Discutieron durante un rato y la hija se fue en una moto, desde entonces los vecinos desconocen su paradero. Minutos después comenzó el incendio.Candida Mena, quien ha vivido 27 años en la misma casa, contigua a la de Yajaira, dice que ella escuchó que la mamá le dijo a la hija que le iba a quemar el juego de cuarto si seguía su relación con el joven de 25 años. Cuando la hija abandonó la casa, Yajaira paró el colchón y lo recostó sobre la pared pegada a la casa de Cándida y le prendió fuego. En la discusión la madre le decía a la hija que no se fuera, que no la dejara con el problema, que lo iba a lamentar.El hijo menor de Yajaira, de 12 años, salió de la casa a avisar a su tío Jorge Eliécer lo que estaba ocurriendo, pero cuando vio que el fuego estaba corriendo para las otras casas, comenzó a tocar puertas y a despertar a los vecinos diciendo: ‘salgan, salgan’.En la casa de Cándida había 16 personas, entre ellos 8 niños, sus hijas y los esposos. Su nieta Lilia Orozco, de 21 años, estaba despierta a esa hora, no podía dormir y uno de los yernos dijo que estaba haciendo calor y el abanico no prendía. Cuando salieron de los cuartos, ya la candela estaba subiendo al caballete que compartían las dos casas y comenzaron a salir todos de la casa.En cuestión de 20 minutos nueve casas construidas durante años de trabajo por nueve madres cabeza de familia, habían quedado reducidas a cenizas. Las cabezas de familia afectadas son: Nubia Barbosa Guerrero, Consuelo Vizcaíno Santos, Elisabeth palomino Santos, Fabio Aponte Martínez, Cándida Mena, Yamiris Herrera Mena, Edilsa Tobías Dominguez, Carmen Castillo Villeros, Alexis Rivera Castillo, Milena Rodríguez Salcedo y Maura Arnedo Romero.La versión de Yajaira Martínez, quien fue detenida por la policía esa madrugada y puesta a disposición de la fiscalía, es que ella había recibido una vela embrujada para ahuyentar a los pretendientes de su hija, pero los vecinos la vieron siempre como una vecina hostil que no compartía con los demás y desde la casa salía siempre olor a tabaco, de los presuntos rituales de brujería.ReconstrucciónEl Barrio Siete de Abril se encuentra sobre el borde de unas lomas de barro que se extienden de norte a sur al occidente de Barranquilla, es el límite urbano de la ciudad y una zona de alto riesgo.El coordinador Operativo de Emergencias de la Unidad de Atención del Riesgo de Barranquilla, Remberto Quintero, quien lleva 23 años trabajando en esa unidad, sintió la alerta cuando comenzaron a salir desde distintos puntos de la ciudad los carros de bomberos, que llegaron a los pocos minutos, pero ya el fuego había consumido totalmente nueve casas y otras dos parcialmente.Lo primero que verificaron es que no hubiera víctimas fatales y en el censo que hicieron encontraron que había 70 personas afectadas, entre ellos 25 niños, 9 adolescentes, 20 mujeres y 16 hombres.El martes comenzó la reconstrucción de las 11 viviendas con el trabajo voluntario de los vecinos y de sus familiares, para ello el distrito compró 6.900 ladrillos, 110 bolsas de cemento, 190 láminas para las cubiertas de los techos, 77 listones de madera y 65 caballetes.Cada casa tiene un área de cuatro metros de frente por seis metros de fondo y las víctimas consideran que es la mejor solución, pues han vivido la mayoría durante más de dos décadas. Mientras se reconstruyen las casas, el distrito pagará arriendo a las familias durante un mes, ya que de acuerdo con Remberto Quintero de la UNGR, a más tardar en tres semanas las casas estarán otra vez en pie.Por gracia de Dios, dicen algunos vecinos, este incendio no dejó víctimas fatales, pero la suma de alcohol, un desencuentro familiar, y una vecina que quiso imponerle una relación a su hija, estuvo a muy poco de ocasionar una terrible tragedia en la arenosa.*Corresponsal de SEMANA en Barranquilla.