Por Hernando Salguero Flórez
Ocurrió en el siglo pasado, quizá al mediar éste, en el tramo carreteable que conduce de Obando a Cartago en el Valle del Cauca.
Esta es la increible historia de la chica vestida de negro, así me lo contó el conductor de una tracto mula:
Eran como las cuatro y media de la mañana.. Yo venía de Pasto con destino a Cartago. Oía música pues a esta hora le da a uno mucho sueño, figúrese usted más de quince horas seguidas manejando, eso agota a cualquiera.
A la salida de Obando vi a una muchacha a olrilla de la carretera que me puso la mano para que me detuviera. Lo hice. Me pidió el favor para que la llevara a Cartago, me dijo que tenía ir a un velorio en la mañana de ese día.
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Era delgadita, representaba unos 18 años más o menos, vestía de negro. Tenía un pelo hermoso que le llegaba casi hasta la cintura..
Durante el recorrido, la muchacha sólo me dijo que estaba muy enamorada pero mal correspondida. De resto, no habló nada, se veía su rostro, hermoso, demasiado triste.
Cuando entramos a Cartago ella me dijo que le parara en una esquina. Le respondí que claro, pero yo le oía solamente la voz pues estaba con la atención en la calle por donde rodábamos.
Segundos antes de detener el tracto mula giré el rostro y no la vi. Me froté los ojos, pensé que me había vuelto loco, no era para menos. No había nadie al lado de mí. Empero, seguí mi camino.
Cuando llegué a la casa, vi en la esquina un montón de gente vestida de negro. Me acerqué curioso a esa casa donde se desarrollaba un velorio.
En efecto, vi el ataúd rodeado de flores en el centro de la sala en medio de candelabros con cirios encendidos. Estaba destapado.
Cuando me acerqué al cajón y vi el cadaver me puse pálido, se me retuvo la respiración, simas me desmayo del susto. Ahí estaba la chica que traje de Obando minutos antes vestida de negro, tal como, la vi durante casi media hora.
Sí, no había duda, imposible, no lo creía: Era ella, la muchacha que recogí en Obando momentos antes. El rostro se me puso pálido, no salía de mi asombro.
Ella era, si…ella era. No le conté la historia a nadie en el velorio, salí corriendo para la casa, le narré a mi mujer detalle a detalle. Ella soltó la carcajada y me reprochó: “Te estás volviendo loco, vete a acostar, lo que tienes es sueño” y soltó tremenda risotada….jajaja jajaja.
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