En esta poderosa semana del 8M, en la que se honran los logros de las mujeres en su lucha por ser dueñas de su destino, de sus cuerpos, de sus vidas y de sus decisiones, resulta más que conveniente que la fantástica freak musical que se hace llamar Fever Ray regrese con música nueva, seis años después de su último trabajo. Porque no es poco lo que ha logrado, forjar un espíritu de realización y exploración inspirador, catártico y auténtico. Por eso, además, hacía falta.

Desde su sonido, que considera lo primordial, y también desde su estética, la sueca Fever Ray ha creado un arte reconocible y libre desde el cual el resto podemos explorar lugares de nuestras almas que ni sabíamos que necesitaban verse agitados. Estos están habitados por la añoranza, el deseo y la necesidad de aceptación, y nacen del lugar donde la oscuridad y la luz se encuentran.

Detrás del personaje está Karin Dreijer, una mujer nacida en Suecia, en 1975, de gusto musical ecléctico que, desde 1999, estalló en el mundo musical junto con su hermano Olof Dreijer. Con él integró el tremendo dúo de música electrónica The Knife, que la dio a conocer desde su notable talento vocal y lo envolvente de su propuesta bailable. Y cuando Karin comenzó a crear y componer sin su hermano, en las pausas que quedaban de su trabajo juntos en su propuesta de baile, nació Fever Ray, una entidad artística de vida propia que dejaba mucho del espíritu bailable (no todo) para ahondar en lo existencial.

La creación musical de Fever Ray se enmarca en uno de los planos más disfrutables y trascendentales de este siglo en la música: aquellos electrónicos y experimentales de espina dorsal orgánica y corazón a flor de piel. Desde finales del siglo XX, esa faceta de la música nórdica ganó notoriedad y espacio mundial por la profundidad de lo que ofrecía. Fever Ray ha construido un camino sónico y estético capaz de agitar fibras globales, como otros actos de la región. Pero se hace única con su registro de atmósferas. Estas nacen de sus melodías, de su tono de voz, de la música y de las palabras que compone, en apariencia sencillas, suficientemente ligeras para volar más allá de la estratósfera pero firmes para taladrarse un lugar en el centro de la tierra.

Mucha gente la referencia por la canción “If I Had a Heart”, que abrió su primer LP Fever Ray, de 2009, y que desde 2013 estableció la atmósfera de la serie Vikings en su presentación. Luego de crear olas altas con ese trabajo debut, que tiene grandes pistas como “When I Grow Up”, “Concrete Walls” y “Triangle Walks”, le tomó casi 8 años sacar nueva música. Regresó con Plunge en 2017, un trabajo que reta porque osa quebrar la onda oscura del primer trabajo, `pero en éel que Dreijer no pierde el sentido de emoción o de la de sorpresa. Algo más ecléctico en su espíritu, el álbum deja canciones increíbles como “Musn’t Hurry” y “Red Trails”.

'Plunge' (2017) marcó su primera colaboración con Martin Falck. | Foto: Martin Falck / Fever Ray / PIAS

En sus letras y melodías, Fever Ray es libre, visceral, inteligente, sensible, confrontadora, irónica, vulnerable, fuerte, honesta. En su propuesta hay juego, experimento, poesía y reto. Su voz y su música son lo que necesitan ser y expresar, y ahora que regresa con Radical Romantics, el tercero disco que crea y que sale hoy a la luz, habla de una especie de educación sentimental a varios niveles, con temas de romance, con corazones que deben aceptar primero qué es lo que buscan, de bullies, de sexo y de viajes de vida y cómo prepararse para ellos.

La música y artista sueca que, además de reconfigurar presentes y futuros con su excepcional trabajo sonoro (que se ha reinventado y refrescado en cada uno de sus tres discos), trastoca y subvierte los roles de género con su estética. Juega con ellos, trapea el piso y crea arte. “Did you hear what they call us? Did you hear what they said? My plan was flexible, don’t get stuck anywhere”, canta en “What They Call Us”, la primera pista de este nuevo trabajo de diez pistas que, como suele suceder con la música de esta irrepetible, solo se hace más y más cautivante entre más se le escucha.

A nadie le suelta las letras, dice en esta entrevista, pero a la hora de terminar las producciones, para cerrar estas piezas envolventes, catárticas y espiritualmente vibrantes, necesita colaborar. Y para ello recluta a grandes talentos. En este trabajo vuelve a trabajar con Olof Dreijer, su hermano, y también lanza pistas con gigantes como Trent Reznor y Atticus Ross de Nine Inch Nails (”Even It Out” y la tremenda “North”), así como con otros productores europeos de firme presente.

“Puedes escuchar cómo nos llaman?, puedes escuchar lo que dijeron? Mi plan era flexible, no estancarme en ningún lugar”, dice en su canción, y eso actúa esta artista generacional, asombrosa desde la franqueza artística con la que asume sus proyectos, la frecuencia que proponen sus canciones y esa voz tan reconocible, que es varias a la vez.

Desde Estocolmo, vistiendo un saquito blanco, con su pelo rubio muy corto, ofreciendo respuestas pausadas y una sonrisa meditativa, Karin Dreijer, conocida como Fever Ray, nos habló sobre su trabajo.

SEMANA: ¿Karin, algo que sepa de Colombia o de Sudamérica? ¿Tiene algún lazo con el continente?

Karin Dreijer: Tengo muchos amigos de Sudamérica, y toqué allá en mi última gira. Además, uno de mis percusionistas es colombiano y otro es argentino. Y tuve una pareja venezolana. Creo que, históricamente, hay muchos nexos entre Suecia y países latinoamericanos, especialmente explicados por ese tiempo en el que Suecia era más socialdemócrata.

SEMANA: Usted es una artista que marca generación. ¿Qué define para usted a una artista generacional? ¿Cuáles marcaron su camino?

K.D.: Hmmm... he tenido unos cuántos artistas que me han significado mucho, por largos periodos de tiempo. ¡Prince (jej), por ejemplo! De niña me fascinaba Prince, y me gustaba mucho Cyndi Lauper. Luego tuve una etapa larga en la que solo escuchaba metal. He tenido un gusto bastante ecléctico y he escuchado muchos tipos de música.

SEMANA: Con The Knife, el tercer álbum ‘Silent Shout’ es icónico y un punto altísimo. ‘Radical Romantics’ es su tercer trabajo como Fever Ray, ¿qué le significa? ¿Cambió su proceso?

K.D.: Primero, me significa que me estoy volviendo vieja. No planeo mucho a la hora de hacer discos. Esta vez creo que simplemente fui al estudio y comencé a trabajar, a ver qué sucedía. Porque cada vez que he terminado un álbum, se siente como si fuera a ser el último. Es un trabajo muy intenso. Exige tanta de tu energía y tanto de tu tiempo, que me lleva a decir “No más”. Llego a este tercer álbum y sé que llevo haciendo esto por un buen tiempo. Sé que estoy muy agradecida de poder seguir haciéndolo, de que la gente siga escuchando la música y de poder seguir saliendo de gira.

SEMANA: En este nuevo trabajo se inspira en el amor y el romance, que mira desde muchas perspectivas distintas. Háblenos de ese tema como inspiración..

K.D.: Se le podría llamar un álbum sobre el amor, y es divertido hacerlo. Creo que una de las cosas importantes a la hora de enamorarte, o sentir amor por alguien o algo, es algo que trabajé haciendo este álbum: entender tus propias necesidades. Y para poderte enamorar también tienes que aceptar esas necesidades. Es crucial. Y no creo que eso esté por fuera del mito romántico. En ese mito del romance se puede pensar que es imposible que alguien cubra esas necesidades, pero así funciona. Funciona también como otras cosas, como descubrir las cosas que debemos hacer para sentirnos a salvo, protegidos. Y cuando lo entiendes y lo aceptas, viene la parte de comunicarlo. Y de eso tratan estas canciones.

Para poderte enamorar es crucial entender tus necesidades y aceptarlas. Es crucial. Y no creo que eso esté por fuera del mito romántico.

SEMANA: Hay mucha belleza en las letras, en la poesía que canta usted, expresando tanto en ráfagas cortas. Si tuviera que declamar una de sus letras, como un poema, ¿cuál le viene a la mente?

K.D.: Tendría que ser una que no se repita tanto, en sus letras. “New Utensils” podría ser divertida de presentar así. Es decir, tiene todas estos elementos, palabras. Habla de una preparación para un periplo, de alistarte para una misión, una caminata. Así que es una especie de lista de cosas que hay que hacer o que se deben reparar, de objetos a llevar. Desde el punto de vista de las letras, esa sería divertida de leer sin música. Pero no lo sé, no lo he tratado.

Las colaboraciones son esenciales en todo excepto en las letras, el territorio en el que Karin Dreijer trabaja sola. | Foto: Nina Andersson

SEMANA: Trabaja de nuevo con su hermano Olof, trabaja con Trent Reznor de Nine Inch Nails. Háblenos sobre esas colaboraciones que alimentaron el trabajo, en medio de la pandemia...

K.D.: Olof regresó de Berlín hace unos cuatro años, y construimos estudios contiguos. Así que trabajamos básicamente en el mismo lugar. Cuando comencé a progresar en este trabajo, cuando completé el dibujo de los tracks, los sketches, empecé a grabar. Pero nunca fui tan buena a la hora de finalizar las producciones, cuando toca decidir. Y es un proceso que disfruto más haciendo con otras personas, el de cerrar las pistas.

Nunca involucraría a alguien en el proceso de escribir letras, ese es un lugar precioso y preciado, pero en la producción es muy entretenido colaborar

Nunca involucraría a alguien en el proceso de escribir letras, ese es un lugar precioso y preciado, pero en la producción es muy entretenido colaborar. Y entonces le pregunté si quería trabajar en algunas de las pistas, y le pareció bien. Comenzamos con un par, y luego se sumó a dos más. Luego traje a los demás para las otras pistas. Y todo sucedió durante la pandemia. En Suecia no teníamos confinamiento, pero nos tocaba trabajar desde casa de todas formas. Igual, podía ir al estudio todos los días. Fue muy bueno poder hacerlo, y desde allá enviaba y recibía pistas de los demás colaboradores.

SEMANA: En este disco sigue desplegando su voz característica pero suma nuevos matices. Cuando compone las letras, ¿ya sabe cuál de sus voces va a usar?

K.D.: Sí. Ya tengo una idea del tono y del tipo de emoción o sentimiento que predominará en la historia, en el track. En mi cabeza sé cuál es ese feeling, y sé cómo sonará mi voz. Y luego trato de encontrar las palabras, y esa es probablemente la parte más difícil.

SEMANA: Su arte incluye esa música única y también un elemento visual fuerte...  Cuéntenos sobre este arte, que ya se dejaba ver en la portada del álbum, que se ve en su video de “Kandy”...

K.D.: Suelo trabajar este elemento con un amigo mío, Martin Falck, con quien trabajé en Plunge (2017), y a quien conocía incluso desde antes. En este caso comenzamos a hablar antes de que el álbum se completara, sobre qué tipo de palabra queremos proyectar en nuestros videos y nuestras imágenes. Y nos compartimos muchas imágenes, y film, fotografías... Para mí es muy profundo hacer film, imágenes. Así que primero viene la música, pero luego también viene una larga temporada de producir las imágenes con Martin. Es una extensión de la música, o, al menos, es nuestra idea del lado visual de esta música. No creo que sea necesario ver los videos, creo que cada quien puede hacerse su propia idea visual en su propia cabeza.

No creo que sea necesario ver los videos, creo que cada quien puede hacerse su propia idea visual en su propia cabeza.

SEMANA: En la era del streaming, ¿salir de gira y hacer conciertos es más importante para los artistas?

K.D.: ¿Importante cómo?

SEMANA: En el sentido de ir a conectar con más audiencias, o de hacer cosas distintas...

K.D.: ¡Creo que tengo audiencias suficientes! —ríe—. Para mí es sencillo, estar en el escenario me resulta muy divertido. Y he tenido muchos periodos en mi vida en los que no lo disfruté tanto. Así que la parte en vivo es una gran parte, es hacer la música y aceptar que es distinto a vivirla por medio de streaming. Yo veo una gran importancia en las canciones y en la música que hacemos, y por eso sigo saliendo de gira. Si lo ves desde la economía, me parece que es incluso más difícil que durante la pandemia, porque hay una guerra en Europa y hay una enorme inflación. No hay tanto dinero y no rinde. No sé bien qué sucederá este año, pero es difícil predecir si saldrá bien. Eso espero.

'Radical Romantics' se pone mejor con cada escucha. | Foto: Martin Falck / Fever Ray / PIAS

SEMANA: Mucha discriminación y mucho bullying en este mundo, y en su canción “Even it out”, se le planta a los bullies. ¿Qué tan importante es dibujar ese límite y equilibrar las cuentas?

K.D.: Es muy importante. En este caso específico, la canción nace de algo que me sucedió en el colegio. Y también denuncia a esos adultos que no se hacen responsables, que no ayudan a crear ambientes seguros para una multitud de niños. No siento que la canción hable al bully, le habla más a los adultos que no están pendientes, presentes. Se sintió muy bien hacerla.

¡Yo creo en la venganza!—ríe—. Digamos, creo en que a veces hay que hacer cosas para reclamar el respeto propio. Pero no por esto tienes que ser violento o amenazar a nadie. Pueden ser acciones sutiles, pero si sientes que alguien se ha portado mal contigo, si has sido matoneado, necesitas reclamar ese respeto propio, porque alguien te lo quitó. En eso creo fuertemente.

¡Yo creo en la venganza!—ríe—. Digamos, en que a veces hay que hacer cosas para reclamar el respeto propio. Pero no por esto tienes que ser violento o amenazar a nadie. Si sientes que alguien se ha portado mal contigo, si has sido matoneado, necesitas hacerlo.

SEMANA: ¿Vendrá por acá algún día?

K.D.: Adoraría ir a Sudamérica, y sé que mucha gente nos quiere ver. ¡Manden estos mensajes a nuestro agente de booking!

Karin Dreijer es Fever Ray, en el MELT Festival de 2018, en Ferropolis, Alemania. Salir de gira es de las cosas que la artista agradece profundamente. | Foto: Emmanuele Contini/NurPhoto