Marckos Ruiz es uno de los tatuadores colombianos con mayor reconocimiento internacional en la actualidad. Popularmente, ha sido llamado El tatuador de los famosos, sin embargo, su historia se remonta a una niñez rodeado de arte, un escorpión mal hecho en su brazo derecho y una pasión inquebrantable a la que hoy le atribuye gran parte su éxito.
SEMANA: ¿Cómo fue su primer acercamiento al dibujo y, posteriormente, al tatuaje?
Marckos Ruiz: Desde muy pequeño. Antes de empezar a leer y sumar, aprendí a dibujar. Mi padre es artista, desde muy pequeño pinta al óleo, dibuja, diseña. Entonces, fue mi padre quien inculcó el arte en mi vida. Esos fueron mis inicios.
Después fui creciendo. A la edad de 11 años conozco por primera vez un tatuaje, me mandé tatuar teniendo 12 años. En ese entonces eran las agujitas, hilo, tinta china y puntazos. De esta manera entro al mundo al tatuaje.
SEMANA: ¿Su papá trató de direccionarlo también para pintar con óleo o cómo fue ese primer ejercicio artístico?
M.R.: Siempre fue más el dibujo básico, el dibujo anatómico. El retrato, los cuerpos y demás. Era el pre a una pintura de óleo. Ya por mi parte, siempre teniendo ese gusto por el arte, es que veo que lo que me había enseñado mi padre ya lo podía aplicar al tatuaje.
SEMANA: Cuéntenos la historia de ese tatuaje que se hizo a los 12 años.
M.R.: Una embarradota. Supuestamente, era un escorpión que salía en los stickers de las chocolatinas Jet. Uy, ese es, me lo quiero hacer aquí en el brazo. Hoy en día está cubierto. Era fatal, terrible, parecía cualquier cosa menos un escorpión.
SEMANA: Ese fue el primer tatuaje que se hizo. Ahora hablemos de cuando comenzó a tatuar.
M.R.: La verdad yo empecé y nunca dejé de hacerlo. Siempre estuve en el medio del tatuaje. Para mi familia fue una bendición. Vengo de una familia muy humilde, pagábamos renta y esas cosas. Al ver que un niño de 12 años ya trabaja y podía aportar a su casa, pues ellos me apoyaron desde muy pequeño.
Fui creciendo, estudiando, trabajando en otras cosas, pero nunca abandoné el tatuaje. Ya como por los 17, siendo militar en el Ejército, me hice una máquina chisa.
SEMANA: ¿Cómo es eso?
M.R.: Es una máquina casera realizada con un motor de grabadoras. Le sacaba el motor, usaba un lápiz, un portaminas, se le sacaban las minas y por donde entraba la mina se le metía una aguja. Eso iba enredado al motor. A medida que da vueltas, la aguja entre y sale. Eso fue un invento, la cosa no salió como era. Pues eso me dio prestigio y dinero estando en el Ejército. Lo que te digo, nunca abandoné el tatuaje.
SEMANA: Entonces, ¿el primer tatuaje que usted hizo fue siendo niño?
M.R.: Sí, a los 12 años. Fue algo muy chistoso. El man que me tatúa por primera vez, el que me hace la cucaracha aplastada (escorpión). El man me hace EL trabajo, yo veo que lo hizo mal, muy feo. Es mi primera experiencia con el tatuaje, veo cómo me lo hizo el man y sé que lo puedo hacer mejor porque ya tengo noción del dibujo. Me lo arreglo yo mismo, a pesar de que estaba en la derecha. Yo, siendo diestro, me tocó hacerlo con la zurda. Me lo arreglé, me quedó muchísimo mejor. Se lo enseño a mis amigos y les digo que me lo hice yo.
La historia llegó a oídos del tatuador y él me preguntó si era verdad. Le mostré y me dijo: “¿me puedes ayudar a arreglar los míos?”
Siendo cliente, paso a ser el artista. Y desde los 12 años cojo al tatuador y le arreglo sus tatuajes. Ya los clientes de él comienzan a ser mis clientes.
SEMANA: ¿Sus clientes decían al ver que los estaba tatuando un niño?
M.R.: Antes de poner la piel, entraba la duda. ¿este niño? Pero, una vez veían el diseño del amigo que vino antes a mí, pues pensaban… “si el man le puso la piel fue por algo”. Así empieza el voz a voz y se hace la publicidad.
Alexandra, la esposa de Marckos, bromea diciendo que ese fue el momento en que “comenzó a dañar a todo el barrio”. Siendo apenas un niño, ya se había ganado la confianza para inmortalizar sus trazos en la piel de varias personas que acudieron a él durante sus inicios.
SEMANA: ¿Cómo fue ese salto de “dañar gente en el barrio” a “dañar famosos”?
M.R.: (Risas). Afortunadamente, el tema del salto de los famosos ya fue con mucha experiencia. Ya llevaba unos 18 años en esto. El primer famoso que llego a tocar es el hijo del Joe Arroyo, Dinkol Arroyo. Tras el fallecimiento de su padre, él me pide que le haga el retrato del Joe. Desde ahí se empieza a regar la ola entre músicos, luego pasé por diferentes artistas y deportistas.
SEMANA: ¿Llega a todos estos famosos por un voz a voz entre ellos o de alguna manera los buscó para potenciar aún más su trabajo?
M.R.: Fue todo de la mano. El voz a voz entre los famosos. Claro, un famoso lo conoce mucha gente y siempre quieren copiar lo que hace su ídolo. (...) Empiezan a llegar ciertos famosos. El salto grande lo obtuve cuando tatúo a Omar Pérez, quien era el 10, el ídolo de Santa Fe. Él es el que hace el boom de mi carrera para que me llamen el tatuador de los famosos.
SEMANA: Hablemos de su estilo, ¿cómo lo define?
M.R.: Primero que todo, yo soy un artista integral. Manejo todas las técnicas, pero lo que me gusta es el watercolor, la acuarela y el realismo animal. De hecho, en este medio nos conocemos los artistas ciertos trazos. Ves unos trazos con mucho color, con mucho contraste, hay una fusión entre gama de grises y color, tú dices: ese tatuaje es de Marckos.
SEMANA: ¿Qué le ve de especial?, ¿por qué le gusta más ese estilo?
M.R.: La dificultad. Realmente, grises y sombras hacen muchos artistas. De 20 artistas, 17 hacen sombras y tres hacen color. Es más complejo, lleva más dedicación, para mi modo de pensar, es más técnico, más elaborado. Tiene mucho más amor hacia el arte y más dedicación.
SEMANA: Hagamos un paréntesis para hablar del tatuaje a color y sus mitos. Existen casos en que algunos pigmentos presentan un alto riesgo de conllevar a un eventual cáncer de piel. ¿Qué nociones tienen sobre esto?
M.R.: Dentro de mi conocimiento y experiencia, lo he trabajado. Tengo la experiencia de haber trabajado con tintas y pigmentos UV. Claro, recién sale esto, la gente quiere el tatuaje con la luz de neón que brilla. Se consigue, se hace y se trabaja, pero con el tiempo. En este campo, la experiencia la da el tiempo, el curado, cómo sanó el tatuaje. Uno escucha los casos de cáncer de piel, y esto es debido a que los pigmentos tienen mucha carga de plomo. Hoy existen algunos, pero con carga bajita.
SEMANA: ¿Qué cuidado deberían tener las personas a la hora de buscar el tatuador para evitar ese riesgo?
M.R.: Yo personalmente, antes de vender el tatuaje, vendo la experiencia ante la bioseguridad. Explico con qué pigmentos trabajo, aclaro que no tienen plomo, enseño las agujas, el material. Todo debe ser nuevo. Es el protocolo. Aunque no solo los productos baratos. Hay mucha irresponsabilidad con este tema, sobre todo en el precio.
“Es que mi amigo me cobra más barato”. Ahí hay un trasfondo. De pronto no has visto el por qué tan barato, porque en este tema es costoso. Las agujas, los pigmentos, todo. Tuve la experiencia de trabajar con unos artistas bastante irresponsables que lo que hacían era reenvasar el pigmento que sobraba. Pero eso ya está contaminado, ya tiene sangre. Ellos pensarán que lo que hacen es ahorrarse dinero y lo que están causando es hasta una muerte, un VIH, por ejemplo. Sin llegar a pensar que ellos mismos se pueden pinchar en algún momento, reutilizando todo el material, algo que no se debe hacer.
SEMANA: ¿Hoy usted es un referente para muchos tatuadores. Qué mensaje comparte para quienes desean tomar este camino?
M.R.: Lo primero que les digo es que mediten y, de corazón, no lo hacen por dinero. Que de verdad le tengan amor a esto. Muchos entran a este mundo porque ven que se hace dinero muy fácil. Son estos mismos referentes los que no cuidan la bioseguridad. Tenerle mucho amor, mucha dedicación, aprender cada día. Nunca creerse el mejor. Siempre estar dispuestos aprender, escuchar, evolucionar. Todos los días nace una nueva estrella y hay que dejarse alumbrar por la nuevas estrellas que nacen.
SEMANA: Ahora el mensaje para quienes quieren tatuarse y todavía tienen dudas. ¿Qué necesitan saber?
M.R.: El consejo para el cliente: bioseguridad. Segundo, tengan en cuenta que las redes sociales pueden maquillar lo que sea., por eso, hay que verificar el trabajo del tatuador. Eso es lo primordial.
Ya en cuanto al diseño, tratar de plasmar ese algo de lo que uno nunca se va a dejar de enamorar. Tenerlo bien definido teniendo en cuenta que será para toda la vida. Que el primer tatuaje sea a una buena edad, se tenga por lo menos conciencia de 18 años en adelante. También que sea en un lugar no visible del cual se pueda arrepentir en un futuro. En resumen, tener conciencia de que es para toda la vida.
‘Tattoo Love Revolution’: así es como el tatuaje ha cambiado vidas
El tatuaje es un arte que va más allá de un simple adorno en la piel. Tiene significado, dedicación y mucho amor detrás. Junto a Alexandra, su esposa, comenzaron ‘Tattoo Love Revolution’, un movimiento con el que le han regresado la confianza a muchas personas que por determinadas circunstancias se sentían acomplejadas.
SEMANA: ¿Qué es ‘Tattoo Love Revolution’?
Alexa: Hemos iniciado un movimiento artístico y nos hemos enfocado en poder brindar eso que tenemos como don, con el tatuaje, a personas de bajos recursos pero que tienen la necesidad de cubrir una marca en su cuerpo, una cicatriz. Nosotros estamos trabajando con personas que tienen cicatrices y las quieren cubrir, que quieren tapar esa señal en la piel.
Lo hacemos porque para muchas personas esta cicatriz no está solamente en su piel, también afecta mucho su salud mental (...). En el caso de las mujeres con cáncer de mama que les han quitado el pecho, poder hacer nuevamente la areola y el pezón. El estado de ánimo les cambia mucho. Les ayuda a superar depresión, ansiedad, muchas cosas que derivan de tener una marca tan pesada en sus cuerpos.
SEMANA: ¿Hace cuánto lo vienen haciendo?
Alexa: Lo de cubrir cicatrices lo llevamos hace tiempo. El movimiento como tal, ‘Tattoo Love Revolution’, empezó hace un año y estamos dándole movimiento. Empezaremos a trabajar con una fundación para las mujeres que han padecido cáncer. También hemos trabajado con personas del común.
Marckos agrega que, por medio del tatuaje, buscan ayudar a estas personas para que, visualmente, experimenten una recuperación mental. “Que psicológicamente se sientan bien ante su pareja, que al quitarse su ropa se vean ‘igual’, que sientan que no han perdido”.
Con ‘Tattoo Love Revolution’, Marckos y Alexa quieren dejar huella. Ellos mismos confiesan que se trata de algo que Dios puso en sus corazones, por lo que no buscan fama ni lucro. “El tatuaje no es necesario para todos, pero hay personas que sí lo necesitan para su bienestar”, dicen.
Desde que desarrollan esta iniciativa, no tienen un conteo de a cuántas personas han ayudado. Sin embargo, sí recuerdan sus expresiones al ver cómo esas marcas que los acomplejaban ahora están cubiertas por un tatuaje que no les avergüenza enseñar.
“Cambia ese estado de conciencia, la felicidad es inmediata”, concluyen.