En países como el nuestro, hacer cultura no deja de ser una aventura incierta. La difusión cultural es con frecuencia la parienta pobre de las comunicaciones y pierde espacio y tiempo frente a las noticias políticas, a la actualidad deportiva o a lo sensacional que, con visos de amarillismo, atiborra las páginas y las antenas de la información.Por ello no deja de ser insólito el hecho de que Bogotá posea una de las más antiguas emisoras de radio cultas que hay en el mundo. Una emisora que a diferencia de lo que a menudo ocurre ha condicionado lo comercial a su contenido y a un contenido sobre todo noble. Me refiero, como es obvio,a la HJCK, que acaba de cumplir su primer tercio de siglo; 33 años en los cuales los protagonistas de las transmisiones han sido los titanes de la música, los genios del pensamiento, o la gran cultura universal.Fundada en 1950 por Hernando y Alfonso Martínez Rueda, por Eduardo Caballero Calderón, Alvaro Castaño Castillo, Gonzalo Rueda Caro y Alfonso Peñaranda Ruan, la HJCK nació de la idea de realizar un radioperiódico en un espacio alquilado, idea que por obra y gracia de las circunstancias se transformó en una emisora completa que desde entonces ha llevado a los radioescuchas bogotanos las más refinadas expresiones de la vida cultural del país y del mundo.Pero el camino, árduo camino, de esta utópica y quijotesca aventura, no ha sido un lecho de rosas, sino todo lo contrario. La cultura en los países del Tercer Mundo dista mucho de ser un "best seller" y no ha sido fácil conseguir patrocinadores para una radiodifusora de las características de la HJCK. En los primeros años parecía una locura la aspiración de unos cuantos jóvenes intelectuales, de conseguir órdenes publicitarias para un medio que de alguna manera parecía otra aventura descabellada... Tal vez los publicistas de aquel entonces pensaban que se trataría de un ensayo cultural que como otros muchos no superaría a una fase experimental y perecedera; sin embargo, la HJCK probó su validez y poco a poco importantes presupuestos publicitarios sucumbieron ante el atractivo de conseguir la buena imagen que se deriva del hecho de participar en una programación realizada a base de conciertos o de recitales, de noticias culturales o de comentarios sobre arte.Hoy en día, ya superadds los peligrosos escollos financieros que en un principio amenazaron con dar al traste con la empresa, la emisora HJCK, El Mundo en Bogotá, es una radiodifusora moderna cuyos equipos garantizan una óptima transmisión y una excelente recepción en estéreo y en frecuencia modulada.Pero tal vez el más valioso de los haberes de la emisora, es uno de los más completos archivos de voces de Sudamérica y tal vez del mundo. Allí, en cintas magnetofónicas, están aprisionadas para siempre las voces invaluables de León de Greiff y de Alberti, la voz cálida de Barrault, la voz soñadora de María Teresa León, las palabras de Cela, de Cote Lamus, de Borges, de Ionesco, de Evtukhenco, de Neruda, de Toynbee... y de cientos de personalidades, cuya sola enumeración haría interminable el balance de más de tres décadas de labores que más que positivo es ya histórico: la HJCK ha sido durante treinta y tres años la avanzada de esa dura batalla de la difusión cultural. Ojalá esta emisora que es uno de esos valiosos patrimonios vivos que posee Colombia continúe, por siempre, su labor de formidable refugio de la cultura.--Fernando Toledo