Su apellido, su nombre, su trazo, sus fases de evolución, sus colores, sus deformes y expresivas figuras trascienden el análisis, provocan sentimientos y cambiaron el arte para siempre. Por eso se le celebra y se sigue detallando al milímetro cada una de sus acciones artísticas; por eso, también, se disecciona cada uno de sus pasos humanos en vida y en muerte.
La resonancia de tal obra hace de Picasso una vena por la que corre la sangre y el espíritu de una raza humana transgresora y brillante. Pero, de carne y hueso, preso de su época, fama y su machismo normalizado, Picasso también es un símbolo del trato inaceptable hacia la mujer. Dotado de grandes virtudes, presa de brutales defectos, es virtud de la amplia celebración de sus 50 años de muerte no cerrarles la puerta a los ángulos de exploración de su vida y su obra, así toquen temas difíciles.
Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Cipriano de la Santísima Trinidad Ruiz y Picasso murió el 8 de abril de 1973, y el mundo conmemora todo este año los 50 años de su partida. Lo hace desde la exaltación de su faceta más conocida (la pintura) y unas cuantas menos conocidas, como la escultura y la cerámica, pero también desde curadurías inventivas que no descartan juntar su obra con artistas mujeres contemporáneas, y que den pie a discusiones sobre su misoginia para analizarlo todo en contexto.
La llamada Celebración Picasso 1973-2023, como informa The Art Newspaper, incluye unas 50 exposiciones y eventos que se efectuarán en Europa y Estados Unidos y que, juntas, abordan un análisis historiográfico de su obra. La conmemoración viene acompañada de celebraciones oficiales en Francia y España y de balances sobre investigaciones e interpretaciones de la obra del español.
De muestras y ángulos
Este festejo es impulsado por los ministerios de cultura de dos países centrales en su vida: el que vio nacer al artista, España (Málaga, en 1881), y el que lo vio morir, Francia (Mougins, en 1973), lo cual explica por qué allí se concentrarán la mayoría de las manifestaciones; pero habrá reverberaciones en otros países.
Empezando el recorrido, vale mencionar lo que plantean los museos especializados en Picasso. En ellos recae el reto de romper el molde y reinventar la celebración de un hombre cuya obra exaltan a diario. El Musée Picasso en París, que alberga la colección más grande del artista en el mundo (con 297 pinturas, 368 esculturas, 200.000 piezas de archivo y 92 libros ilustrados), se la jugó por una vanguardia creativa. Desde el ojo de un curador atípico, el diseñador de modas británico Paul Smith (conocido por su trabajo con el color y lo kitsch), plantea Célébration picasso, la collection prend des couleurs!, una muestra que entremezcla el arte de Picasso con el de artistas contemporáneos, como Guillermo Kuitca, Obi Okigbo, Mickalene Thomas y Chéri Samba. La muestra va del 7 de marzo al 27 de agosto en la Ciudad Luz.
Por su parte, entre el 8 de mayo y el 10 de septiembre, el Museo Picasso de Málaga tomará la batuta con la muestra ‘Picasso: materia y cuerpo’, que viajará luego al Museo Guggenheim de Bilbao (donde abre el 29 de septiembre). Esta muestra, curada por la primera directora de dicho museo, Carmen Giménez, se fijará especialmente en su escultura, vista a menudo como un medio secundario de la obra del malagueño. Aquí, sin embargo, queda demostrado que las obras escultóricas son parte integral de su trabajo con materiales.
En lo que respecta a facetas para descubrir del maestro, si llega a pasar por la Costa Azul, podrá ser testigo de exhibiciones que destacan su trabajo como ceramista. Una tendrá lugar en el Musée Magnelli, Musée de la Céramique, en Vallauris, Francia (entre el 6 de mayo y el 30 de octubre); mientras tanto, otra con el mismo enfoque en la cerámica abre en Barcelona, entre julio y septiembre, en el Museu del Disseny. Las cerámicas son nada menos que intrigantes.
Volviendo a destinos más comunes, en su muestra ‘Picasso 1906, la gran transformación’, el Museo Reina Sofía de Madrid se enfoca en la etapa crucial en la que el pintor dejó la etapa rosa y se libró a la experimentación. La exhibición pretende “desvelar facetas de la obra de Picasso que conectan con temas de interés actual, como la construcción del cuerpo, la diversidad cultural y el Nachleben” (concepto alemán que toca la pervivencia).
En 1906 Picasso reafirmó su amistad con la familia Stein, presenció la exposición dedicada a Henri Matisse en la galería Druet de París y descubrió en el Louvre el arte íbero de Osuna y del Cerro de los Santos. Además, viajó a Gósol, donde pasó tres meses fundamentales. “La revolución conceptual, estética y formal que Picasso experimenta durante su estancia en dicha localidad es fundamental para comprender cómo evolucionan los repertorios vernáculos y multiculturales del artista desde lo clásico a lo precubista”.
A la idea de enfocarse en un periodo específico se sumó el MoMA, del otro lado del Atlántico, incluso llevándola más lejos. En su muestra ‘Picasso in Fontainebleau’, curada por Anne Umland y abierta desde octubre hasta febrero de 2024, el museo neoyorquino mira exclusivamente los tres meses del verano de 1921, en los que Picasso pintó simultáneamente dos obras tan disímiles como impresionantes: Tres músicos y Tres mujeres en primavera. En dicha etapa, según Umland, “el pintor siguió alimentándose como un verdadero disruptor en lo que concierne a expectativas de la evolución artística y consistencia artística”.
Imperdibles también serán las varias muestras que unen al malagueño con otros artistas contemporáneos o altamente influyentes. Entre junio y septiembre, el Museo del Prado de Madrid lo empareja con una influencia como el Greco, y el Museo Picasso de Barcelona lo une con un contemporáneo como Joan Miró.
Por último, resulta interesante ver cómo los tiempos actuales influyen en las curadurías. Ante la evidencia de que su relación con las mujeres era más que conflictiva y rozaba el abuso, varios museos han puesto ahí su foco de interés. El Kunstmuseum Pablo Picasso, en Münster, Alemania, dedica una exposición a Fernande Olivier y Françoise Gilot, “las dos únicas amantes de Picasso que dejaron constancia por escrito de los recuerdos de sus años junto al artista, inseparablemente unidas a la obra del artista hasta el día de hoy, algo que se hará presente en la exposición, con unas 90 pinturas, esculturas, obras sobre papel y cerámicas”.
Con una inquietud similar, pero algo más aguda, el Brooklyn Museum de Nueva York plantea una muestra curada por una voz que no teme ser, desde el entretenimiento, una acérrima crítica de Picasso desde el lente del género y del presente: la comediante australiana Hannah Gadsby. Graduada de historia del arte, Gadsby tocará desde una perspectiva feminista un tema tan esencial como incómodo: “La interconexión entre misoginia, masculinidad, creatividad y genio, alrededor de una figura compleja y casi mitológica como la de Picasso”, en palabras del museo, que alberga varias obras del malagueño y, entre junio y septiembre, las expondrá junto con el arte de mujeres como Cindy Sherman, Kiki Smith y Ana Mendieta.
De la veneración a la disección, algo es innegable: en 2023 no quedará ninguno de los matices de la vida y la obra de una figura intemporal sin desplegarse.