Cuando un joven Jorge Luis Borges descubrió La divina comedia, la obra cumbre de Dante Alighieri, aún se ganaba la vida en una biblioteca de Almagro, un barrio en el oriente de Buenos Aires. La encontró “por azar” mientras visitaba la librería Mitchell –hoy desaparecida– y le causó tal conmoción, que siguió leyéndola durante toda su vida.Cada vez que le preguntaban por sus obras favoritas, aprovechaba para recomendarla. “Es un libro que todos debemos leer –dijo en una conferencia que dictó en 1977 en el Teatro Coliseo, de Buenos Aires–. No hacerlo es privarnos del mejor don que la literatura puede darnos, es entregarnos a un extraño ascetismo. ¿Por qué negarnos la felicidad de leer la ‘Comedia’?”.Le recomendamos: “Hoy se nos exige constantemente renunciar a la complejidad de las cosas”: Salman RushdieNo hablaba en vano. Casi todos los lectores han oído hablar de La divina comedia, conocen su historia o usan referencias de la obra en su vida diaria (como ‘dantesco’ o ‘el séptimo círculo del infierno’), pero muy pocos la han leído. Como pasa con otros clásicos, la mayoría ven el poema de Dante como una misión imposible, compleja, enredada y difícil, como un texto escrito en un lenguaje lejano y poco claro.Por eso, cuando el argentino Pablo Maurette, profesor de Literatura Comparada en la Universidad de Chicago, propuso a finales del año pasado dedicar 2018 a leer colectivamente el libro en Twitter con un canto cada día, durante 100 días, nadie pudo prever la reacción popular. Lectores principiantes o experimentados, académicos, artistas, estudiantes y expertos en la obra de Dante comenzaron a dedicar un tiempo para leer y comentar La comedia (como la llamó originalmente Dante, pues el ‘divina’ se lo incluyó el humanista Giovanni Boccaccio). El interés aumentó tan rápido, que para la segunda semana de enero la red social estaba llena de comentarios e ilustraciones sobre la obra y el hashtag #Dante2018 era una tendencia en países como Argentina o Colombia.El tema saltó de las redes a la realidad y hoy, en las librerías o centros culturales de algunas ciudades, hay talleres y lecturas conjuntas. El movimiento es tan visible, que incluso The New York Times le dedicó un artículo.Le recomendamos: La novela gráfica que reivindica la labor callada de las abuelasMás allá de esta coyuntura actual, muchos expertos y académicos coinciden en que cualquier oportunidad es perfecta para leer el poema en el que Dante (él mismo se incluyó como protagonista) recorre el infierno, el purgatorio y el paraíso –de la mano del poeta Virgilio y de su amada Beatriz– para salir de una selva oscura en la que despierta un día. La historia hace parte del canon de la literatura occidental y ha encantado a personas de todas las generaciones. Entre otras cosas, porque reta a los lectores con su lenguaje poético, su simbolismo y las frecuentes referencias a otras obras y personajes de la Antigüedad.“Es, en mi opinión, quizás la cima más alta de la literatura universal –le dijo Maurette a SEMANA–. Una obra inagotable, con tantas capas de sentido superpuestas, que conjuga tantos mundos y que sigue hoy tan relevante como hace 700 años”.La de Dante es una historia de redención, en la que el protagonista resurge de lo más oscuro y, luego de subir con esfuerzo un camino lleno de horrores, llega hasta la luz. Un tema universal que interesa a cualquier lector, pues, como dice la escritora Carolina Sanín, “le muestra las preguntas que él mismo se ha hecho, si se ha preguntado por el trayecto y las posibilidades de su propia vida; si se ha preguntado qué es un viaje, qué es un guía, qué es errar, qué es el cambio en el ser humano, qué es la muerte, qué es el miedo, qué es estar perdido, qué es la compasión, qué es el amor, qué es la música, qué es la desdicha”.El libro no solo llama la atención por su historia: también por la forma como Dante lo construyó. El poema tiene tres partes: el infierno, el purgatorio y el paraíso, cada una con 33 cantos compuestos por estrofas de 3 versos cada una. Al final, incluida la introducción, suman 100 cantos que, según Borges, nunca pierden la intensidad.Le sugerimos: “Escribí ‘La perra’ en el celular mientras mi hijo hacía la siesta y tomaba teta”Pero más allá de todo eso, el libro significó un punto de quiebre para la literatura universal. Dante, quien además de poeta fue un activista político desterrado de Florencia –su ciudad natal–, lo escribió entre 1308 y 1321, cuando el territorio de la península itálica abarcaba muchos pequeños reinos que guerreaban entre sí. Dante abrió camino en varios sentidos con su obra: no la escribió en latín (la lengua de las elites), sino en toscano, una lengua vulgar; usó la primera persona y, como si fuera poco, incluyó personas reales en la historia. Para esa época, de hecho, causó sensación al poner en el infierno a personajes famosos, como el papa Bonifacio VIII.Lo más importante, sin embargo, es que a pesar de la época, la obra va más allá de su sustrato religioso. Para el escritor Humberto Ballesteros, doctor en literatura italiana de la Universidad de Columbia, puede ser el eslabón que une a la Edad Media con el Renacimiento: “No es ni lo uno ni lo otro, y en cierta medida quiere ser ambas cosas; una obra teológica, una búsqueda de Dios por medio de la poesía y la razón, que al mismo tiempo enaltezca al ser humano, que devele cómo el hombre y su creador son uno y el mismo”.Por eso, muchas de las personas que quieren leerla enfrentan, entre otras, la pregunta de cómo hacerlo. Borges, quien consiguió una edición traducida al inglés, solía decir que primero leía los versos traducidos, luego los repasaba en italiano y, al final, repetía los cantos en ambos idiomas. La iniciativa #Dante2018, por otro lado, propone hacerlo a razón de un canto por día. “Leer un canto bien no lleva más de 30-40 minutos. Es algo muy accesible”, explica Maurette. Además, la mayoría de las ediciones tienen comentarios a pie de página que contextualizan al lector. Para otros, sin embargo, la clave es leerla literalmente (por lo menos la primera vez), y dejarse llevar por la historia sin prestar mucha atención a las aclaraciones.“Al comienzo uno puede sentirse perdido, como Dante en esa primera parte –explica Andrea Lozano Vásquez, directora del Departamento de Humanidades y Literatura de la Universidad de los Andes–. Pero luego, así como aparece alguien que se ofrece a guiarlo por el camino, uno se puede dejar llevar por el libro mismo”. Para caminar por un mundo fantástico que ha fascinado a la humanidad durante siete siglos y que, seguramente, lo seguirá haciendo en el futuro.