Es arriesgado asegurar que Bogotá llegue a sus quinientos años sana y salva. El ritmo cada vez más acelerado de los cambios, el azaroso panorama nacional y el incierto futuro de la humanidad no permiten, sino a los muy tontos o a los muy optimistas, pensar que se llegará felizmente al año 2038, en condiciones satisfactorias de progreso y bienestar. Sobre la perdurabilidad de la arquitectura se proyecta una sombra semejante. Confiados en la eternidad de los edificios (salvo aquellos que caen en la mira de los financistas y constructores y de su socia, la oficina de Planeación Distrital), se asume que ellos existirán por siempre, olvidando aquello que el arquitecto estadinense Peter Eisenman llama la "futilidad de los objetos".La convocatoria titulada "Plaza de Bolívar, Bogotá 500 años: Visiones", efectuada conjuntamente por el Museo de Arte Moderno de Bogotá y la revista PROA, abrió para los profesionales de la arquitectura colombiana la posibilidad de pensar en estas cosas y de divagar acerca de sus posibilidades. Mediante invitaciones directas y la libre inscripción, se despertó el interés profesional y estudiantil para proponer imágenes del futuro del lugar público y simbólico más importante del país. La sola palabra "visiones" sugería la idea de apartarse de las considcraciones estrictamente realistas y de recorrer rutas imaginativas, en lo que ha sido la convocatoria más interesante de los últimos años en Colombia.La respuesta fue bastante satisfactoria. Se recibieron 30 proyectos de enfoques diversos, que van desde lo convencional hasta lo extravagante, desde lo serio hasta lo irónico y desde lo real hasta lo posible. Predomina en las propuestas un sentido de realidad y de respeto hacia la plaza y sus edificaciones con la excepción del Palacio de Justicia que varia de forma y de localización. La Plaza misma se amplía hacia el norte o hacia el occidente en algunas propuestas. Uno de los proyectos propone un interesante desarrollo urbanístico de dos ejes, uno desde la Plaza de Bolívar hasta la Plaza de España y otro desde la Plazuela de San Agustín hasta la Avenida Jiménez. Al mismo tiempo, existen diversos comentarios a manera de metáforas y alegorías, unos serios y otros cargados de humor, como la propuesta que incluye dentro del marco de la Plaza cuatro símbolos de la nacionalidad: una fuente con un corazón palpitante y sangrante, un monumento al primer avión que transportó cocaína a los Estados Unidos, otra fuente con una gárgola en forma de cabeza de guerrillero y un nuevo frontón post-post-post moderno, frente al Edificio Liévano.El premio de aquitectura MAM PROA fue otorgado al estudiante Juan Carlos García de la Universidad de Los Andes, quien presentó una propuesta imaginativa de adecuación de la Plaza para eventos de diversa indole, o mejor aún, para la transformación de la Plaza en un evento. Mezcla de lo intrascendente con lo permanente, los edificios y la Plaza misma como simbolos, la propuesta bellamente expresada en modelos a escala, incluye la presencia de grúas,molinos, puentes, palmas, y otras estructuras livianas que otorgan un aire festivo al recinto, hasta ahora austero, de la Plaza. El jurado integrado por Gloria Zea -directora del MAM- , Karen Rogers de Noriega -directora de su departamento de Arquitectura- , Lorenzo Fonseca -director de la revista PROA- y el arquitecto Arturo Robledo -como jurado invitado-, otorgó una mención especial al proyecto presentado por el arquitecto Germán Samper Gnecco el que, en términos del jurado, constituye una propuesta seria y profesional de enfoque realista. Un vasto sótano alberga las vías 7a y 8a, estacionamientos y un centro cultural. La Plaza queda peatonalizada en su totalidad y cumple así su función cívica, mientras el subsuelo se aprovecha para abastecer al centro de la ciudad de servicios indispensables. Este proyecto es preciso, factible y representa, en cierta medida, el opuesto del ganador en el que la fantasia supera la realidad.Cabe resaltar la espléndida presentación de la gran mayoría de los proyectos, además de la sensibilidad que en ellos se enuncia. Esto garantiza el interés de apreciarlos al ser expuestos en octubre, en el marco de la gran exposición titulada "Bogotá 4 12". Con este evento, el MAM se sumará a las festividades del cumpleaños de la ciudad, mostrando además de los resultados de la convocatoria, los hechos más significativos de la historia de su espacio público y un conjunto de proyectos, actualmente en construcción, que han de ser trascendentales en la transformación de su fisonomía. Esta será una de las exposiciones sobre arquitectura más importantes a realizarse en el país y cuenta con el apoyo de la Alcaldía Mayor de Bogotá. Con esto, el MAM consolida la importancia de su departamento de Arquitectura y ofrece a la ciudadanía otro motivo más para conocer y apreciar a Bogotá.Alberto Saldarriaga Roa