Casa Ensamble, hoy Casa E, a secas, ya es una marca registrada para los bogotanos. Un espacio cultural que se levanta en el tradicional sector de Teusaquillo, comandado por la actriz Alejandra Borrero, una guerrera de las artes, que no tiró la toalla ni siquiera en los malos días de la pandemia del covid-19, que obligó a un largo y doloroso cierre de todos los teatros del país.
Ahora mismo, escoltada por el sonido de martillos, brochas de pintura que enlucen paredes y pulidoras, habla de cómo está enluciendo la tradicional casona donde ha funcionado este centro cultural para que los colombianos la acompañen a celebrar sus primeros 15 años de fundación.
La actriz conversó con SEMANA de este feliz momento, pero también de las angustias que le ha dejado este trasegar como gestora cultural.
SEMANA: Se le ve feliz de llegar a estos primeros 15 años de Casa E.
Alejandra Borrero (A.B.): Creo que no he podido sentirla de la cantidad de cosas que tengo que hacer para tener todo listo. Estamos pintando, remodelando, dejando la casa impecable. Esta casa es un patrimonio arquitectónico y cultural de Colombia y no la podemos dejar perder. Es muy triste que, en situaciones tan complejas, uno no reciba ningún tipo de apoyo, aunque sí el amor de la gente. Muchos se me acercaban con el corazón roto cuando tuvimos que cerrar, y para mí era doloroso porque yo estaba haciendo un duelo muy grande. Pero yo seguiré haciendo teatro por muchos años. La persistencia y la pasión por este arte es lo que me tiene en pie. A veces digo: ‘Estoy loca, debería retirarme e irme a vivir en paz y no estar en estas preocupaciones diarias’, pero este fue el oficio que escogí en la vida. Con el tiempo entendí que cada momento trae su angustia y su felicidad.
SEMANA: ¿Cómo nace la idea de Casa Ensamble en un país donde vivir del arte es una tragicomedia?
A.B.: Es que nunca pensé en un proyecto así de grande. Estaba buscando un espacio para ensayar y dictar mis talleres. Yo había montado Ensamble Latino, en Miami, y quería hacer un montón de cosas, pero se vino el 11 de septiembre y los proyectos se cayeron. Me vine a Colombia con la idea de producir mi propio material. Y recuerdo que Fanny Mickey me decía: “¡Cómo se te ocurre, mirá los números!”. Pero de una manera realmente ingenua me fui metiendo en este espacio. Encontrar esa casa hermosa en Teusaquillo se convirtió en la identidad de lo que fue Casa Ensamble en ese momento: un espacio donde se podían ver todo tipo de obras, arte, teatro, música. Soy una fanática del arte.
SEMANA: ¿Cómo recuerda la apertura de Casa Ensamble?
A.B.: Para la primera función de Pharmaton no tenía quién vendiera la boleta. No sabía qué hacer. Le dije a mi hermana: “Mona, te tocó vender boletas porque yo no puedo hacer la obra y vender la boleta al tiempo, porque esto parecerá circo pobre”. Y a los días le pregunte: “¿Cuántas boletas vendiste?”. Y ella me dijo que le había dado pena cobrarle a la gente, así que la primera función fue gratis. Y con el tiempo, fuimos abriendo otros espacios y la casa fue creciendo. Y lo hice de la mano de mi socia que tenía una gran visión, y a la par fue naciendo todo el tema social sin darnos cuenta. En ese camino, monté una obra sobre abuso sexual infantil, que la escribió mi tío Guillermo Borrero, y nos dimos cuenta del valor del arte en estos temas difíciles de tratar. La premisa era ser únicos.
SEMANA: ¿Y fue igual de emocionante la reapertura tras la pandemia?
A.B.: Cuando reabrí, me paré en el escenario después de casi dos años. Y lloré cuando me dirigí al público. Me pesaba la imagen del frío de las salas sin público. Fue algo muy triste. Entonces, no podía creer que al fin estábamos en escena. Pero ese fue como un impulso para que se moviera esa loca que llevo dentro. Reabrí con la obra Pharmaton, que es mi obra emblemática. Es una obra que no caduca, que es magistral, la escribió Carlos Mayolo. Y la seguiré moviendo mucho tiempo. Es una pieza que vale la pena seguir mostrando. Mi sueño es llevarla por toda Colombia. Es una de las cosas que quiero hacer el próximo año.
SEMANA: Una cosa es ser actriz y otra empresaria de la cultura. Era muy buena para los cuentos, pero no para las cuentas. ¿Cómo le ha ido en esa otra faceta?
A.B.: Lo aprendí por obligación. No tenía alternativa. Aprendí a escribir proyectos, a hacer presupuestos, cuentas, a encontrar puntos de equilibrio. No ha sido fácil, pero he tenido un equipo detrás que trabaja para que todo funcione. Uno abre un espacio de estos y no sabe cómo lo va a manejar. Cuando compré esta casa, estuvimos un año restaurándola, sacando toda la mugre. Me enamoré de esta casa a primera vista. Me gustaron las columnas. Yo soy una amante del arte, de la arquitectura, soy hija de un ingeniero que nos llevaba a ver puentes e infraestructuras. Y nos llevaba a ver lugares especiales, casas bellas, la ópera. En mi casa el arte era parte de la vida. Y con esta casa, que es de 1958, de estilo modernista, sabía que iba a hacer una obra de arte en Bogotá. Yo no tenía el dinero para comprarla, y después de un gran esfuerzo la logré pagar.
SEMANA: Debe ser doloroso ver en la entrada de Casa E el letrero de ‘Se vende’…
A.B.: Pocas casas quedan en Bogotá tan bellas como esta. Aquí los profesores de arquitectura traen a sus estudiantes por el valor patrimonial que tiene. A veces me entristece la posibilidad de venderla, pero lo que ha de ser, será. No es una casa fácil de vender. Yo quisiera que siguiera siendo un espacio abierto para el público. Tengo varias ideas y ofertas de gente que quiere invertir. Mientras tanto, sigo trabajando.
SEMANA: Cómo será la programación de Casa E para celebrar estos 15 años.
A.B.: Vamos a abrir todas las salas de Casa E. Son cuatro: las pequeñas son Enrique Buenaventura; la sala Otro Café, donde tengo a un grupo de egresados de esta casa y eso es un orgullo muy especial; la Mayolo, donde presentamos formatos como stand up comedy. Y la sala Arlequín, que es la más grande, mi consentida. Y la gran apuesta de la programación es El principio de Arquímedes; pocas veces he tenido en mis manos una obra tan interesante y bien escrita. Es de un dramaturgo catalán, que se ha ganado tres premios Born en Europa. Los comentarios hasta ahora han sido maravillosos. También estoy dirigiendo una obra que se llama Lo que pasa en el bar se queda en, un musical de rock en español y rancheras, para que la gente venga a cantar como una desquiciada con orquesta en vivo.
SEMANA: En pandemia, usted alzó la voz para hablar de la crisis del sector. ¿Se sigue sintiendo sola?
A.B.: Claro que sí. Cuando hablo con otros gestores culturales nos decimos: ‘¿Estamos locos, no?’. Fanny Mickey me lo había advertido y no le paré bolas. Esto es una cosa que se mueve por pasión, no por dinero. Yo no tengo un minuto libre, buscando patrocinadores, actores, obras. Montando, estudiando letra. Si toca barrer, barro. Lo que toque. Todos somos toderos. Y eso le pasaba a Fanny, llegaba a los ensayos con mil problemas en la cabeza. Siempre estaba acelerada y sin aprenderse la letra. Me encantaría poder dedicarme solo al tema creativo, pero es imposible.
SEMANA: ¿Por qué siente que la han dejado sola?
A.B.: Siempre las artes han sido consideradas temas menos importantes. Y, justamente en la pandemia, no nos enloquecimos fue gracias a la cultura. Pero, yo no me rindo. Hace poco estuve en el Foro Mundial de Economía hablando de esta labor. De todos modos, hay cosas que son injustas: tuve que vender mi casa para pagar prediales de toda la época de pandemia, que ha sido el momento más duro. Y yo decía: ‘¿Es de verdad que no hay un descuento especial para quienes hacemos cultura?’ Es una tristeza. En lugar de apoyo, recibimos es impuestos. En muchos países el arte es subvencionado por el Gobierno, pero en Colombia no se le ha dado la importancia que se merece.
SEMANA: Actualmente, se siente mucho pesimismo en el sector. Y solo después de cinco meses se nombró un Ministro de Cultura en propiedad…
A.B.: Creo que se ha perdido mucho en los últimos meses. Todo lo que se había avanzado para el gremio de los artistas. No se ha entendido el enorme potencial de la cultura para la economía de un país. En Estados Unidos, el del entretenimiento es el tercer rubro que más aporta a la economía. Este Gobierno, que quiere pacificar este país, debería entender que una de las formas de hacerlo es con arte.
SEMANA: Cómo entender que se haya avanzado tan poco en el primer año de este Gobierno en materia cultural...
A.B.: Yo he trabajado con todos los gobiernos. Porque en esto uno debe siempre tener las puertas abiertas. Y no puedo negar que el ministro interino me atendió, pero concretamente no vi una puesta fuerte para el sector de las artes escénicas. Pero, yo no me quedo de brazos cruzados. Toco puertas aquí y allá. De no ser por eso, creo que no estaríamos hoy celebrando 15 años de esta locura llamada Casa E.