Fede Álvarez se enamoró de la ciencia ficción y el terror de Alien cuando era un adolescente en su Uruguay natal. Los albores de la serie lo marcaron para siempre y allí encontró el germen de su incursión en la icónica saga.
Con Alien: Romulus, el cineasta de 46 años vuelve a los orígenes de la franquicia. La séptima entrega transcurre en un futuro lejano, entre los eventos de la primera y la segunda, cuando un grupo de jóvenes colonizadores del espacio despiertan sin querer a un aterrador organismo.
“Hay una escena en la película de 1986 de un montón de niños corriendo por una estación espacial. Y yo pensé, ‘Pah, ¿cómo será cuando crezcan?”, contó Álvarez en Montevideo, antes del estreno de la cinta previsto el jueves 15.
Álvarez, que conquistó Hollywood luego de que su corto sobre una invasión extraterrestre en Montevideo, Ataque de Pánico, se hiciera viral en YouTube en 2009, se inspiró en quienes crecen “lejos de todo, donde las opciones son pocas”.
“Obviamente para los que no nacimos en Nueva York o en Los Ángeles, esas grandes ciudades, es el sentimiento con el que nos identificamos todos”, dijo el director de Alien: Romulus, también coguionista junto con su compatriota y usual colaborador Rodo Sayagues.
Su película revisita el estilo visual de Alien: el octavo pasajero (1979), del británico Ridley Scott, y de Aliens (1986), la secuela del canadiense James Cameron, dos filmes que Álvarez considera “seminales” para el cine y para él.
El realizador uruguayo, conocido por la remake del film de culto Evil Dead (Posesión infernal, 2013), y por la taquillera No respires (2016), apostó nuevamente por efectos especiales producidos físicamente y menos imágenes generadas por computadora u otras técnicas de posproducción.
Revivir la “vieja escuela” supuso, según Álvarez, sumergirse en el “futurismo de los años 1980″, con míticos especímenes de Alien” controlados por equipos de marionetistas para asustar de verdad a los actores... y al público.
“Técnicamente es una película muy ambiciosa”, dijo.
Peñarol y mate
También es ambicioso el objetivo de Álvarez de dejar huella en los espectadores.
“Cuando vos decidís ver esta película, está claro más o menos a qué querés exponerte. Es como cuando te subís a una montaña rusa”, dijo. “Me gusta generarle ese efecto a la gente donde no puede ignorar lo que está pasando en la pantalla”.
Álvarez destacó el “privilegio” de trabajar con Scott, productor de la película, y con Cameron, “grandes maestros del género”. Estaba “con un papel y un lápiz anotándome cualquier pedacito de sabiduría”, recordó.
El elenco de Alien: Romulus no incluye a Sigourney Weaver, rostro emblemático de la saga, que llegó a estar nominada al Óscar por su papel en Aliens. Pero el cara a cara de la joven estrella Cailee Spaeny (Priscilla) con el espeluznante xenomorfo recrea momentos conocidos.
También aporta tensión claustrofóbica Isabela Merced (Sicario), una estadounidense de madre peruana a quien Álvarez se dio el gusto de dirigir en español.
“En mis sets se habla en ‘uruguayo’ todo el tiempo”, apuntó entre risas el cineasta, celebrando sus raíces del Río de la Plata. En Alien: Romulus, Álvarez hace algunos guiños a su país.
No sólo hay un cameo suyo, sino que aparece un banderín de Peñarol, el club de fútbol de sus amores, y se ve un mate, el recipiente donde se toma esa bebida a base de yerba mate muy popular en Uruguay, que según el director, por un descuido durante el rodaje quedó “para la posteridad”.