Cuando un visitante llega al segundo piso de la galería Alonso Garcés y se encuentra con ‘Interceptos’, la serie más reciente del fotógrafo Luis Morales, lo primero que pregunta es “¿no era una exposición de fotografía?”. A lo que el mismo Garcés o Reinaldo, socios del lugar que celebra 40 años de existencia, responden “sí, son fotografías”.“Parecen pinturas”, es lo que dicen varios de los incrédulos, que en la segunda o tercera fotografía ya no hacen una pregunta, sino que lanzan una afirmación, que lastimosamente para ellos, no es cierta. “Pero entonces hace un montaje, consigue las cosas y arma el plano”.No. Tampoco es un montaje.Todo lo que allí se ve no ha sido manipulado, solo se ha encuadrado de tal forma que la figuración ha desaparecido y Luis Morales lleva al espectador al complejo mundo de la abstracción.“El interés mío siempre ha sido la fotografía, en esta serie tenía una intención muy grande en el plano pero el plano que es la fotografía. Siempre se habla de dos dimensiones y buscamos siempre la tercera a partir de unos elementos que me parecen algo artificiales como la perspectiva, la atmósfera, la luz. Darle esa tercera dimensión era algo que no me interesaba”, agrega Morales.
Fotografías cortesía del artistaPartiendo de ese principio y esa idea, Morales quería que la fotografía se volviera plano, trabajó con el espacio: el gran problema que ha tenido. Entonces vio que en las imágenes, sin alterarlas, podía ver que gracias a la luz podría hablar de una abstracción partiendo de una realidad."Siempre las veo como fotografías y la gente las ve como otra cosa, como pinturas. Eso es muy interesante, pero la intención no es que parezca una pintura, la intención es trabajar la fotografía", recalca.“Entonces surge la pregunta ¿puede ser algo abstracto tomado de una realidad dada? ‘Interceptos’ muestra y demuestra que sí. Lo que permite esta contradicción, este oxímoron: realismo abstracto”, escribe Luis Fernando Valencia sobre la serie.Una conclusión clara es que la fotografía digital sumerge a quien la aprecia a una dimensión que se desprende en muchos factores de lo análogo. La fotografía digital se puede alterar infinidad de veces y da una imagen que se despega y fluye.El interés de Luis por la fotografía va desde que tenía 12 años. “Tenía mi cámara y mi laboratorio, todo muy básico y ahí fue mi primer acercamiento”. Después empezó un trabajo más serio. “Trabajé en Ipso facto no he hecho un trabajo médico a través de la fotografía, pero si uno ve la serie, rememora mucho las morgues, las salas del quirófano, el cuerpo desnudo en otra dimensión. Pero no es un trabajo directo”.No es que Luis esté tomando fotos a toda hora, es más un proceso mental de planeación. En Ipso facto duró seis meses sin tomar una foto.“Para poder producir las imágenes me tocó sumergirme en la piscina. Me tomó por sorpresa que el espacio me pidió la figura humana. Tenía que ser en las piscinas públicas de Medellín, porque pienso que las cosas adquieren cierto tipo de energía, sin ser místico. Fue gente que no estaba relacionada con el agua, nos tocaba empezar a las cuatro de la mañana y hubo casos de hipotermia”, recuerda Luis.Prosthesis es un proyecto en el que quería hablar del cuerpo sin recurrir a la figuración.“Descubrí que había una población que había perdido alguno de sus miembros y que no tenía recursos para hacerse una prótesis de manera adecuada entonces se la inventaba con sus amigos y sus vecinos según el trabajo que desarrollaban”Si alguien tenía un amigo que trabaja en un lugar de aluminio entonces él traía las piezas de aluminio. “Si trabajaban en un lugar de ropa pues traía parte de los maniquíes y de una manera muy artesanal creaban estas prótesis y eso me pareció muy bello, porque era hablar de cómo las personas tratan a toda costa de que su miembro perdido se integre a los miembros que están sin problemas”Se vuelve una cosa de forma biológica, se vuelve una parte integral de la persona y además hay decoración. “Recuero una prótesis que me impresiona por su belleza y es que la persona se pone una media velada, porque la otra pierna también usa una media velada”.Tal vez uno de los proyectos más ambiciosos de Luis Morales es Aquí y Ahora, un trabajo que duró cinco años de realización con prostitutas de Medellín. El Luis Niño, que iba en la parte de atrás del auto, se preguntaba por la vida de estas mujeres, de su existencia en una zona de tolerancia. Y años después, logró encontrarse con esas mujeres del centro de la ciudad. Hizo algunos retratos durante el primer año y guardó las fotografías para sí mismo.Cuando se las mostró a alguien tuvo que escuchar la respuesta menos alentadora: pero estas mujeres son horribles, no pueden ser prostitutas. Y ahí surgió el complemento de la serie: mostrar que había hombres que buscaban la belleza y la compañía de quienes ya había retratado en toda su dignidad. A las mujeres las inmortalizó en su hogar, y a los hombres los retrató desnudos justo minutos después del coito.Contrario a lo que muchos pueden crear como el imaginario del artista, Luis es un artista sencillo. Como en su proyecto Medellín desde San Lorenzo, en donde retrató el cementerio que lleva el nombre del santo y decidió hacer una convocatoria para que el que quisiera pudiera tener una copia de la obra. “Es curioso, porque la obra está impresa en papel periódico y el certificado es una fotografía, probablemente el papel se vuelva amarillo y se rompa y lo único que quede sea el certificado de una obra”.Hoy en alguna casa, de algún barrio de Bogotá, está pegada con cinta, rota de una esquina y amarilla en sus bordes una copia de Medellín desde San Lorenzo.