Colombia iba a ser testigo de la entrega virtuosa de black midi en vivo. Colombia se quedó con las ganas por cuenta de la pandemia y de la cancelación del Festival Estéreo Picnic más brutal de la historia. Pero, nada de lágrimas. Ese veloz y triste recuento de lo que pudo ser da paso a un recuento de lo que hoy sucede. Hay buenas noticias. Hay música nueva de black midi, y es muy buena, muy muy buena.

Sus cuatro integrantes fundadores (Geordie Greep, Matt Kwasniewski-Kelvin, Cameron Picton y Morgan Simpson) se conocieron en la BRIT School para las Artes Escénicas y la Tecnología y armaron la banda en 2010. Dieron el salto profesional al graduarse en 2017 y, apoyados en cerebros particulares que conectan músicas con artes con imágenes de video, forjaron para black midi una personalidad y una presencia. Desde el gran Londres, la banda de Croydon ejercita sus músculos talentosos derritiendo fronteras entre el rock, el jazz, lo absurdo, lo progresivo y lo experimental. Y en esa búsqueda propone también una apuesta estética. Esta parte del trabajo que le comisionan a los artistas de video e imagen que los emocionan (y que, curiosamente cerca a la experiencia del público, solo ven días antes de que salga publicado).

En su debut “Shlagenheim” (2019) decidieron tocar en jam e improvisación hasta encontrar esos momentos tremendos. Es un gran álbum. Pero como bien lo creo (y secunda Geordie Greep), “Cavalcade” es mejor. El esperado segundo LP que hoy estrenan consta de ocho pistas que viajan entre las progresiones de acordes retadoras e intensas profesadas por Frank Zappa, que rockean y entretienen, la explosión orgánica del los instrumentos mismos que crea Piazzolla en sus composiciones y la suavidad “clasuda” y burlona de Dean Martin. El contraste entre las primeras dos pistas, “John L” y “Marlene Dietrich”, no define el viaje de “Cavalcade” pero sí lo ejemplifica bien.

Y luego, azota “Chondromalacia Patella” y usted ya sabe si se suscribió en este tren musical...

La música del trío es excepcional. Los bajos de Cameron Picton hipnotizan, su trabajo en guitarra y sintetizadores también marca, y las baterías de Morgan Simpson tienen una cualidad irrepetible en el caos ordenado que consiguen. La voz de Greep marca también un espacio característico, con las propiedades de un instrumento de viento y la entrega muchas veces digna de un pastor religioso de verbo hábil o de un paisa dicharachero. Sus guitarras no son tema menor. El talento aquí sobra, pero no se malgasta, se usa en pro de la autenticidad.

Precisamente con Geordie Greep hablamos sobre “Cavalcade” y música. La punta de lanza espiritual de este tridente de poder (que no tiene líderes y, a veces, como en este disco, echa mano a refuerzos de poder en el saxofón y otros vientos), tiene un radar particular para las cosas buenas: “tienen que tener un elemento cómico. Lo que se toma muy en serio no puede ser bueno”, asegura. Esto contó sobre su trabajo, las películas de Hitchcock, la música de Bártok y la lectura de “The Loser” del austriaco Thomas Bernhard.

black midi son (el en orden de la foto): Morgan Simpson (batería), Geordie Greep (voz líder y guitarra) y Cameron Picton (voces, bajo, sintetizadores). | Foto: Cortesía D Music Marketing

Se les encasilla en el math rock, se les llama post punk experimental, ¿qué son ustedes? ¿Cómo le llama usted a lo que crean?

Geordie Greep: El adjetivo adecuado para describir la música es “dramático”. Este nuevo álbum, se puede decir, vira entre el drama, la comedia y el romance. Esos son los tres pilares de la música. Usar términos más abstractos, emocionalmente dramáticos, es liberador porque ponerle el rótulo de rock, o funk o r&b o jazz o lo que sea te pueden limitar muchas veces.

Lanzan este tremendo “Cavalcade”. ¿Qué lo separa de su trabajo anterior, “Schlagenheim”?

G.G.: Sé que la gente suele decir esto siempre que venden un producto nuevo, lo tienen que decir, pero sí creo que es un mejor álbum en todos los aspectos. Se trata de un álbum mucho más matizado, mucho más dinámico. Creo también que a nivel musical, lírico y de composición de canciones, es mucho más estructurado. Fue mejor armado, mejor pensado. Quiero que la gente lo oiga ya.

¿Sabe algo acerca de Colombia?

G.G.: No realmente, no.

¿De América del Sur, quizá?

G.G.: He escuchado cosas y visto películas, pero también he consumido mucho pastiche “clichesudo” como el que ofrece Woody Allen en “Bananas” (y visita su continente).

¿Qué música ha forjado su música?

G.G.: Hay muchísimo que recuerdo de cuando crecía, que aún escucho. Yo me la paso entre descubriendo y revisitando. Los más impactantes, gente como Frank Zappa, Miles Davis, Joni Mitchell, gente como Marvin Gaye. A la par de ellos, la música clásica. La mayoría de lo que escucho y de lo que realmente me enloqueció es clásico: Stravinski, Messiaen, Bartók, Bach, Beethoven... Muchas de sus piezas cambiaron mi manera de ver y de pensar en la música. Y creo que en este álbum se nota especialmente esa dirección.

Hablando de influencias, he escuchado mucha música de Suramérica. Y una de mis más grandes influencias ahora es el tango, con gente como Astor Piazzolla, como Dino Saluzzi, por la pasión de la música que tocan, el drama. Además, por la manera en la que tocan instrumentos acústicos pero logran efectos de sonido con ellos, consiguen que hagan “ruiiii ruiiii”, “kwiishhhh”, y cosas así. Es increíble. Y toqué el acordeón también, así que me gusta mucho ese aspecto. Muchas progresiones en el disco se inspiraron en ellos.

La mayoría de lo que escucho y de lo que realmente me enloqueció es clásico: Stravinski, Messiaen, Bartók, Bach, Beethoven... Muchas de sus piezas cambiaron mi manera de ver y de pensar en la música. Y creo que en este álbum se nota especialmente esa dirección

Entre álbumes, Matt Kwasniewski-Kelvin se alejó por un tiempo del grupo. El proceso de hacer su música ha cambiado inevitablemente, cuéntenos cómo.

G.G.: En el primer LP la música fue mucho más orientada hacia el “jam”, basada en la improvisación. Tocábamos juntos hasta conseguir algo emocionante y, cuando eso sucedía, lo sumábamos al material utilizable. Se volvía una sección, y cuando tuvimos muchas secciones, ensamblamos las canciones. Por eso, las canciones casi que se podían ver como compilaciones.

En “Cavalcade” comenzamos desde un punto distinto. Mitad de las canciones se hicieron individualmente. Un integrante de la banda, en su casa, escribió la canción de comienzo a fin y la trajo al resto y dijo “apréndanse esto”. Esto significa que pudimos ser mucho más ambiciosos con el material, que pudimos hacer estructuras de acordes serias, o secuencias de acordes.

Es distinto cuando todos tocamos juntos, pues se suele seguir una especie de patrón de blues, en el que alternas entre un par de acordes, o en un acorde, se hace música casi monofónica... incluso, se puede navegar algo atonal, más basado en texturas y en el sonido que en la estructura melódica.

Pero este no es el caso en la mitad de las canciones de “Cavalcade”. Las escribimos por aparte. La otra mitad de las canciones partían de algo que hacíamos juntos, pero también se daba que en esos casos alguien iba y terminaba la canción. Básicamente, cada canción es más estructurada y melódicamente más compleja que cualquier cosa que hayamos hecho antes.

¿Hay una favorita suya? ¿Si toca enviarle una a los extraterrestres, cuál sería?

G.G.: ¿Para los aliens? No lo sé, no lo sé, creo que todas tienen sus maneras. Normal, preferiré las que escribí yo, podría ser “Marlene Dietrich”, o “Ascending Forth”, la última del disco, muy buena. La pista “Slow”, en el medio, “John L”, caray, creo que todas son muy buenas.

De mis favoritas es “Dethroned”, todo parece construirse desde esa línea de bajo tremenda de Cameron, ¿qué puede contarnos de esa canción?

G.G.: Esa fue una de las que armamos juntos, la que más juntos estuvimos al armar. En ella, caminamos ese riff principal que Cameron toca y desde el cual se arma el resto. “Jameando” encontré unos acordes, pulsantes, briosos, y toda la sección del medio, casi reggae, es de otra canción que hacíamos en las giras. Otro caso más de lo que mencionaba, tomar una sección individual y ubicarla en una canción común. Y luego sumamos un par de puentes y transiciones de la misma manera.

“Dethroned” solo se armó hasta el final del proceso, a decir verdad. Me tomó mucho tiempo escribir esas letras. En los últimos días de grabación avisé que ya las tenía, hice las voces y se cerró bien, salió bien. Suena como The Police o algo por el estilo.

¿Sobre qué escribe? Somo un país que habla español y no entiende mucho de lo que se dice en su inglés, pero queremos saber...

G.G.: Escribo historias, algo así, pero se trata de entretener. Se trata de que sea dramático y que atrape, pero también que sea gracioso. Eso es lo más importante. Creo que todo lo que es bueno, también es gracioso. Incluso en obras ostensiblemente dramáticas, como en algunas de Ingmar Bergman, hay un montón de comedia. Algo que sea demasiado serio, o completamente serio, termina por no ser muy bueno. Todo lo que nos influencia, además, tiene ese elemento cómico. Nosotros tratamos de incluirlo en nuestra música y letras.

Creo que todo lo que es bueno, también es gracioso. Incluso en obras ostensiblemente dramáticas, como en algunas de Ingmar Bergman, hay un montón de comedia. Algo que sea demasiado serio, o completamente serio, termina por no ser muy bueno

Con respecto a los temas de los que hablo, lo único que realmente evitamos es ser moralistas. Odio cuando ves una película o lees un libro y parece gritarte “este es el mensaje”, “esto es lo que no debes hacer”, ¿cuál es el punto de hacer esto? Es mierda. Hay que disfrutarlo. Nunca deberías usar una buena moraleja como excusa para escribir un mal libro, una mala historia, una película pobre, y eso es lo que suele suceder.

Se parte desde ese mal punto, se termina mal...

G.G.: Sin duda, “esa película es una mierda, pero tiene un buen corazón”... ¿Para qué hacer esto?

black midi son (el en orden de la foto): Morgan Simpson (batería), Geordie Greep (voz líder y guitarra) y Cameron Picton (voces, bajo, sintetizadores). | Foto: Cortesía D Music Marketing

Lo escuché recitando una obra teatral hace poco, y en sus letras parece haber mucha literatura. ¿Qué alimenta su arte?

G.G.: Siempre he sido un aficionado a las películas. Mi madre me mostró muchos tipos de cine desde que era chiquito, de Alfred Hitchcock, de Martin Scorsese, de Luis Buñuel, de Woody Allen, así que me la he pasado viendo estas cintas y gozándomelas. Esto y mucho cine en otros idiomas. Y en mucho de lo que disfruto, lo que dije antes, está el elemento cómico.

Y están los libros también, siempre he leído mucho. Poco antes de formar la banda, lo retomé., leer a Gustave Flaubert, Proust, Nabokov, Kafka...

Los videos que han lanzado son bien especiales, ¿le han dado libertad creativa a la gente que les colabora en esta faceta, como a Vilhjálmur Yngvi Hjálmarsson en “Chondromalacia Patella”?

G.G.: Usualmente le encargamos el trabajo a alguien cuyo trabajo admiramos y les damos dinero para hacer algo, para hacer lo que quieran hacer. Quizás nos mandan una idea y les decimos que no nos gusta, pero no hay mucho punto en tratar de “ajustarla”.

De las peores cosas que se puede hacer es diseñar por comité. Es mejor dejarlos hacer lo que les inspira hacer. Si funciona, funciona, si no funciona, no funciona. Todos los videos que hemos hecho para este álbum y los artes del disco fueron hechos individualmente por estos artistas. Ellos salen con las ideas, nosotros, esencialmente, lo vemos antes de que la audiencia lo vea, un par de días antes.

Todos los videos que hemos hecho para este álbum y los artes del disco fueron hechos individualmente por estos artistas. Ellos salen con las ideas, nosotros, esencialmente, lo vemos antes de que la audiencia lo vea, un par de días antes

Lanzan este disco con conciertos socialmente distanciados, con público de nuevo, ¿es su regreso a las audiencias?

G.G.: De una manera, sí. El último toque que hicimos fue en diciembre, que no parece hace tanto considerando que el último show que dimos antes de la pandemia fue en febrero de 2020. Este viernes sí marcará nuestro primer show oficial con gente, pero igual será al 50 por ciento. Ojalá en unos meses todo vuelva a la normalidad, pero quién sabe, veremos.

"Cavalcade", el segundo álbum de estudio de la banda británica, supera las altas expectativas. | Foto: Cortesía D Music Marketing

¿Se siente Black Midi parte de un movimiento?, ¿de algo más grande que la banda?

G.G.: El tiempo lo dirá. Se piensa muchas veces en ciertas escenas y lo “loco” que pudo ser vivirlas, pero alguien que la vivió te dice que ni se dio cuenta. Sé que hay grandes bandas en el Reino Unido, sé que les va bien. Tendremos que esperar y ver.

¿Qué ha venido leyendo o escuchando?

G.G.: Leí hace poco “The Loser” del escritor austriaco Thomas Bernhard. Trata sobre Glenn Gould, el pianista, y una relación -no sentimental- imaginada con uno de sus estudiantes, (y una rivalidad de este con otro estudiante).

Está escrita de una manera que cruza a Samuel Beckett y a Dostoievski. El libro entero es un párrafo sin romper, con una sintaxis y gramáticas inusuales, pero es muy fácil de leer. El tipo de libro que te hace comer páginas. Con los libros modernos no sabes si te enfrentas a ejercicios académicos, si serán difíciles de leer, pero con este volé. Lo leí en un día y medio. Es un gran libro.

En lo que a música respecta, la semana pasada vi en cine “The Cook, The Thief, His Wife and Her Lover” de Peter Greenaway, y tiene música fantástica. Ya la había visto, pero fue la primera vez que la vi en un teatro, y no he dejado de escuchar esa banda sonora desde entonces.