"La sotana roja", de Roger Peyrefitte. Editorial Plaza & Janés, 1983, 206 páginas.No lejos de Santa María la Mayor en la capilla de Santa Praxedes dos hombres conversan fingiendo rezar el rosario: Monseñor Casimiro Larvenkus y Nikita Krachtachiknilkov. El primero es el presidente del Instituto para las Obras de Religión (el Banco de la Santa Sede) y el soviético es un agente de la KGB. La misión de Monseñor Larvenkus es muy clara: colaborar en desmontar el sistema católico en beneficio de la ideología marxista. Los encuentros en Santa Praxedes son una especie de conclave secreto de donde emanan órdenes perentorias y siniestras.Por su investidura Larvenkus había cruzado quién sabe cuántas veces los veinte patios grandes del Vaticano y sus cinco patios menores, había recorrido sus ciento veintiocho corredores, una y otra vez, maquinando sus planes; y es muy probable que hubiera penetrado, aunque fuera en una sola ocasión, las mil cuatrocientas habitaciones del Vaticano. Era un hombre fuerte en la Santa Sede y de gran confianza para el poder papal. Alguien le había susurrado al oído que tenía más poder que el Pontífice, porque es más importante que cualquier otra cosa manejar las grandes finanzas del Banco de la Santa Sede. Y de hecho este banco, que tendió negociaciones no muy claras con el Banco Ambrosiano, hace parte del ajedrez que conectó la logia Q-3 con el gobierno de la Democracia Cristiana y a ésta, tanto con la mafia como con las Brigadas Rojas. Así, alineados los extraños jugadores de este ajedrez, tenemos el retrato quebrantado y ajado de la Italia contemporánea realizado por Roger Peyrefitte.El método de Peyrefitte es, más o menos, el siguiente; recorta los hechos que han conmovido a Italia-secuestros, ajusticiamientos, muertes violentas, atracos, desfalcos, asesinatos, suicidios, destierros, etc. etc.-y con esos hechos, como si se tratara de piezas de un rompecabezas, ordena los sucesos como el autor los imagina para la suerte de su novela, o, como hubiera querido que sucedieran... El resultado para un psicólogo es interesante; Roger Peyrefitte es un síntoma.Los crímenes, las intrigas financieras y políticas, los escándalos sexuales, etc., pueden tener el atrayente interés que busca un número creciente de lectores de folletín a quienes "La Sotana Roja" no defraudará, pero por razones ajenas a las de la calidad literaria.Seduce su ritmo, su desbordante agilidad que no carece del instinto de la intriga y que hace girar los vertiginosos episodios.No sabemos si en estos sucesos hay algunos cuantos granos de levadura -la de los hechos reales-que hayan hecho crecer los acontecimientos, pero si es palpable que toda esta trama de horrores amenaza, página por página, en convertirse en una comedia bufa.Del retrato de la Italia actual habría que retocar algunos rostros para tener una perfecta coincidencia con los personajes de "La Sotana Roja", o al revés, cuando Peyrefitte escribe Caroti debemos leer Andreotti . Fanfullo es Fanfani, Albo Lordo es Aldo Moro, Pablo Antonio I, Pablo Antonio II son Juan Pablo I y Juan Pablo II; el general Capellan asesinado en Palermo, es el general de la Chiesa, asesinado en Palermo; el banquero Salvi es el banquero Calvi. Dice Dominique Fernández que tal vez sea pura coincidencia la correspondencia de los nombres (Caroti y Andreotti, Banfullo y Fanfanni, Albo Lordo y Aldo Moro,etc) porque de otro modo el procedimiento sería de mal gusto.Es obvio que en la novela no está mezclada la coincidencia y que aparte del mal gusto indicado lo que allí está presente es el viejo truco de la difamación ficticia, el escándalo fácil, la escena impune. - Enrique Pulecio Mariño -