Una tarde del 2016, el productor argentino Mauricio Brunetti llegó a San Andrés. Quería conocer la isla de la que había oído hablar en tantas ocasiones. Al bajarse del avión tomó un taxi hacia el aeropuerto y comenzó una charla informal con el conductor, Luis Forbes.Durante su estadía en la isla Brunetti llamó varias veces a Forbes para que lo llevara de un lado a otro. En uno de los recorridos Forbes le preguntó por su profesión “cuando le dije que trabaja en cine, él me dijo: uy que bacano, ¿por qué no hacen un festival aquí en la isla?”.Al momento de regresar a casa Brunetti se despidió de su nuevo amigo y se llevó en su maleta un nuevo proyecto.Puede leer: “Ciro Guerra es de los mejores del mundo”En pocos meses Brunetti armó el plan de acción. Se contactó con Juan Carvajal, el cineasta caleño detrás de festivales como IndieBo y el Colombian Film Festival en Nueva York, y comenzaron a trabajar en el festival de la isla con el apoyo de la gobernación. “Nuestra idea es abrir una ventana de un cine que a la isla posiblemente no llegue“ explica Brunetti. “Buscamos también conectar a la isla con nuestro país cinematográfico, porque muchas de nuestras producciones no llegan aquí” afirma Carvajal.La primera noche de junio San Andrés estrenó festival. En el teatro Hollywood, el único de la ciudad, el estreno de la película mexicana Sueño en otro idioma dio inicio a cuatro días de cine independiente en la isla.Al día siguiente, una pantalla inflable fue instalada en el sendero peatonal Spratt Bight. Pasando la calle queda la playa y el sonido de las olas ambientó la espera para la primera versión de Cine al aire mar.Le puede interesar: El cine de terror vuelve a meter miedo“La idea es el día de mañana veamos un cine hecho en San Andrés, que llegue no solo a Colombia sino al mundo entero”, le dijo Manolo Cardona, uno de los protagonistas de la cinta, al público que esperaba pacientemente la función.Durante los 110 minutos que duró la película, el tiempo se detuvo para los asistentes. Los transeúntes alrededor seguían su camino, pero el público permaneció con los ojos en la pantalla. El silencio solo era interrumpido por las risas.Cuando cayeron las primeras gotas de lluvia la mayoría decidió quedarse. ”Yo me quedo hasta que se acabe decían a quienes les pedían irse. Un grupo de jóvenes acercó una carpa para proteger los equipos electrónicos. Algunos la aprovecharon para resguardarse de la lluvia sin perderse el final de la película y otros prefirieron utilizar las sillas plásticas como paraguas. Todos aplaudieron cuando los créditos comenzaron a rodar minutos más tarde.Puede leer: Ciro Guerra regresa a Cannes con un viaje trepidante a la cuna del narcotráfico“Desde el día que termine este festival comenzaremos a trabajar en uno mejor para el próximo año”, afirmó Brunetti, quien está seguro de que la semilla que sembraron este fin de semana es apenas el comienzo de una cultura cinematográfica que cada día crece en la isla.Además de las 14 proyecciones gratuitas de películas independientes, el Festival del Cine del Mar de siete colores trajo a la isla tecnología de punta para que sus habitantes pudieran interactuar con contenidos de realidad virtual y talleres para que sus ideas se conviertan en proyectos. Tal como ocurrió con la idea que tuvo Luis Forbes una tarde en su taxi.