“La herida es el lugar por donde entra la luz”, ese verso del poeta Rumi cita María Burundarena al referirse a cómo su trabajo le habla al mundo, pero en especial a su país y al nuestro. Y, como se hace evidente al ver su trabajo, el verso no se queda en palabras. Se traduce en acción, porque cómo se recibe, cómo rebota, cómo se refleja la luz, tiene todo que ver con su narrativa artística.
María nació en 1989, en París, creció humana y artísticamente en Buenos Aires y ahora le proyecta su arte al mundo desde Chicago, ciudad en la que profundizó sus estudios sobre fibras y materiales, en el School of the Art Institute of Chicago; una institución en la que hoy enseña.
Las ciudades, los espacios y las impresiones marcan la producción de la artista visual argentina y sus narrativas. María se ha desenvuelto expresivamente desde el diseño textil y la fotografía, y transmite imprimiendo en distintos objetos e impactando en ambientes. Sus superficies pueden ser, por igual, la ropa, la escultura, las piedras en una isla olvidada, las instalaciones y las pantallas LED.
Desde Chicago, nos cuenta que si algo la mueve estos días pospandémicos es la creación de instalaciones con base en impresiones de gran formato, en proyecciones de luz, y utilizando los materiales reflectivos. Y cuando le preguntamos sobre su arte y el posible contacto con Colombia, esto nos dijo...
Mi punto de partida al haber crecido en un país latinoamericano, condujo y conduce mi mirada al espacio público, que allí tiene una gran presencia y está activado realmente por sus ciudadanos. Mi trabajo habla de una sanación colectiva y concierne a Colombia y a Argentina como países latinoamericanos, ya que actualmente ambos, se encuentran curando muchas y graves heridas político sociales generadas por guerras (guerra de 50 años) y dictaduras militares.
Mi obra se relaciona con la celebración de una nueva libertad de expresión consecuencia de la vuelta a la democracia y al tratado de Paz en donde las protestas de derechos humanos son pensados y vividos como espacios relacionados con lo celebratorio y no a la violencia. Las personas expresando lo que necesitan de sus gobiernos. La celebración de pueblos que recuperan su voz. Desde el cuidado entre nosotros y la importancia de escuchar y ser escuchados.
Mi trabajo habla de una sanación colectiva y concierne a Colombia y a Argentina como países latinoamericanos, ya que actualmente ambos, se encuentran curando muchas y graves heridas político sociales generadas por guerras (guerra de 50 años) y dictaduras militares
A través del uso de la fotografía y otros medios de impresión, mi trabajo se basa en la expresión de dicha celebración que hoy tiene voz. El paisaje visual, que es uno de mis lenguajes en este acontecer, encuentra en la fotografía una herramienta muy dúctil.
Me resulta importante poder comunicar que algo está ocurriendo, que hay un emerger de situaciones que no pueden ser invisibilizadas ni desoídas. Es allí donde el espacio público funciona como soporte vivo, cambiante y cargado de expresividad, dándonos señales para reflexionar.
Estos archivos fotográficos se han convertido en estampas y proyecciones digitales que absorben y recorren espacios generando nuevos escenarios. Mi reacción ante lo que ocurre es mediante el lenguaje visual y también de carácter instalativo.
Documento e imprimo en gran escala acciones, mensajes y marcas que descompongo en cuadrículas y amplifico a través del uso de filtros digitales y medios de impresión que son accesibles y conocidos por ser herramientas utilizadas para la difusión de información. Este último tiempo he trabajado de manera instalativa ya que me interesa generar espacios donde las personas puedan congregarse y participar del sentido de comunidad sosteniendo lo importante que es la comunicación entre nosotros, y la celebración de la vida.