¿Quién habría podido imaginar que un banco de voz para una aplicación de software podría dar conciertos multitudinarios y ser considerado una de las más grandes estrellas de Japón (ver recuadro)? ¿O que un museo de historia pusiera pantallas frente a las ruinas para que al moverlas los visitantes pudieran ver el esplendor de las construcciones en sus años de gloria? Para nadie es un misterio que usar la tecnología cambia el día a día de las personas, desafía espacio y tiempo y abre un mundo de posibilidades que exaltan la imaginación. En el campo de la cultura no solo está cambiando la manera misma en que se hace arte, sino que además lo está poniendo al alcance de todas las personas para que se lo apropien creativamente. “La mayoría de los museos le exigen a uno que mire pero no toque, dijo el científico Rodolfo Llinás durante una conferencia sobre el cerebro en el parque Explora en Medellín, este, por el contrario, es mire y toque; mire y explore porque le pertenece a usted”. En efecto, con pantallas táctiles, iPads, juegos interactivos y videos 3D museos como el Parque Explora y el Museo del Agua en Medellín, el Museo del Caribe en Barranquilla y el Museo de la Independencia en Bogotá están convirtiendo al visitante en actor y explorador. Lejos ha quedado el mero observador que contempla los cuadros y los objetos manteniendo una distancia infranqueable a pesar de la cercanía. “La idea del parque Explora es aprender haciendo”, dice Ana Ochoa directora de comunicaciones. Y esa parece ser la filosofía de los demás. En el Museo del Agua los visitantes pueden jugar con ella en todos sus estados y mirar cómo cambia; en los cubos rojos del Explora tienen pantallas táctiles con todo tipo de información sobre las leyes de la física y las maravillas de la biología, y en el de la Independencia la historia se recrea con videos y animaciones en la pared. Pero no solo en los museos de historia y ciencia abunda la tecnología. El Gallery One de Cleveland tiene a la entrada una gran pantalla táctil que despliega todos sus cuadros y le permite al visitante diseñar su propio recorrido. Esta le transfiere al iPad de las personas la información de los cuadros elegidos y le crea una visita personalizada. Y en la última exposición del Instituto de Moda del MET en Nueva York, que celebra la obra de Charles James, el legendario diseñador de los años veinte, se utilizó tecnología de punta para que el visitante tuviera acceso a través de un computador a los detalles de las varias capas de los exuberantes vestidos.Las redes sociales también están haciendo su parte. Las personas suelen utilizarlas para hacer de su vida un espectáculo, los museos para informar sobre eventos y exhibiciones, y una antropóloga en Egipto decidió innovar y echar mano de ellas para recuperar los objetos robados de los museos (ver recuadro). Y es que la tecnología debe impulsar la creatividad y lograr que se encuentren nuevas maneras de usarla y desarrollarla. La nueva estrella popHatsune Miku es una niña de 16 años que se ha convertido en un fenómeno pop en Japón. Lo extraño no es su pelo verde esmeralda ni su voz ligeramente metálica, sino el hecho de que siempre ha tenido y tendrá 16 años. La nueva sensación de la música japonesa, que llena conciertos sin problema, es un banco de voz para una aplicación de software, Vocaloid, creada por Crypton Future Media en 2007. La innovación de Hatsune Miku va más allá de ser un holograma de cintura diminuta que viaja por el mundo dando conciertos. Mitsushiro Takemura, especialista en medios, le dijo al periódico alemán Süddeutsche Zeitung que Hatsune “nació como una hoja en blanco en la que sus fans deben comenzar a escribir. Ella es una plataforma para que cada uno de nosotros cree su propia narrativa.” Los seguidores de Hatsune componen las canciones y hacen los videos que ella protagoniza. Ellos determinan el estilo y la música de su estrella favorita. En otras palabras, Hatsune Miku es literalmente un producto de sus seguidores. El poder en redConsciente de la fuerza de las redes sociales, la antropóloga egipcia Monica Hanna decidió utilizarlas para encontrar las 1.100 piezas robadas del Museo Nacional de Malawi en Minya. Por medio de Twitter la antropóloga enviaba fotos y mensajes de ayuda para recuperar los objetos perdidos. La estrategia dio resultado. Después de unos mensajes recibió información sobre un camión cargado de esos tesoros y pudo recuperar buena parte de las maravillas del museo. El plan continúa y cada vez más tuiteros alrededor del mundo se están uniendo a la campaña para salvar las reliquias de una de las civilizaciones más antiguas del mundo a través de trinos.