Muy pocos artistas hispanoamericanos han logrado un reconocimiento artístico a nivel internacional como el del pintor y escultor colombiano Fernando Botero, quien falleció en la madrugada este 15 de septiembre. Con más de 90 años, Botero tocó millones de corazones, en especial, el de los amantes del arte, que enaltecieron sus famosas ilustraciones, con rasgos fácilmente identificables como el agrandamiento o la deformación de los volúmenes.
Quienes siguieron la vida del pintor colombiano explican su éxito con una mezcla entre talento, terquedad y entrega. Él mismo se definió como hijo de una “familia venida a menos”.
En cuanto a su familia, Botero, quien creció en Medellín, tuvo tres hijos: Fernando, Lina y Juan Carlos. Este último es un reconocido novelista y columnista que ganó el Premio Juan Rulfo con su libro El encuentro, en 1986, y luego ganó el Concurso Latinoamericano de Cuento en México con su obra El descenso.
Al igual que los seguidores de Botero, su hijo Juan Carlos siempre mostró una profunda admiración y amor por su padre, a tal punto que lo llevó a escribir El arte de Fernando Botero, un libro de gran éxito que el propio Fernando ha definido como la mejor descripción sobre el gran “universo boteriano”.
Juan Carlos lleva más de 20 años casado con Uchi Carbonell, una mujer muy importante en la sociedad de Miami, con quien tuvo dos hijas. Al igual que su hijo, Uchi siempre mostró una gran admiración por sus suegros, en especial por el maestro Fernando Botero, así lo reveló en diálogo con Hola.
“Lo más bonito de mi suegro, Fernando Botero, y de su esposa, Sophia Vari, artistas tan sensibles, es la calidad humana de ambos. Como familia son extraordinarios”.
Uchi es periodista y abogada, y vive junto con Juan Carlos en hermosa ensenada de Key Biscayne, una de las zonas más exclusivas de Florida. La casa donde vive es amplia y de techos altos, la luz solar ilumina todas las estancias. Asimismo, en la parte de arriba de la facha posterior, desde el agradable porche se encuentra el comedor de exterior y se accede a la piscina y al embarcadero.
Del mismo modo, la esposa del hijo de Botero reveló también que su casa está rodeada de objetos que los han acompañado toda la vida, desde el apartamento que tuvo cuando era estudiante hasta lo que compraba Juan Carlos cuando vivía en París.
“La calidez del hogar solo se logra sumando piezas con pasado y significado. No hemos usado nunca un decorador. Me gusta mirar alrededor y recordar lo que cada pieza trae a mi memoria. Cuando viajo, procuro siempre regalarle algo a mi casa, así voy incorporando también esas experiencias a la vida cotidiana”.
Su hogar también está rodeado de las icónicas obras de arte de Botero. “La pasión de Juan Carlos por el arte, al haber nacido y crecido en ese ambiente, lo ha llevado a desarrollar un ojo muy agudo para elegir y comprar obras de otros artistas. El resultado está en estas paredes que tengo el privilegio de llamar mi casa”.