Músico desde muy temprano, Ben Harper se crio en una tienda musical y desde sus días de adolescencia supo que su voz, su guitarra y su slide le transmitían algo al mundo. Décadas después, con más de una quincena de discos a su haber, en los que ha canalizado las alegrías del amor, los helados rincones del desamor y miles de sentimientos personales y temáticas sociales más, esa realidad no cambia. De hecho, se hace más fuerte.

Nieto de un hombre perseguido por comunista, hijo de un hombre de volátil brillantez y carácter, Harper explora en su trabajo más reciente esos sentimientos encontrados que le genera la paternidad. En sus palabras, su padre, ese que aparece con él en la portada de Bloodline Maintenance, el disco que presenta ahora al mundo, “era como el filósofo Cornell West, el comediante Richard Pryor y el borracho de la esquina, con una caligrafía perfecta”. Hoy, Harper es padre también, y en la relación con su hijo encuentra un punto de referencia distinto, un amor distinto que también expresa en canciones.

Todos esos matices encuentran un lugar justo en este trabajo que, además, encontró un punto de partida e inspiración en la muerte de un ser muy querido para él: Juan Nelson, el bajista de la banda que lo acompañó en múltiples aventuras musicales desde el siglo XX. Como lo cuenta en esta entrevista, antes que partir de la guitarra, esta ocasión tomó el bajo casi inconscientemente, a manera de homenaje y catarsis, y desde ese instrumento caminó hasta completar su trabajo (también incursionando en las percusiones como el todero sin límites que es). Y no se trató de cualquier bajo. Harper se apropió de un contrabajo acústico que desde sus días de infancia en la tienda de discos lo había fascinado y que ahora marca poderosamente la naturaleza de sus canciones más recientes, de las más contundentes a la fecha. Solo basta escuchar la enorme “Problem Child” para dimensionarlo.

Ben Harper / Bloodline Maintenance | Foto: Cortesía

Esa decisión de partir del bajo repercutió de manera inesperada pero grandiosa en su guitarra y en su sonido, uno que siempre explora y que brilla en este trabajo. Harper, un “guitarquitecto” por inventiva definición propia, asegura que en este disco encontró su sonido. Y nunca es tarde, especialmente cuando lo que dice es incontestable: Bloodline Maintenance ofrece una experiencia de 32 minutos en los que ninguno sobra; es un océano de música y géneros que fluctúa entre lo sentido, lo sabroso y lo triste con total naturalidad y que no teme cerrar en una lágrima.

Sus once canciones pasan volando en golpe y color emocional. Y en el disco no olvida las problemáticas urgentes de su pueblo y de la humanidad. El foco emocional e histórico de su primer sencillo, We Need To Talk About It es la esclavitud, que si bien abolida hace siglos en su país, sigue marcando una inhumana pauta en Estados Unidos y mucho más allá de esas fronteras (para la muestra, las nuestras).

Harper hace música con un sello inconfundible desde la guitarra y su slide y la instrumentalización que proyecta mucho de lo que ha escuchado y de lo que escuchará en el futuro. No es un hombre de gustos congelados en el tiempo, pero tampoco deja atrás el pasado (y so vemos cuando nos comparte directamente lo que escucha desde su Spotify en esta charla que compartimos). Lo que le gusta de las canciones, asegura, es su capacidad intemporal de hablarle a más de una emoción al tiempo, y desde esa perspectiva crea y canta como pocos. Además, con cientos de colaboraciones memorables al lado de artistas históricos de trayectorias y géneros distintos, ha aprendido de los maestros y una que otra cosa también les ha enseñado.

Desde un hotel en París, Francia, poco antes de una presentación, hablamos con este talentoso hijo de California. Esto nos dijo.

SEMANA: ¿Algo de Colombia o de Latinoamérica que le resulte familiar? ¿Alguna persona, experiencia, música que le evoquen algo cercano?

Ben Harper: Tengo que hacer memorias allá en Colombia, no he visitado ese país pero lo haré. Y agradezco conectarme con el país a través de ustedes.

SEMANA: Aguardamos su visita, y un motivo excelente sería verlo tocar su nuevo trabajo. Entrando en materia, hace poco, por primera vez en este país, ganó la vicepresidencia una mujer negra. Y esa campaña política sacó a flote mucho racismo. Su canción “We Need To Talk About it” aborda el racismo desde la esclavitud y esa violenta exclusión social que no se disipa. Háblenos de ella…

B.H.: Este es un tema que llevo mucho tiempo tratando de apuntalar, de clavar con una puntilla, de impactar contundentemente desde la perspectiva del cantautor y del compositor. Me tomó un buen tiempo encontrar ese sentimiento en el que pudiera aterrizar.

SEMANA: No es la primera vez que aborda este tema e la esclavitud en sus canciones...

B.H.: He estado en esa causa desde el primer día, pero, de nuevo, esta canción es directa y lanza el mensaje de una manera inédita que había buscado hacía tiempo. Tenía casi toda la canción hecha, pero no tenía esa primera línea, ese primer verso...

SEMANA: En ese verso expresa que “las vidas negras importan, a pesar de lo que la historia dice que no”, y apuntala que “o se es cristiano o se es racista, no se puede ser ambas”. Es muy poderoso...

B.H.: Hay canciones que te miran a la cara, te retan. Esta canción me estaba retando hacía tiempo a terminarla. Me alegra haberla podido cerrar y compartirla ahora. Ya era hora.

Esta canción me estaba retando hacía tiempo a terminarla. Me alegra haberla podido cerrar y compartirla ahora. Ya era hora.

SEMANA: Háblenos de las satisfacciones y frustraciones de ser uno de esos que canta desde la verdad sensata de la vida y de los sentimientos...

B.H.: Lo adoro. Adoro lo rápido que se mueve la música alrededor del mundo ahora; adoro lo profundamente que me afecta la música. Si puedo sumarme al coro de aquellos que podemos afectar a las personas así como a mí me afecta la música, estoy en el buen camino.

SEMANA: El álbum se llama ‘Bloodline Maintenance’, y desde el nombre y desde el arte saca mucho de la relación entre usted y su padre, de un linaje que pesa. ¿Es una relación de amor pero con espinas? ¿Cómo marca el álbum?

B.H.: Lo pones muy bien. Era un amor que él daba bajo sus condiciones. Y es una especie de amor muy particular. Y hay una gran diferencia entre esa relación y la que tengo con mi hijo, en la que se da un amor en las condiciones de ambos.

SEMANA: Usted propone un espejo de la paternidad desde lo que fue y desde lo que es ahora en su vida. Y el álbum, como la mayoría de sus trabajos, tiene ese balance entre luces y sombras. ¿Lo planea así o fluye naturalmente?

B.H.: Es algo que planeo, ese balance entre emociones en mis trabajos. Si logro incluir ocho o nueve canciones en un disco, y voy armándolo y siento una tendencia marcada hacía uno u otro lado, empiezo a mover las cosas.

SEMANA: Su disco previo, ‘Winter Is For Lovers’ es profundo, plenamente instrumental. En ‘Bloodline Maintenance’ regresa a la voz. Cuéntenos de lo que le significa ese retorno…

B.H.: Fue muy emocionante. Más allá de algunas colaboraciones, yo no lanzaba un disco mío con letras hacía un buen tiempo. Se sintió genial, especialmente después del reseteo que implicó Winter Is For Lovers. Y me divertí mucho haciéndolo, se sintió diferente. Y eso es valioso, el que nuevos trabajos discográficos se sientan diferentes a pesar de llevar décadas haciéndolos. En este me sentí aprendiendo en cada uno de los giros.

SEMANA: Para este disco usted tocó varios instrumentos, entre ellos el contrabajo acústico, rindiéndole homenaje a su colega bajista y amigo personal...

B.H.: La muerte de Juan (Nelson) —integrante de su banda de apoyo The Innocent Criminals por décadas y hermano de vida— fue algo que me agitó y que todavía no logro asimilar. No hay lugar dónde poner un sentimiento así. Pero cuando tomé el bajo sentí algo... y no supe descifrarlo de inmediato pero, así, de esa forma, hice las paces con el hecho y con su partida. Creo que esto no hubiera sucedido sin el bajo. Tocar el bajo me dio consuelo e influenció mucho la manera en la que este disco se grabó y se produjo.

SEMANA: Se siente esto, y ese bajo entra en diálogos con las guitarras y el slide que usted domina a niveles históricamente geniales. Sobre su relación con la guitarra, ¿se siente caminando en territorios conocidos o en constante exploración disco a disco?

B.H.: Alejandro, antes incluso que ser un guitarrista soy un arquitecto de la guitarra, ¡soy un “guitarquitecto!” —Ben se toma el tiempo de reírse, y luego sigue—. ¡Escuchaste eso por primera vez aquí!

Lo cierto es que yo sigo en búsqueda activa de amplificadores nuevos. Te digo, mi vida entera he buscado un tono de guitarra, y este disco es básicamente el primero en el que creo haberlo encontrado. Encontré mi tono y espero que la gente lo perciba.

Antes incluso que ser un guitarrista soy un arquitecto de la guitarra, ¡soy un “guitarquitecto!”

SEMANA: Su carrera musical empieza en los años noventa, y mucho ha cambiado con internet, Spotify y las redes sociales. ¿Es posible tener una carrera como la suya en las condiciones de hoy?

B.H.: Es un tema tan necesario de tocar pero también es una conversación tan vasta que me permitiré encapsular con algo de simplificación. Voy a simplificar este asunto, porque no hay otra opción excepto hacerlo o hablar una hora (o más) al respecto.

Diría que gran parte del negocio de la música hoy en día es el espectáculo en vivo, y si 80 o 90 por ciento se enfoca en esto, deberías enfocarte en ese mismo porcentaje en pulir la presentación de tus canciones en vivo. Creo que el negocio de la música está saludable estos días, el reto, sin embargo, es el de proliferar, expandir y monetizar la canción como tal, y cómo recibir una retribución justa de parte del streaming. Estos son retos.

Tú no escoges tu arte, tu arte te escoge a ti .Y si tu arte es la música, y la música te escogió, encontrarás el camino.

Todavía se puede decir que existe, ese hecho de poder vender música grabada, las licencias, en vinilo, en CD y, en otro grado, en streaming. Pero me parece que, ahora mismo, es una industria que mira hacia el espectáculo en vivo. Ahora, antes que todo esto, hay que hacer lo que se ama hacer. Tú no escoges tu arte, tu arte te escoge a ti .Y si tu arte es la música y la música te escogió, encontrarás el camino.

SEMANA: La primera vez que escuché su voz fue a través de una colaboración en la que cantaba ‘Indifference’ de Pearl Jam, una canción que me toca y que bajo ese nuevo prisma me afectó poderosamente. Las colaboraciones son claves en su camino, ¿qué han dejado en su carrera?

B.H.: Las colaboraciones son lo mejor porque aprendes de ellas, sacas algo de ellas que no consigues en ningún otro lugar o de otra forma. Es decir, en una parte son colaboración y en otra parte son escuela. Tienes una perspectiva única e íntima de la manera en la que trabajan otras personas, y tomas notas...

SEMANA: Cuéntenos de las que más recuerda...

B.H.: Hay que empezar con Ringo (Starr)... cuando tienes a Ringo empezando y llevándote en una canción desde su batería, es otra cosa. Sucedió en una canción que se llama “Spilling Faith” (del disco Give Till It’s Gone), que escribimos juntos. Y él arranca, y hombre, te confieso, es magia, es hechicería. Esa es una importante.

Cuando tienes a Ringo empezando y llevándote en una canción desde su batería, es otra cosa. Sucedió en “Spilling Faith”, que escribimos juntos. Y él arranca, y hombre, te confieso, es magia, es hechicería. Esa es una importante.

También fue especial trabajar con John Lee Hooker. Es decir, compartir, estar todos juntos en un cuarto, mi banda, John Lee, Charlie Musselwhite (histórico armonicista), eso fue ridículo. Trabajar con Toots, de Toots & The Maytals, ¡Dios mío! ¡Cantar cara a cara con Toots, ridículo! Esa es memorable. También lo fue trabajar con Rickie Lee Jones. Tocar mientras ella cantaba... también tocar guitarra mientras canta Solomon Burke, eso es único.

Y, más recientemente, pude trabajar con Harry Styles. Toqué guitarra en una muy bella canción de las suyas y fue majestuoso, un momento para recordar. (*Ben abrirá varias fechas de la gira de Styles, y afortunados serán quienes los puedan ver).

SEMANA: El skateboard es otra de sus pasiones, y ha dicho que, en la música como en el sk8, “si se quiere avanzar no se puede tener miedo a caer”. ¿Todavía lo practica?

B.H.: Sin duda, hago skate todos los días. De hecho, ayer estaba patinando en París y alguien se me acercó y me preguntó: “¿Qué estás haciendo?”. “Pues patinando”, dije, y me respondió: “¡No puedes andar patinando! Es muy peligroso, detente, porque te quiero ver en concierto y no quiero que te lastimes”.

SEMANA: Cuéntenos sobre la música que alimenta su música estos días, ¿más nueva que vieja o al revés?

B.H.: Te sorprendería...pero miremos mi Spotify en este momento para ser honestos totalmente. —Ben abre su Spotify y lee—: “Ain’t Ready” - la nueva canción de Santigold; Skrillex; y Pete The Cat (música para niños).

Entre los que he reproducido recientemente están Sonny Rollins, Raffi, Harry Styles, Miles Davis, Nick Drake y Led Zeppelin, Bruno Mars y Sawyer Fredericks. Y en mis búsquedas recientes aparecen Santigold, Kendrick Lamar, The Beach Boys, Beast of Burden de los Rolling Stones, Ozzy Osbourne, Missy Elliot y Eric B. & Rakim. Esa es la verdad, esos son los hechos.

Entre los que he reproducido recientemente están Sonny Rollins, Raffi, Harry Styles, Miles Davis, Nick Drake y Led Zeppelin, Bruno Mars y Sawyer Fredericks. Y en mis búsquedas recientes aparecen Santigold, Kendrick Lamar, The Beach Boys, Beast of Burden de los Rolling Stones, Ozzy Osbourne, Missy Elliot y Eric B. & Rakim. Esa es la verdad, esos son los hechos.

SEMANA: Le preguntaré por una canción que personalmente me toca muchísimo y que volví a visitar con efectos profundos antes de esta entrevista, “Another Lonely Day”...

B.H.: Esa ni siquiera es una canción, es terapia sónica...

SEMANA: Cuéntenos de esa composición, del impacto que ha tenido...

B.H.: Es una de las canciones que mi vida escribió. Ni siquiera la escribí yo. Es decir, me llegó la idea, me senté en una esquina, y así como suena ahora lució en ese momento. Así me sentía, y guitarra en mano, esfero en papel, fluyó. El largo de la canción es el tiempo que demoró su composición.

SEMANA: Qué otras artes le interesan...

B.H.: Me gusta mucho ir a cine, ahora que podemos regresar a las salas. Miro películas, visito museos, estoy pendiente del arte y de los artistas. Me considero un hombre razonablemente culto.

SEMANA: Antes de dejarlo ir, volvamos al disco y a “Problem Child”, una tremenda canción que quiebra ritmos, rompe moldes, nos lleva a subir el volumen...

B.H.: ¿Sabes? Mucho se habla de qué canción debe ser el sencillo del disco, y me alegra que trajeras al frente esta canción. “Problem Child” fue una de las primeras que grabé, y la que me hizo entender que tenía una voz para este disco. Esta canción y “Below Sea Level” son las dos anclas de este trabajo discográfico.

SEMANA: Y cierra el disco con la añoranza fría de “Maybe I Can’t” como solo usted lo puede hacer... Muchas gracias por ese trabajo y por este tiempo.

B.H.: Estoy impaciente por visitarlos y compartir esta música.