Recientemente el pensador y filósofo esloveno Slavoj Žižek manifestó en una columna publicada en el portal RT que la pandemia de Covid-19 era “un golpe a lo Kill Bill al sistema capitalista" manifestando que la enfermedad puede poner en jaque incluso al sistema político y económico de China. Sobre este punto manifestó su desacuerdo el escritor y filósofo surcoreano residente en Berlín, Byung Chul Han en una columna publicada por el diario El País. “Žižek afirma que el virus ha asestado al capitalismo un golpe mortal, y evoca un oscuro comunismo”, manifiesta. “Cree incluso que el virus podría hacer caer el régimen chino. Žižek se equivoca. Nada de eso sucederá. China podrá vender ahora su Estado policial digital como un modelo de éxito contra la pandemia”, haciendo referencia al uso por parte de los gobiernos de China, Taiwán y Corea del Sur de la big data proporcionada sin restricciones por las compañías telefónicas en dichos países para localizar las personas infectadas, las personas que tuvieron contacto con ellas y, en el caso de Taiwán y Corea donde no se implementaron cuarentenas a la fecha, notificarles vía celular que deben permanecer en cuarentena obligatoria. Este conjunto de medidas les permiten mantener a raya la pandemia en comparación con Europa, donde la cantidad de infectados crece exponencialmente con cada día que pasa. “China exhibirá la superioridad de su sistema aún con más orgullo”, dice Han. “Y tras la pandemia, el capitalismo continuará aún con más pujanza. Y los turistas seguirán pisoteando el planeta. El virus no puede reemplazar a la razón”.

En su columna, Han también cuestiona la idea de Žižek de que esta es una oportunidad para actualizar las formas de solidaridad y cooperación vigentes en el mundo. “El virus no vencerá al capitalismo. La revolución viral no llegará a producirse. Ningún virus es capaz de hacer la revolución. El virus nos aísla e individualiza. No genera ningún sentimiento colectivo fuerte. De algún modo, cada uno se preocupa solo de su propia supervivencia. La solidaridad consistente en guardar distancias mutuas no es una solidaridad que permita soñar con una sociedad distinta, más pacífica, más justa. No podemos dejar la revolución en manos del virus”. A lo largo del escrito, el autor de obras como La Sociedad del Cansancio o La Expulsión de lo Distinto analiza la forma en que Europa y Asia manejaron la crisis. De los primeros crítica sus políticas fronterizas, considerando los cierres de fronteras como “una expresión desesperada de soberanía” y “una huera exhibición de soberanía que no sirve de nada”. Sugiere en cambio la necesidad de una mayor cooperación en la Eurozona como una forma de superar la crisis. También considera “absurda” la prohibición de entrada a extranjeros, siendo actualmente el Viejo Continente el epicentro de la pandemia. “Como mucho, sería más sensato decretar la prohibición de salidas de europeos, para proteger al mundo de Europa”, sentencia.

Han destaca las diferencias culturales de Asia y Europa como fundamentales en el éxito y fracaso respectivamente para controlar la pandemia, recalcando de los segundos su mayor confianza hacia el Estado, una mayor obediencia y una conciencia colectiva que contrasta con el individualismo predominante en Occidente. “No solo en China, sino también en Corea o en Japón la vida cotidiana está organizada mucho más estrictamente que en Europa”. El rol de la “vigilancia digital” es algo en lo que enfatiza particularmente, considerando que “en Asia las epidemias no las combaten sólo los virólogos y epidemiólogos, sino sobre todo también los informáticos y los especialistas en macrodatos. Han considera una ausencia de crítica frente a esta vigilancia digital y manifiesta el temor de su implementación en Occidente en un momento coyuntural tan grave como el actual, una situación que considera que va más allá del pánico generado en las bolsas de valores de todo el mundo. “También la instauración del neoliberalismo vino precedida a menudo de crisis que causaron conmociones. Es lo que sucedió en Corea o en Grecia. Ojalá que tras la conmoción que ha causado este virus no llegue a Europa un régimen policial digital como el chino (...) Entonces el virus habría logrado lo que ni siquiera el terrorismo islámico consiguió del todo”. Pueden leer la columna completa aquí.