Tenía a Christo como el nombre de cabecera, pero este emprendimiento artístico fue de dos, y eso bastó y sobró para cambiarle la frecuencia a la humanidad, haciéndola ver y sentir distinto. Desde que se conocieron en París, en 1961, Christo y Jeanne-Claude planearon y produjeron intervenciones artísticas como ningunas. Luego recorrieron el planeta buscando amplificar esa sensación, y lo hicieron mientras les fue humanamente posible (y más).
En la escala usualmente masiva de sus obras y en sus ejecuciones improbables y gargantuescas, el nacido en Bulgaria y la nacida en Marruecos le proyectaron a su audiencia una manera de soñar y, luego, de ver el sueño realizado. En presencia de sus intervenciones era difícil no sentirse diferente. Algo similar pasaba si se caminaba cerca de sus obras en algún parque de árboles intervenidos o encima de sus fibras en algún lago italiano. Christo y Jeanne-Claude, en efecto, con base en telas, sogas y fibras –primordialmente– crearon planos alternativos, realidades aumentadas que superan por mucho las apenas lúdicas que ahora se viven por medio de los teléfonos móviles.
Luego de decenas de aventuras, inviernos y veranos, Jeanne-Claude Denat de Guillebon se despidió en 2009, pero los muchos sketches de intervenciones pendientes y por realizar no se quedaron en el papel. Ni siquiera fue ese el caso luego de mayo de 2020, cuando murió Christo Javacheff en medio de la avalancha de paranoia que la covid desató en el mundo. El arte de estos ‘artistas de lo imposible’ siguió su curso y si bien el Centre Pompidou les rindió un merecido tributo en 2020 con la exposición ‘Christo et Jeanne-Claude, Paris!’, lo que se vive en estos días es otro nivel.
La obra: paso a paso
¿Qué mejor homenaje póstumo que verlos a ambos en su visión? Ninguno. Por eso, en la Ciudad Luz abre este sábado uno de sus dos sueños pendientes. El Arco del Triunfo, en el centro del eje histórico entre el Louvre y La Défense, se ve como nunca antes. Una vez se desmonte esta obra, solo quedará una por realizar. Y si algo es obvio es que su escala es más que ambiciosa: la Mastaba, un proyecto concebido en 1977 para Abu Dhabi, se plantea como la escultura más grande del planeta, compuesta de 410.000 barriles multicolores.
El proyecto del Arco del Triunfo que Christo imaginó en 1961, y que hizo montaje fotográfico en 1962 (visto desde la Avenue Foch), es ahora una realidad imponente (cuya instalación se puede seguir paso a paso en la web oficial). Y si ve la luz, es bajo la supervisión del sobrino del artista y de un equipo de 1.000 personas. El monumento que Napoleón ordenó construir siguiendo los planos de Jean-François-Thérèse Chalgrin duró 30 años en elevarse, entre 1806 y 1836, y es un símbolo como pocos, el tipo de lugar que acogió los funerales de Victor Hugo en 1885 y ahora despide a Christo y a Jeanne-Claude de la ciudad donde juntos hicieron luz.
Los fondos para hacer realidad este monumento recodificado vienen casi en su totalidad de la fundación de Christo y Jeanne-Claude, y no parece exagerado decir que es un regalo póstumo de los artistas a la ciudad. Hasta el 3 de octubre, la gente sabe que sin haber puesto un peso de sus impuestos, se puede dejar llevar por esa frecuencia que solo ellos, en vida o muerte, lograron conjurar en su grandiosa mezcla de pintura, escultura y arquitectura. Para celebrar ese legado, SEMANA comparte estas dicientes imágenes de sus trabajos memorables.
Visualizar, hacer realidad
Las imágenes hablan solas. Estos son los trabajos memorables de Christo y Jeanne-Claude.