Es probable que a Jairo Pinilla nadie lo reconozca en la calle. Y aunque los cinéfilos sí lo recuerdan como un precursor del cine de terror y de ciencia ficción en Colombia –por películas como Funeral siniestro (1977), Área maldita (1979) 27 Horas con la muerte (1981), Triángulo de oro: la isla fantasma (1983) y Extraña regresión (1985)–, la crítica, la empresa privada y las instituciones públicas no se han animado a apoyar decididamente la realización de sus producciones.La historia dice que Pinilla, en los años ochenta, no logró pagar un préstamo a la desaparecida Focine y esta le embargó los equipos y varias cintas. Tuvo que dejar de rodar. Y es por eso que el director caleño decidió que El espíritu de la muerte 3D –la que será la última película de su carrera– se financie a través de crowdfunding.Pinilla no es el único cineasta en dejarse seducir por este modelo que gira alrededor de dos principios: la creatividad y la solidaridad. La directora española Ruth Caudelí y los colombianos Santiago Caicedo y Viviana Gómez también le apostaron a este recurso.El crowdfunding seduce a los cineastas porque les da la oportunidad de recolectar buena parte del presupuesto para hacer una película independiente, a la vez que les permite acercarse más a su público, gracias a las campañas de promoción.Su funcionamiento es relativamente sencillo: los creativos inscriben su idea en plataformas internacionales como Indiegogo o Kickstarter, o La Chèvre en Colombia. Luego, definen el monto a conseguir, las recompensas para los donantes y el tiempo en el que esperan recoger la totalidad del dinero. El siguiente paso es mover la iniciativa en redes sociales, difundir toda la información sobre el proyecto y esperar a que lleguen las donaciones.La campaña para financiar la película de Jairo Pinilla, por ejemplo, es impulsada por Indiegogo y ya va a cumplir dos semanas al aire. Por ahora ha recaudado 1.000 de los 20.000 dólares que necesita para iniciar el rodaje, pero a la campaña aún le queda un mes más. Para incentivar a los donantes, su equipo de producción ofrece varias recompensas dependiendo del monto consignado: si contribuyen con 10 dólares, obtienen fotos inéditas del backstage; con 300, reciben un DVD conmemorativo, y con 3.000 son incluidos en los créditos de la película.Pero no se trata solo de dinero. Según Pinilla, esta también es una oportunidad para volver a ser parte del cine colombiano y “desarrollar una historia independiente que gire alrededor de temas como el terror que, en algunos casos, no llaman la atención de las instituciones y de la empresa privada”.Ruth Caudelí, directora de ¿Cómo te llamas?, coincide con ese punto. Considera que el crowdfunding permite que se realicen largometrajes que aborden temas arriesgados, como el de su película, que muestra que las relaciones homosexuales son algo normal y no un tabú, que es como se ven en un país tan conservador como Colombia. Su proyecto ganó uno de los premios de Proimágenes, sin embargo, le hacía falta plata para completar su realización. Por eso, ella y su equipo acudieron a la plataforma Ululue, en la que lograron recaudar 8.000 euros que serán destinados a los gastos de posproducción.La película animada Virus tropical, dirigida por Santiago Caicedo e inspirada en la novela gráfica de la ilustradora Powerpaola, es otro de los largometrajes que tuvo que recurrir a este tipo de financiación para completar su presupuesto. “Lo interesante –dice Caicedo– es que en medio de la búsqueda descubrimos que las personas donaban desinteresadamente porque realmente les gustaba el proyecto. Fue una forma de conectar al público con nuestra historia”. Finalmente, la película alcanzó a recoger con Indiegogo 10.687 dólares, que han servido para cubrir gastos del equipo de producción. La película se estrenaría en febrero de 2017.Si bien el éxito de una campaña de crowdfunding depende de cómo los cineastas promocionen sus obras, la directora del largometraje Keyla, Viviana Gómez, asegura que es necesario que en Colombia se cree una cultura de la donación en la que los ciudadanos le pierdan el miedo a registrar sus datos bancarios, pero que, a su vez, las entidades financieras no obstaculicen las transacciones provenientes de Indiegogo o Kickstarter por temor a que haya alguna modalidad de lavado de activos.El hecho de que los cineastas estén creando nuevas historias y buscando la manera de financiarlas, sin depender exclusivamente de los estímulos gubernamentales, es un buen síntoma para el cine colombiano. Ahora solo falta que los espectadores se animen a creer en sus producciones y contribuyan económicamente a la realización de estas películas, así como al sueño de directores como Jairo Pinilla o Ruth Caudelí.