Para los creyentes, el Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad, es decir, que al igual que el Padre y el Hijo tiene un rol específico dentro del pueblo cristiano.
Muchos son los versículos que hacen referencia a su poder e importancia dentro del contexto espiritual, ya que donde está su presencia hay libertad, así se puede leer en el libro 2 de Corintios 3:17: “Pues el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”.
Asimismo, el Espíritu Santo es garantía de sus promesas, tal y como lo manifiesta la Biblia en 2 de Corintios 1: 21-22: “Dios es el que nos mantiene firmes en Cristo, tanto a nosotros como a ustedes. Él nos ungió, nos selló como propiedad suya y puso su Espíritu en nuestro corazón como garantía de sus promesas”.
De hecho, en el evangelio de Lucas 11: 13 señala que es Dios el que le da a sus hijos el regalo del Espíritu Santo, quien los consolará, les ayudará y les recordará cada promesa o palabra dicha por Jesucristo: “Pues, si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan”, se puede leer en la versión bíblica NVI.
Incluso en el evangelio de Juan: 16: 13-24 se puede leer el rol que cumple la tercera persona de la Trinidad en la vida de los creyentes: “Cuando venga el Espíritu Santo, él les dirá lo que es la verdad y los guiará, para que siempre vivan en la verdad. Él no hablará por su propia cuenta, sino que les dirá lo que oiga de Dios el Padre, y les enseñará lo que está por suceder”.
Oración para que se manifieste el Espíritu Santo
Por tanto, Catholic.net ofrece una oración que puede hacer el creyente para ver obrar al Espíritu Santo en su vida, deseando sus dones y frutos como la paz, la alegría, el amor, la paciencia, la fidelidad, la bondad, la amabilidad, la humildad y el dominio propio.
“Ven, Espíritu Creador, visita las almas de los fieles; e inunda con tu gracia los corazones que Tú creaste.
Espíritu de Sabiduría, que conoces mis pensamientos más secretos, y mis deseos más íntimos, buenos y malos; ilumíname y hazme conocer lo bueno para obrar, y lo malo para detectarlo sinceramente. Intensifica mi vida interior, por el don de entendimiento. Aconséjame en mis dudas y vacilaciones, por el don del consejo.
Dame la energía necesaria en la lucha contra mis pasiones, por el don de fortaleza. Envuelve todo mi proceder en un ambiente sobrenatural, por el don de Ciencia. Haz que me sienta hijo tuyo en todas las vicisitudes de la vida, y acuda a Ti, cual niño con afecto filial, por el don de piedad.
Concédeme que Te venere y te ame cual lo mereces; que ande con cautela en el sendero del bien, guiado por el don del santo temor de Dios; que tema el pecado más que ningún otro mal; que prefiera perderlo todo antes que tu gracia; y que llegue un día a aquella feliz morada, donde Tú serás nuestra Luz y Consuelo, y, cual tierna madre; enjugas ‘toda lágrima de nuestros ojos’, donde no hay llanto ni dolor alguno, sino eterna felicidad. Amén”.