El Rosario de la Misericordia, también conocido como el Rosario de la Divina Misericordia, es una oración que se originó en el siglo XX, cuando la monja polaca Santa Faustina Kowalska afirmó que Jesús le reveló la importancia de rezar el Rosario de la Misericordia para obtener la misericordia divina.
Por ello, el portal Vatican News reveló que para recitar la Coronilla de la Divina Misericordia se usa un rosario normal y se sigue esta secuencia:
1. La señal de la Cruz: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
2. Padre Nuestro: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
3. Ave María: Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
4. Credo (Símbolo de los Apóstoles): Creo en Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén
5. En cada grano mayor del Rosario, cuando normalmente se dice el Padre Nuestro, se dice: Padre Eterno, te ofrezco el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de tu amadísimo hijo, nuestro señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero.
6. En cada grano menor del Rosario, cuando normalmente se dice el Ave María, se dice: Por su dolorosa pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
7. Invocación: Al final de la corona, la siguiente oración se reza tres veces seguidas: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
8. Oración para concluir (opcional): Oh, Dios Eterno, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a nosotros tu mirada bondadosa y aumenta tu misericordia en nosotros, para que en momentos difíciles no nos desesperemos ni nos desalentemos, sino que, con gran confianza, nos sometamos a tu santa voluntad, que es el Amor y la Misericordia mismos. Amén.
Finalmente, es importante señalar que al momento de orar se debe hacer con fe, amor y respeto. Adicional, es crucial disponer de un espacio tranquilo, libre de ruido y sin tecnología, y preferiblemente a las 3:00 de la tarde, que es conocida como la “Hora de la Misericordia”.