Cuando se habla de un festival de teatro en Bogotá, es inevitable caer en la nostalgia. En sus viejos buenos tiempos, el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá (FITB) hacía que la capital se sintiera el centro cultural del planeta (y, en ciertos sentidos, por la calidad de invitados y vasto programa, lo era). Ese evento imposible, insostenible y maravilloso sucedió, y dejó una huella imborrable tan potente que a veces parece producto del ensueño.
Tras su final, entendiblemente, ese carnaval que se tomaba los teatros, plazas y calles de la urbe y elevaba su espíritu dejó un vacío inmenso en Bogotá, su gente y sus visitantes. Y en cada intento por revivirlo era más claro que estar a la altura de ese legado y, además, hacerlo sostenible en el tiempo, era impensable. Pero el paso del tiempo y el cambio de mareas tiene sus efectos, porque esa quimera de un festival amplio, de ciudad entera, que aspira a perdurar, se probó posible una vez más.
Sucedió lo necesario, la articulación del Gobierno nacional, del Ministerio de Culturas, de la Alcaldía y su Secretaría de Cultura, la impronta de los cerebros, actores y gestores de la escena nacional del teatro y las artes vivas, y la capacidad de un ente capaz de apoyar un evento así desde la financiación y la tracción de negocios que generan, como la Cámara de Comercio de Bogotá. Lo lograron juntos, porque de otra manera era imposible. Crearon un festival que aspira legítimamente a llenar el vacío latente de la ciudad: el Festival Internacional de Artes Vivas (FIAV), que además, desde el concepto de las artes vivas, integra danza, títeres, performance y muchas expresiones artísticas más.
Oficialmente, pues, hay que jubilar la nostalgia y liberarse al presente, o mejor, al futuro inmediato, porque el FIAV sucederá del 4 al 14 de octubre. Por esa razón, ya se puede navegar su página web e irse moviendo con la oferta de boletería disponible.
Fabio Rubiano, una figura esencial para el teatro en Bogotá y el país, dirige el festival. En su visión, se enfocó en armar la parrilla nacional, y en este FIAV fundacional, para la internacional acudió a un gestor cultural sabio y experimentado como pocos, a quien, en la presentación del evento, declaró “el hombre que más sabe de festivales en el país”. Octavio Arbeláez, quien por años ha impulsado el Festival de Teatro de Manizales, que tiene girando actualmente el encuentro Circulart, en Medellín, era el hombre para la difícil tarea.
A él le preguntamos sobre los retos que le ha representado este nuevo evento y sus expectativas ante el logro de armarlo. “De todas las artes, tal vez es el teatro en el que lo metafórico cobra un mayor valor en relación con su público. El FIAV pretende recuperar esa dimensión de ciudad, de casa, de espacio de encuentro para las artes escénicas del mundo”, aseguró. “Desde esta perspectiva, en asocio con el maestro Fabio Rubiano, una de las figuras de referencia de la escena latinoamericana, nos propusimos construir un festival cuyas dimensiones incluyan lo que ocurre en el gran teatro del mundo, al teatro de Bogotá en su diversidad, y hacer visible lo que ocurre en el Pacífico colombiano, que es la región invitada. A esto se suma el estado de Río de Janeiro, Brasil, como invitada de honor, lo que nos hace esperar un festival con perspectivas de futuro”.
Miran hacia adelante, los creadores y gestores de esta iniciativa, que esperamos vaya de largo sin importar el color político del momento. Al menos esa es la aspiración de todo aquel que entiende el poder transformador de estos eventos en la expresión de los pueblos, en su identidad y en su enriquecimiento cultural.
Hay que anotar con asombro que a Arbeláez le tocó cumplir sobre la hora, y lo hizo con creces. “El reto fue sobre todo vencer el obstáculo del tiempo”, asegura, porque este festival se construye este año, un periodo muy breve, “y teníamos que cumplirle estos plazos tanto al Ministerio de Culturas como a la Secretaría de Cultura de Bogotá. Pero afortunadamente tenemos múltiples redes de apoyo de colegas de otros países que nos apoyaron y que hicieron posible tener una muestra de los cinco continentes”. En otras palabras, este genio y gestor movió cielo y tierra, y recogió lo sembrado por décadas para traer una oferta increíble, capaz de retroalimentar lo mucho que también se hace aquí, porque ambas aristas harán del festival lo que se propone.
Lo que se ha configurado entonces es una programación robusta. En los 11 días habrá un centenar de obras, con cinco continentes representados por 14 países invitados y 28 compañías internacionales. En 35 escenarios se verá el trabajo de 42 grupos distritales y 400 artistas. Y tendrán lugar 50 eventos académicos y cinco días de mercado profesional. Como mencionó Arbeláez, el estado de Río de Janeiro es la Región Internacional Invitada de Honor y el Pacífico colombiano es la Región Nacional Invitada de Honor. ¿Epicentro de las artes vivas del mundo? En octubre, eso será Bogotá.
En el Centro Nacional de las Artes, que su directora Xiomara Suescún definió como un lugar de encuentros (lo es, visítenlo), la presentación del FIAV tuvo lugar en un cuarto lleno, eléctrico, con presencia del Ministro de Culturas, Juan David Correa; del alcalde Carlos Fernando Galán y de Ovidio Claros, de la CCB, entre otras personalidades. Más allá de estos ilustres nombres y cargos, la ceremonia quedó marcada por la irreverencia del grupo teatral Petra, que dirige Rubiano, cuyos integrantes interactuaron con el maestro de ceremonias y con los anuncios. Se propusieron romper el protocolo y, en gran medida, lo lograron. En esa clave, allá se dieron los discursos y anuncios, y no quedó duda de la dimensión de un evento que ya genera enorme expectativa.
Como sucedía en aquel clásico evento, la Plaza de Bolívar albergará la inauguración de este FIAV con la obra Pedaleando hacia el cielo, de Bélgica; y también será escenario de la increíble clausura, por cuenta de las Muñecas gigantes y los tamborileros aéreos, de Transe Express de Francia. En total participarán 14 países de Europa, África, Asia, Oceanía y Latinoamérica.
Por esas tremendas producciones y muchas más de tamaños diversos, las plazas, parques y avenidas vibrarán como lo hicieron antes. Sobre la nostalgia que da pie a la emoción, Arbeláez añade que “es hora de construir nuevas alegrías, rindiendo homenaje a ese gran festival que tanto le dio a Colombia y al mundo”. Ya en 1983, Arbeláez fue esencial en revivir el Festival Internacional de Teatro de Manizales, y ahora, sumando su sapiencia, hará todo por hacer de este un sueño que perdure. El carnaval ha vuelto, viva el carnaval.