Hay que ver con malicia estos cuadros inocentes", dijo alguna vez la crítica Marta Traba sobre las pinturas de Sofía Urrutia. Y esa, tal vez, sea una gran definición de la obra de una mujer que se dedicó a pintar, antes que nada, por diversión. "Si algún día quisiéramos contarles a nuestros hijos cómo era una Colombia diversa en el cromatismo de sus paisajes y alegre en el quehacer de sus gentes no habrá más remedio que acudir a la apretada gracia con que Sofía Urrutia compuso los verdes cuadrados de la Sabana o los diluidos lilas con que el mar Caribe agoniza cerca de una última palmera", escribió sobre ella el poeta Juan Gustavo Cobo Borda.Pintó por diversión y ella misma se ufanaba de eso, a diferencia de tantos artistas que asumieron el arte como un trabajo que "podía sacarle canas a cualquiera". Sin embargo eso no implicaba que no fuera cuidadosa con lo que hacía. Antes de dar las pinceladas definitivas siempre trabajó en bocetos que tachó, corrigió, a los que les dio vida después de muchas revisiones. Pero era una labor más de autocomplacencia que una intención por imponer nuevos parámetros ante el surgimiento de otras tendencias artísticas. Es por eso que la pintura era para ella diversión ante todo. No se preocupó por superar a otros artistas ni en cuestionar los nuevos planteamientos del arte moderno. Urrutia fue ante todo una gran lectora y hasta el último momento de su vida lo hizo. Ni siquiera cuando su visión empezó a fallarle paró de leer pues siempre había alguien a su lado que lo hacía en voz alta para ella. Gracias a la lectura de Cien años de soledad, por ejemplo, nacieron algunos de sus mejores trabajos. Su cuadro Zoológico de Pilar Ternera recoge a los animales que el Nobel colombiano recreó en su novela. Le encantaba leer una y otra vez a sus autores predilectos.Su pasión por la pintura fue tardía. Creció en Europa y, aunque vivió allí prácticamente toda su infancia y adolescencia, fue sólo en el momento en que regresó a Colombia, en 1941, cuando se propuso pintar definitivamente. Hizo su primera muestra individual en la sala Gregorio Vásquez de la Biblioteca Nacional de Bogotá, en 1950, aunque ya se había unido tres años antes a Alberto Iriarte para mostrar en una casa particular ocho cuadros de su autoría.Su pintura muchas veces ha sido tildada de inocente en el mejor sentido de la palabra. Así decía Marta Traba: "Como todos los primitivos, Sofía Urrutia ilustra un mundo que perdimos al perder la infancia, el mundo más bello y también más inconsistente: el de las ficciones alegres, el único mundo transparente y sin peso, el de las mentiras que se creían verdad".Su muerte, ocurrida el pasado 18 de julio, a sus 90 años, enluta al mundo del arte. Sin embargo la alegría seguirá predominando en sus obras a través de ese mundo tan particular que ella pintó. Gracias a ello, y tal vez sin proponérselo, Sofía Urrutia alcanzó un lugar imprescindible en la plástica nacional de los últimos 50 años.