Es interesante cómo el FEP vende por sus actos famosos, pero su virtud más bonita es la de ofrecer a sus asistentes la posibilidad de descubrir, dejarse sorprender. Así muy poca gente pague por ‘ello‘, es un ingrediente clave. Así genere risa que por ‘ello‘ alguien se le mida a cansarse, a caminar en el barro, a lidiar con los límites de la logística… Ayer, en el cierre de la edición 2018 del Festival Estéreo Picnic (su novena), Technicolor Fabrics puso un interesante punto inicial, Telebit le habló claro a quienes no los conocían y Salomón Beda mostró su leyenda a quienes la ignoraban. OH Wonder compartió sus ondas positivas salidas de su propia gestión y actos como Buscabulla dejaron una gratísima imagen y recuerdo. Este banda no solo tiene a una verdadera ‘power diosa’ al frente, sexy como ella sola desde actitud y pinta, el resto de la banda suena muy sólida. El bajo, el segundo actor al mando, regó sonido delicioso. Grata sorpresa.

La buena onda suma. Los británicos Oh Wonder en el escenario Budweiser. Foto: Esteban Vega / SEMANAEl rock nacional tuvo su Diamante Eléctrico (con invitado de ZZ Top a bordo), el rock británico se mostró con Royal Blood, un dueto poderoso pero con sus limitaciones de fórmula. También hubo dosis de champeta con Charles King, de tromba latina avasalladora con LA BOA y La vida Boheme, cada cuál con sus matices y sus horas. Zoé, viejos lobos del festival, regresaron y demostraron que saben expresar su amor y su sentimiento. El escenario grande les sentó, de nuevo, muy bien.

El FEP 2018 cerró con paz, gozo y una siempre saludable dosis de Zoé. Foto: Esteban Vega / SEMANALa nocheFue fría pero seca. En el curso de los tres días, Bogotá solo conspiró positivamente en destellos, en un par de atardeceres y en las últimas horas del FEP 2018. Aún así, con el barro y el tema logístico -lleno de subes y bajas e intentos-, la noche de cierre dejó la última sensación seca y recordó que la novena fue una edición muy importante.Las bombasEl último artista del escenario Tigo Music, LCD Soundsystem arrancó con dos pistas desalentadoras (incluida Daft Punk is...). Luego metió una referencia a The Robots, de Kraftwerk, y desde ahí todo cambió. Subió exponencialmente el nivel de la experiencia hasta el final. Casi pareció de aposta. Generar dudas, luego abrumar. James Murphy dirigió el ensamble único, poseyendo el micrófono como político en plaza pública (característico), o como amante emocinado. Un híbrido particular de grandes músicos, la Soundsystem hizo valer sus sintetizadores realmente increíbles, sus músicos excepcionales, bajo y guitarras, voces de apoyo... LCD evoca su propio sonido, lo crea, pero dejar ver destellos de un espíritu neoyorquino, donde Talking Heads y Hercules Love Affair tienen una especie de bebé inteligente. Este fue su setlist.

James Murphy entregó un concierto que, cual caballo negro, ganó fuerza con cada canción. Foto: Esteban Vega / SEMANAPara bien y para mal, The National llegaron de tocar en Lollapalooza Brasil la noche anterior, e hicieron lo que pudieron por estar a la altura de su arte y de su fama. Ofrecieron un concierto genial... pero para lo que son, como tocan y suenan y se combinan, escucharlos perfecto hubiera sido fantástico. Era lo justo. Algunos inconvenientes empañaron la experiencia. ¿Hubo tiempo para prueba de sonido?  La voz de Matt Berninger entregó sus bajas notas emotivas, como solo él puede, y con destellos emocionales. La batería estuvo ahí, impresionante en su inagotable ritmo y una gorra fluorescente que servía de faro. Las guitarras pasaron de lo sublime a lo indefinido, a veces demasiado brillantes (son brillantes, hermosas, pero cuando lo son ‘demasiado’, algo se pierde). El bajo brilló, pero por su ausencia casi todo el concierto. Bogotá y Colombia necesitan revancha con estos fuera de serie. Este fue su setlist. 

The National, el sabor extraño de lo que fue genial pero pudo ser fantástico. Foto: Esteban Vega / SEMANAIr y volverLa llegada y la salida el domingo, para los curtidos en el barro, fue gratamente veloz. A nivel general, el experimento de reducir a su mínimo la Autopista Norte les funcionó a los organizadores, y eso valida el intento. La logística está lejos lejos de ser perfecta, pero intentar mejorar es lo único que pueden prometer quienes organizan, y eso hacen. Como en fútbol, parece haber síndrome de ‘sábana cortica‘: lo ganando en autopista parece pérdida en la carrera Séptima.2019Ojalá el buen impulso de dos jornadas iniciales muy concurridas y una tercera más tranquila (en total 80.000 espectadores) alcance para seguir realizando este festival. En las redes sociales del evento un asistente criticaba ferozmente la organización, y la respuesta del Community Manager fue “Escogemos con qué nos quedamos”. Si bien arriesgada para un CM, la respuesta no faltó a la realidad. Siempre habrá mucho por mejorar, pero lo que debe perdurar es la música.