Son muchos los creyentes de la religión católica que afirman que a pesar de que la Biblia es un medio de comunicación en la cual las personas conocen de Dios y aprenden de Él, también funciona en destino contrario, específicamente en los libros de los salmos.
Las sagradas escrituras tienen un total de 150 salmos, los cuales sirven para hablar con Dios, ser escuchados por él y hacerle las peticiones que cada persona considere dependiendo de sus situaciones personales.
Sin embargo, existe un salmo en específico, el cual es recitado e interiorizado cada vez que se desea alabar a Dios y resaltar todo el amor y la fe que los creyentes sienten por él. Sirve, además, para reconocer su fidelidad, entrega y acompañamiento.
Cabe resaltar, que a la hora de tener comunicación con Dios, es necesario, a su vez, reflexionar sobre las malas acciones cometidas con el prójimo y realizar un plan de acción que permita el crecimiento personal y espiritual para cada uno de los casos.
Salmo 119
Bienaventurados los que guardan los mandamientos. Bienaventurados los íntegros de camino, los que andan en la ley de Jehová. Bienaventurados los que guardan sus testimonios con todo el corazón le buscan, pues no hacen iniquidad, sino que andan en sus caminos. Tú has mandado que se guarden diligentemente tus preceptos. ¡Ojalá fuesen dirigidos mis caminos para observar tus estatutos! Entonces no sería yo avergonzado cuando observara todos tus mandamientos.
Te alabaré con rectitud de corazón cuando aprenda tus justos juicios. Tus estatutos guardaré; no me abandones nunca. Medita en los preceptos y en los caminos de Jehová. ¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. Con todo mi corazón te he buscado; no dejes que me desvíe de tus mandamientos. En mi corazón he guardado tus palabras para no pecar contra ti. ¡Bendito tú, oh Jehová! Enséñame tus estatutos. Con mis labios he contado todos los juicios de tu boca.
Me he gozado en el camino de tus testimonios más que de toda riqueza. En tus preceptos meditaré y consideraré tus caminos. Me deleitaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras. Oh Jehová, abre nuestros ojos, para contemplar las maravillas de Tu ley. Haz bien a tu siervo, para que viva y guarde tu palabra. Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley. Forastero, soy yo en la tierra; no escondas de mí tus mandamientos. Quebrantada está mi alma de desear tus juicios en todo tiempo. Reprendiste a los soberbios, los malditos, que se desvían de tus mandamientos.
Aparta de mí el oprobio y el menosprecio, porque tus testimonios he guardado. Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí, más tu siervo meditaba en tus estatutos. Pues tus testimonios son mis deleites y mis consejeros. Oh Jehová, concédenos Tu ley y haznos, entender Tus preceptos. Al polvo está pegada mi alma; vivifícame según tu palabra. Mis caminos he declarado, y tú me has respondido; enséñame tus estatutos. Hazme entender el camino de tus preceptos, y hablaré de tus maravillas. Se deshace mi alma de pesar; susténtame según tu palabra.
Aparta de mí el camino de la mentira, y en tu misericordia concédeme tu ley. He escogido el camino de la verdad; he puesto tus juicios delante de mí. Me he apegado a tus testimonios; oh Jehová, no me avergüences. Por el camino de tus mandamientos correré cuando ensanches mi corazón. Oh Jehová, enséñanos Tus estatutos, Tu ley y Tus mandamientos. Enséñame, oh Jehová, el camino de tus estatutos, y lo guardaré hasta el fin. Dame entendimiento, y guardaré tu ley y la observaré de todo corazón. Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella me deleito.