Cada quien busca aquello que lo reconforte, en especial cuando está pasando afugias y desconoce cuál camino seguir. En el caso de los creyentes de Dios y devotos de la fe católica, una buena guía para saber qué paso tomar en los momentos difíciles es la Biblia.

Aunque en la Biblia hay un sinnúmero de enseñanzas y pasajes para seguir caminando sin perder la esperanza, lo usual es acudir a algunos salmos para pedir a Dios que sea refugio en medio de la tempestad y fuerza para retomar el andar.

Orar, no solo para pedir, sino para agradecer. | Foto: Getty Images

Pues bien, si está en la búsqueda de oraciones que lo ayuden a levantarse de la mano del señor y continuar su andar, hay dos recomendados: el Salmo 46: 1-9 y el Salmo 26: 1-9. A continuación, cada uno de ellos.

Salmo 46: 1-9

La Biblio, una guia para quienes buscan paz. | Foto: Getty Images

Dios es nuestro refugio y fortaleza. Él siempre está dispuesto a ayudarnos en los momentos difíciles. Por eso no tendremos miedo, aunque la tierra sufra cambios y las montañas se precipiten al fondo del mar, aunque rujan los mares y se agiten sus olas, y las montañas tiemblen a causa de su furor. Selah Un río con sus corrientes riega de alegría la ciudad de Dios, el santo lugar donde habita el Altísimo. Dios está en medio de esa ciudad y no será removida.

Al amanecer Dios la ayudará. Hay agitación en las naciones y los reinos se tambalean. Él deja oír su voz y la tierra se derrite. El SEÑOR Todopoderoso está con nosotros. El Dios de Jacob es nuestro refugio. Selah Vengan y vean las obras del SEÑOR, que ha ordenado destrucción en la tierra. Él ha puesto fin a las guerras hasta lo último de la tierra. Destruye el arco, rompe la lanza y quema los carros de combate.

Salmo 26: 1-9

Prender una velita como muestra de fe antes de cada oración. | Foto: Getty Images

Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente, el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en la casa de Jehová moraré por largos días.